22 de marzo de 2023 CASA GENERAL

22 marzo: Día Mundial del AGUA

“Señor, dame de esa agua, para que no vuelva yo a tener sed” (Jn 4,15)

En la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada en Río de Janeiro, en 1992, ya se plantea la necesidad de recordar la importancia que el agua tiene para la vida de nuestro planeta, de las plantas y animales que lo habitan, de todos los hombres y mujeres. Desde entonces, son muchas las iniciativas que se van desarrollando a nivel local, nacional e internacional para el cuidado del agua. Baste recordar, por ejemplo, el decenio propuesto por la ONU bajo en título “Agua para el desarrollo sostenible, 2018-2028”.

Una de las tentaciones que tenemos quienes disponemos de agua corriente en nuestras casas es dejar de dar valor a este elemento esencial para la vida. A veces, podemos pensar que es un derecho, que es “normal” disponer de cuanta agua queramos. Pero sabemos que esto no es así. Al menos somos conscientes de que es un privilegio y una oportunidad tener acceso a agua limpia y de calidad. Nuestra cabeza, en la teoría, lo tiene claro. ¿Y nuestros hechos? ¿También nuestros hechos demuestran claramente que tenemos conciencia de la necesidad de no malgastar este recurso?

La historia evangélica de la samaritana nos recuerda la importancia del agua para la vida. La samaritana tiene claro que el agua es esencial para la vida. Pero Jesús la lleva a pensar más allá, desde otra perspectiva. Jesús le ofrece una perspectiva aún más amplia, la invita a dar un paso más en el descubrimiento de lo que es esencial para la vida de todo ser humano. ¿El ser humano necesita el agua para vivir? Sí. ¿El ser humano necesita de Dios para vivir el plenitud? Totalmente. Marcelino tenía clara esta unión entre lo “terrenal” y lo “espiritual”, entre las cosas de este mundo y las cosas de Dios.

En los últimos años, desde muchos organismos internacionales, desde las organizaciones de la sociedad civil, desde la Iglesia Católica, y desde el Instituto Marista, se nos está haciendo un llamamiento urgente al cuidado de nuestra casa común. En este cuidado un factor esencial es el acceso al agua de calidad. Lo material de nuestro mundo afecta directamente a los hombres y mujeres que habitan la Tierra. Y lo que los seres humanos hacemos afecta igualmente al propio planeta. El último Capítulo General, en referencia a Laudato Si, nos recordaba la “urgencia de cambiar el modo en que vivimos basados en una ecología integral”.

Para dar respuesta a este llamado, como Maristas de Champagnat, estamos haciendo un esfuerzo importante por crear una conciencia ecológica integra en todos nuestros espacios, tanto de vida como de misión. Bastantes Unidades Administrativas ya tienen un plan de acción y reflexión en torno a la Ecología Integral, que relaciona nuestra casa común con aquellos que menos tienen. Otras Provincias están comenzando a dar pasos para implementar políticas y acciones en este mismo sentido.

Ojalá sigamos teniendo sed de Dios, porque “en Jesucristo saciamos nuestra sed” (Jn 7,37). Ojalá sigamos teniendo sed de justicia y de amor, porque hemos de ser “constructores de puentes”. Ojalá sigamos teniendo sed de fraternidad universal, porque somos “hijos de un mismo Dios”. Ojalá sigamos teniendo sed de ayudar a los más necesitados, porque estamos llamados a reducir “el escándalo de la indiferencia y de las desigualdades”. Ojalá sigamos teniendo sed de cuidado de nuestra casa común, porque queremos “abandonar la cultura de los egos y promover los ecos”.

_______________

H. Ángel Diego García Otaola – Director del Secretariado de Solidaridad

VOLVER

Asamblea regional América Sur - Segundo día...

SIGUIENTE

Encuentro de la Red de Editoriales Maristas e...