
Open Letter to Pope Francis
We publish the open letter that FMSI, through its FMSI Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay) Office has addressed to Pope Francis on the theme of corporal punishment to children. The initiative was thought out in dialogue with the Marist Network of Solidarity of America in view of the visit of Francis to Ecuador, Bolivia and Peru, and is in the context of the polemic which broke out because of some phrases of the Pope, who telling an anecdote of the time when he was a child, he manifested indulgence toward educational methods which are not universally shared.
The letter was addressed to the Pope through Monsignor Silvano Maria Tomasi, permanent observer of the Holy See at the United Nations in Geneva.
In the open letter to Pope Francis the explicit support of the Pontiff is asked for every initiative intending to make of Latin America the first region in the world to prohibit corporal punishment of children, according to the always more demanding new sensibility and ethical standards, in favor of non-violent educational methods in which “discipline becomes an authentic pedagogy of autonomy”.
In the open letter to Pope Francis trust and appreciation are expressed for all the work of Pope Francis, which is completely in harmony with the struggles of Latin America to promote dignity and the rights of all, especially of the weakest”. The Pope is invited to “support the initiatives that are being undertaken in various parts to stop and put an end to violence that hurts children, boys and girls – and adolescents” in Latin America; a violence expressed in several forms – from the consequences of organized crime to domestic ill-treatment and battering – but always accepted in basis of a “adult-centered culture” which has deprived children of their human rights.
Carta abierta al Papa Francisco
Ante la prohibición del castigo corporal
Querido Francisco:
Como hermanos en la fe nos dirigimos a ti, en primer lugar para agradecer la esperanza que has traído a la Iglesia Católica y al mundo. Como latinoamericanos, sabemos que el servicio que ahora ejerces desde la Iglesia de Roma guarda plena sintonía con lo que han sido las luchas dadas en el continente para promover la dignidad y los derechos de todas y todos, especialmente de los más débiles.
Considerando tu próxima visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay queremos invitarte a apoyar las iniciativas que desde distintos sectores estamos emprendiendo para acabar con la violencia que afecta a niñas, niños y adolescentes, incluso desde antes de nacer. En distintos lugares de la región, los Maristas, junto con muchas organizaciones, promovemos la Campaña "Un trato por el buen trato" y otras acciones que apuntan en la misma línea.
En América Latina la violencia contra los niños, niñas y adolescentes se expresa de distintas formas, desde las muertes cruentas en manos del crimen organizado hasta el castigo corporal del que muchos son víctimas al interior de sus hogares. Maltrato naturalizado por nuestra cultura adultocéntrica, que ha objetivado a la infancia al punto de negar sus derechos humanos. En países como Bolivia, aunque está prohibido legalmente todo maltrato físico hacia los niños, son muchas las situaciones de violencia que aún viven dentro de la familia, en las escuelas, en la Iglesia y la sociedad.
En la medida que adquirimos mayor conciencia del respeto que todo ser humano merece, vamos comprendiendo que existen límites que no se pueden transgredir, ni en el ámbito público ni en el privado. La presencia de Dios en todo hombre y mujer, especialmente en los más vulnerables, mueve a transformar las prácticas a las que estábamos acostumbrados y hemos naturalizado, hasta el punto de recomendar el castigo corporal como medida correctiva. Nunca el dolor y la humillación pueden ayudar a crecer.
La Familia Marista surge justamente desde el impacto que generó en un niño el castigo corporal ejercido por su profesor en una escuela rural de Francia. Ese niño, Marcelino Champagnat, comprendió que los niños del campo debían recibir una educación basada en el respeto y el amor, y a esto dedicó toda su vida.
Por este motivo, en fidelidad al Evangelio y a nuestro carisma, apoyamos las recomendaciones del Estudio de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños (2006), especialmente cuando invita a prohibir todo tipo de violencia hacia la infancia, en todos los entornos, incluyendo los castigos corporales. Coincidimos también con la necesidad de promover la reflexión y el compromiso con los valores no violentos, para transformar aquellas actitudes que naturalizan la violencia, especialmente en las pautas de crianza y disciplinamiento por parte de los adultos.
Los niños y niñas tienen el derecho a crecer y ser cuidados por sus propias familias (Art. 5 de la Convención de Derechos del Niño) y por la comunidad extendida a la que pertenecen. Al mismo tiempo, la familia tiene el derecho a recibir la ayuda del Estado para realizar esta sublime tarea (Art. 18 de la Convención de Derechos del Niño). Por esta razón, es prioritario desarrollar programas de apoyo a los padres y otras personas encargadas del cuidado de los niños. Apoyando de manera especial a las familias que están más expuestas a estas situaciones de violencia, muchas de ellas sometidas a procesos de vulnerabilidad; brindándoles el acompañamiento y disponiendo de los recursos para el cuidado y la protección integral.
Las nuevas sensibilidades en este ámbito y los estándares éticos cada vez más exigentes requieren el desarrollo de iniciativas que promuevan formas no violentas de crianza, donde la disciplina pueda transformarse en una auténtica pedagogía de la autonomía. Requiere propiciar vínculos sanos entre padres e hijos y orientar hacia criterios constructivos y positivos para el desarrollo y crecimiento de los niños.
América Latina puede convertirse en la primera región del mundo que prohíba el castigo corporal hacia los niños y niñas. Como hijo de esta tierra y Pastor de una Iglesia que se compromete con la promoción y protección de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, te invitamos a ser parte en este desafío, apoyando expresamente esta iniciativa.