1 de julio de 2020 CASA GENERAL

1 de julio: Aniversario de la muerte del H. Chris Mannion y del H. Joseph Rushigajiki

El primero de julio recordamos el aniversario de la muerte del H. Chris Mannion y del H. Joseph Rushigajiki (1994). Dedicar un momento para recordarlos y ahondar nuestra mirada en su intimidad y en su martirio es nuestro deber fraterno y al mismo tiempo, fuente de generosidad en nosotros.

El H. Chris Mannion era Consejero general desde hace sólo algunos meses cuando en junio de 1994 recibió del H. Benito el encargo de dirigirse a Rwanda para intentar salvar a los Hermanos de Save que estaban amenazados. Tenía 43 años y era el más joven del Consejo. Encontró la muerte delante del noviciado y la escuela de Save donde se encontraban los Hermanos que tenía que liberar. Como Cristo, el salvador paga con su vida mientras que los Hermanos recobran la libertad.

El H. Joseph Rushagajiki se había ofrecido a acompañarlo en esta misión arriesgada y era más consciente aún del peligro, ya que era del país. Puso su vida en juego por sus Hermanos ruandeses y por su superior. Sólo tenía 41 años. De este modo se tejen dos vidas entregadas, la del Hermano que acoge en medio del drama de su país y la del enviado de Roma, testigo del interés de toda la familia marista por los Hermanos de Rwanda.

H. Chris Mannion

Los pensamientos que siguen hablan de la calidad del alma del H. Chris Mannion

Estoy cada vez más convencido de que lo que importa no es el número de años de nuestra vida, sino la pasión y el empeño con que la vivimos. Esta vida es un don que tenemos que saborear, que tenemos que vivir a tope, justamente porque terminará con la muerte (con MI MUERTE), el día menos pensado… He de vivir el momento presente de ese don de la vida, sin preocuparme de lo que vendrá después. Si no lo hago así, ¿qué sentido tiene la Encarnación?(Chris Mannion, 12 de mayo de 1994)

Ayer, durante la meditación, durante un breve momento y por la primera vez desde hacía mucho tiempo, tuve la sensación de la presencia de Cristo, del Señor, ahí, conmigo, que me hablaba, me invitaba a “permanecer en su amor y a observar los mandamientos”. Sentía fuertemente el deseo de responder a esta llamada a la conversión… Necesito y quiero estar más cerca de Cristo; si no, esta vida no tiene sentido y no sería más que una protección estéril contra el mundo. Para vivir a tope, Jesús debe ser el centro. Si no… ¿Por qué ser Hermano Marista?” (6 mayo de 1994).

H. Joseph Rushigajiki

No tenemos pensamientos del H. Joseph, pero en el librito Amaron hasta el final, sobre los mártires de  los Grandes Lagos, los últimos parágrafos dicen:

“Más todavía que Chris, era consciente del peligro que corría; era ruandés y sabía que el servicio de cicerone que prestaba al H. Chris era muy arriesgado. Puso su vida en peligro sin reservas, para ayudar a su superior y para tratar de salvar a sus Hermanos Tutsis, siendo él Hutu. Estamos ante el caso de una vida verdaderamente entregada en favor de los hermanos. Joseph y Chris participan de la misma entrega generosa y valiente de su vida.

Debemos señalar que esa misma mañana el Hermano Joseph había corrido el riesgo de salvar a una religiosa amenazada y que la había librado del zarpazo de la muerte, llevándola a un lugar seguro. Apenas había terminado esta buena obra, cuando se puso en camino, hacia las 3 de la tarde, con el H. Chris, para lo que sería su última aventura dictada por el amor.”

FMS-Mensaje de julio de 1994 presenta este testimonio: “Hombre eminentemente realista y práctico con una capacidad de trabajo impresionante, siempre fue un hermano servicial, atento a los débiles y a los pequeños; era el hombre de las misiones difíciles…”

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