29 de octubre de 2020 MéXICO

Argelia Hernández Mendoza: experiencia Lavalla200> en Mount Druitt

Argelia Hernández Mendoza, de la Provincia de México Occidental, participó durante tres años en el Proyecto LaValla200>. Estuvo en la Comunidad Mount Druitt, Sídney, Australia, desde abril de 2017 hasta mayo de 2020, con su esposo, Rodrigo Gris Castro. En esta entrevista, comparte algunas de las cosas que más le impactaron durante este período.

¿Cuáles fueron las motivaciones para dejar todo para participar en una Comunidad Internacional e intercultural?

Para mí la motivación fue seguir participando en misiones y programas de solidaridad maristas, algo que Rodrigo y yo veníamos haciendo juntos, y cuando la invitación surgió del Hno. Emili Turú este fue un momento donde ambos sentimos la llamada del espíritu, no estuvo en nuestro plan de vida, pero lo reconocemos como una llamada del espíritu que surge en un momento especifico y que se fue concretando con acompañamiento y un proceso de discernimiento. A pesar de sentir la llamada creo que es importante ir discerniendo las implicaciones de la vida y la misión, encontrar cómo se entrelazan, descubrir cómo se nutren una a otra, tomar la decisión y salir a tierras desconocidas.

¿Qué más te ha marcado en la vida de comunidad?

Como Laica Marista casada la vida en comunidad significó un cambio total en la forma de vida, la convivencia en comunidad ha sido lo que más ha impactado mi vida, el ser y estar, con y para la comunidad en cualquier momento. Significó para mi abrir una ventana a la vida consagrada del instituto, es un gran privilegio y responsabilidad, experimentar desde dentro el sueño de Marcelino Champagnat, vivir la fraternidad encarnada de los hermanos que nos invita a imitar ese amor al prójimo.

… y en la misión de la comunidad?

Compartir la misión ha sido experimentar la unión de la fuerza y la esperanza que compartimos como Maristas de Champagnat, es una expresión tangible de cómo Laicos y Hermanos compartimos el carisma y la misión, de cómo vamos hombro a hombro al encuentro de niños y jóvenes en las periferias. Unirnos en la misión ha significado crecer en solidaridad, combinar nuestras experiencias profesionales y nuestras habilidades personales, poner todo sobre la mesa en favor del bien común, nos ha invitado a dejar a un lado egocentrismos e individualismos.

¿Cuáles palabras clave resumen tu experiencia?

Fraternidad/Sororidad, misión, encuentro, solidaridad, unión, invitación, espíritu, luz, acompañar, caminar, escuchar.

¿Cuál acontecimiento fue lo más significativo de tu tiempo en Lavalla200>?

Un momento significativo ha sido ver a los hermanos trabajando con los jóvenes, ver su entrega y compromiso para estar ahí acompañado su caminar, ver su incansable compromiso de ser hermano para los demás. La sencillez con la que se relacionan con los más vulnerables. En estos días donde no todas las obras cuentan con hermanos que acompañen a los niños y jóvenes, poder ver este testimonio ha sido un gran privilegio que además se vuelve un fuerte llamado a imitar este amor fraterno. Son muchos los momentos significativos, pero creo que experimentar la fraternidad de manera tan cercana y viva me llena esperanza y energía para seguir caminando en la misión marista.

¿Cuál ha sido el aprendizaje más importante?

El sentido de comunidad fraterna y la humildad. Es común ser cercanos o solidarios a otros cuando estamos en misión, pero la vida compartida me pone frente a una expresión de comunidad que invita desde una perspectiva más profunda, una invitación desde el espíritu y que se nutre en la oración y contacto diario. En esta experiencia de vivir en comunidad se viven también otros valores que acompañan la vida como la reconciliación, la tolerancia, la empatía, la honestidad, la alegría y me ayudó a redescubrir el significado de humildad, de saberme vulnerable y con limitaciones, me enseño que no se puede caminar o hacer sola, que necesitamos unos de otros para avanzar. Es una experiencia de vida compartida que transforma y nutre.

¿Cómo te ayudó la experiencia a crecer en tu vocación marista?

Me ayudó a profundizar en mi experiencia de carisma marista, a descubrir mi corresponsabilidad en la misión y a nutrir mi experiencia como laica. Ha sido una oportunidad de experimentar y ser portadora de una expresión de sencillez y humildad a la que Maria nos invita con su ejemplo. Vivir la experiencia LaValla200> me ha ayudado a descubrirme como parte de una familia global carismática, me sitúa en una perspectiva de responsabilidad con mis hermanas y hermanos maristas, me ha conectado con un mundo Marista sin fronteras, saber que a pesar de una lengua o cultura diferente la necesidad de ir a la periferia al encuentro de niños y jóvenes sigue siendo el sueño que compartimos con el Padre Champagnat.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos en este tiempo?

El ubicarme en una cultura diferente supuso una confrontación con mi forma de ser, pensar, actuar, hablar, etc. Cada momento que choca con mi visión se vuelve un reto personal, pero al mismo tiempo se vuelve también una oportunidad de crecimiento. Estar inmersa en una cultura diferente me hace ser más consciente del otro, de las diferencias que enriquecen, me volví migrante en un mundo nuevo, me puso en perspectiva, me ayudó a desarrollar empatía, sencillez y sobre todo humildad. El desafío constante fue la invitación salir de mi zona de confort, a descubrir nuevas posibilidades, a ver las cosas fuera de la caja, a tener una mente más abierta y dispuesta.

¿Qué te gustaría decir a los hermanos y laicos maristas que deseen participar en las Comunidades Lavalla200> u otro proyecto internacional/intercultural del Instituto?

Participar en un proyecto internacional/intercultural es una oportunidad transformadora en todos los sentidos, espiritual, personal y profesional. Es una oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos al mismo tiempo que salimos al encuentro de otros, es una oportunidad de vivir el sueño de Champagnat. También creo que es un camino de discernimiento en el que el espíritu nos va guiando, el que nos invita a ser parte de un proyecto de amor fraterno al que Jesus nos invita con su testimonio de vida, es una invitación a ser discípulos y salir a otras tierras. Escuchemos al espíritu y salgamos sin miedo a tierras lejanas.

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