1909 – Fuego y sangre en la escuela

Hermano Lycarion

Antonio Martínez Estaún, fms | 2023
Hermano Lycarion – François Benjamin May

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Este libro, nacido en Roma en el ambiente de trabajo de la Postulación general de los Hermanos Maristas de la mano del hermano Antonio Martínez Estaún durante la pan demia del coronavirus en uno de sus momentos más álgidos, nos conduce a los días en que la obra marista en España, que estaba a punto de cumplir su primer cuarto de siglo, es regada por la sangre de un hermano suizo, que será el primer marista que derrama su sangre en España mientras desarrollaba su misión sirviendo a los hijos de los obreros de un barrio popular de Barcelona.

 El perfil biográfico de este marista se podría resumir en las siguientes líneas. François Benjamin May, nacido en Suiza en 1870, ingresó en el noviciado del Instituto de los Hermanos Maristas de Saint-Paul-Trois-Châteaux, en Francia, el 2 de mayo de 1888. Al concluir su noviciado toma el nombre de Lycarion y cinco años más tarde se compromete a perpetuidad con la Institución haciendo su profesión perpetua el 15 de agosto de 1893. Los Superiores le asignaron las tierras de España para realizar su misión. Tras estudiar español y adquirir la formación pedagógica necesaria, colaboró en varias escuelas. Por sus capacidades humanas y religiosas, fue nombrado director del “Patronato Obrero San José”, ubicado en el populoso distrito industrial de San Andrés de Palomar, en Barcelona, también conocido como “Poblenou”. Allí fue asesinado el 27 de julio de 1909, a la edad de 39 años.

La muerte de este Hermano Marista tiene lugar en el contexto de la Semana Trágica de Barcelona, caracterizada por una serie de hechos violentos llevados a cabo entre el 26 de julio y el 1 de agosto de 1909.

Las acciones violentas llevadas a cabo durante la Semana Trágica se centraron en la destrucción del patrimonio eclesial y, en particular, el vinculado a la educación. El H. Lycarion pierde la vida en un contexto de violencia y persecución religiosa 25 años antes de que fueran sacrificados 172 hermanos y dos laicos durante la persecución religiosa que se desató en España entre los años 1934 y 1939.

El Instituto, al publicar esta obra, desea reconocer y valorar la figura de un marista nacido en los hermosos valles de Suiza donde se perpetuaba la tradición católica de la fe, formado en Francia en un contexto de luchas sociales en las que el Instituto defiende una escuela libre, y muerto en España mientras dirigía una obra educativa dedicada a los hijos de los obreros.

La memoria y fama de martirio del Siervo de Dios muerto en servicio de los más débiles en un barrio obrero barcelonés son hoy un estímulo para vivir la fidelidad al carisma y la misión marista en medio de las dificultades presentes. En efecto, la per5 sonalidad fuerte, clara y decidida del hermano Lycarion adquiere particular relieve para sus contemporáneos como la viva imagen de un hermano, servidor de Dios y de los hombres a través de su vocación marista, vivida en plenitud y con fidelidad al carisma de la Congregación. Un hombre piadoso, devoto de María, experto pedagogo y entregado en la educación de la juventud. Sencillo, cordial y emprendedor. Su pedagogía era la del corazón, inspirada por el carisma educativo de Marcelino Champagnat que decía sus hermanos que “para educar hay que amar”.

El trabajo pedagógico del hermano Lycarion no tiene nada de teórico; no dejó escritas nuevas teorías pedagógicas ni proyectos escolares llamativos. La pedagogía marista que él encarnó concibe la escuela como una gran familia y valora como dinamismo educativo fundamental el que nace de la presencia de cada educador que educa más con lo que es como persona que con lo que hace como profesional.

El hermano Lycarion fue un pedagogo práctico y competente. Nota que le distinguía era el orden y el buen gusto que fomentaba entre sus alumnos y en sus realizaciones. Antes de encomendar cualquier tarea o trabajo a sus alumnos él lo había realizado previamente para comprobar que no exageraba ni por falta ni por exceso de trabajo. La característica de la espiritualidad marista de la humildad que el hermano Lycarion encarnó en su vida le llevó a sacrificarse sin alharacas, ni conferencias, ni reuniones sociales, ni ideas más o menos singulares o curiosas. Las obras sociales y educativas maristas tienen en este pedagogo y apóstol marista un modelo que imitar, un ejemplo a seguir y un intercesor junto a San Marcelino Champagnat a quien encomendarse y pedir su protección.

A más de un siglo de distancia de la muerte de este marista su presencia y su testimonio siguen vivos entre nosotros como potente faro de luz evangélica que nos guía en el camino de la misión educativa marista.

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H. Ernesto Sánchez, Superior general / 2023