Biografía del H. Francisco – En entregas

H. Francisco, primer Superior general del Instituto Marista

H. Francisco

A partir de 24 de marzo de 2021, aparece en Noticias Maristas, la biografía del H. Francisco en episódios. El H. Francisco, el primer Superior general, fue formado por San Marcelino Champagnat y realizó la primera síntesis de la Espiritualidad Marista. Su causa de Beatificación ha sido introducida en Roma y espera un signo para avanzar.
Al terminar su labor como Superior General, el H. Francisco expresó: “Para ser superior he tenido 20 años de preparación y 20 años para serlo. ¿Tendré otros 20 como reparación?” Por eso, se ha elegido el número 60, 60 pequeños textos como “cápsulas”, una biografía en partes para conocer al Hermano Francisco.

1. Nacimiento y Familia

Gabriel Rivat (H. Francisco) nació el sábado 12 de marzo de 1808, en la aldea de Maisonnettes, cerca de La Valla-en-Gier (Francia). Maisonnettes es una aldea de cerca de 50 habitantes. La Valla era un centro agrícola, rodeado de bosques, con alguna artesanía, principalmente la fabricación de Zuecos (zapatos).
Su padre Jean-Baptiste, nació el 12 de junio de 1762 y murió el 18 de septiembre de 1827, a la edad de 65 años. Su madre, Françoise Boiron, nació el 5 de septiembre de 1765 y murió el 15 de diciembre de 1844, a la edad de 79 años. Contrajeron matrimonio en 1789. Tuvieron siete hijos: Jeanne-Marie, nacida en 1790; Jean-Claude, en 1791; Jean-Antoine, en 1793; Antoinette, en 1796; Jeanne, en 1798; Jean-Marie, en 1805 y Gabriel, en 1808.
En la pequeña granja se tenía un establo, quizá con media docena de vacas, y algunas ovejas, cabras o cerdo.  Si bien no nadaba en abundancia, nunca pasaron hambre
Era una familia cristiana, donde a diario se rezaba el rosario. Se observaban los ayunos y penitencias. Se atendía a las personas que tocaban a la puerta para pedir agua o comida. Y se asistía semanalmente a la Misa y Catequesis. Gabriel será bautizado al día siguiente de su nacimiento.

2. Guerras Napoleónicas

Cuando Gabriel Rivat nació, Napoleón tiene cautivo al Papa Pío VII y mantiene numerosas guerras por toda Europa. Tras los años de la Revolución, el reclutamiento militar no movilizaba en el campo más de un joven sobre 15 llamados a filas, pero a partir de 1810, los alistamientos complementarios se precipitan. En 1811, su hermano Jean-Claude es movilizado y cuando, en diciembre de 1812, se anuncia el desastre de Rusia, sólo queda resignarse ante la marcha de otro de sus hermanos: Jean-Antoine, pues el Emperador quiere resistir cueste lo que cueste. A los 3 años, Gabriel había visto marchar a Jean-Claude entre las lágrimas de toda la familia: “¿Por qué se marcha mi hermano mayor?” Ahora, a sus 5 años, la escena se repite: “¿Adónde se va mi hermano Jean-Antoine?” Y sin duda le responden: “Reza mucho por tus hermanos. Tu oración será la más escuchada por la Santísima Virgen”.

3. Consagración a María y devoción de su Madre

El Hermano Francisco aprendió su devoción a María en su familia. En su casa se rezaba a diario el rosario.
Cuando cumplió cinco años acompañó a su madre en peregrinación a Valfleury, en esa época, un importante centro mariano. Su antigua imagen pudo salvarse de los iconoclastas revolucionarios. Seguramente realizaron los 20 km de camino a pie.
La madre pedía que sus hijos regresaran de la guerra pronto y sanos. Para lograrlo prometió un cuadro para el templo parroquial y consagró al servicio de la Virgen a su hijo pequeño. Era el sábado 14 de agosto de 1813.
Un año después Napoleón se ve forzado a abdicar y se exilia en la Isla de Elba. Jean-Claude y Jean-Antoine, los hermanos de Gabriel, pueden volver con su familia. En ese tiempo, Jean-Antoine ha tomado una decisión, será sacerdote y parte al seminario.
Al final del año 1815 La Sra. Rivat pudo colocar el cuadro prometido en el templo parroquial. Es una imagen de Nuestra Señor del Rosario, con Santo Domingo y Santa Catalina de Siena. También hará todo lo posible para que su hijo Gabriel sea un ferviente apóstol del rosario.

4. Nuevo Vicario en La Valla

Siguiendo la costumbre, el niño Gabriel Rivat comenzó a ayudar en el trabajo de la granja a los siete años. Se le confió el cuidado de las ovejas y los corderos. La vida en los prados desarrolló en él muy pronto el gusto por la botánica, la reflexión y la contemplación.
En el verano de 1816, hay novedades en la parroquia. Se espera a un joven vicario ordenado el 22 de julio. Alguien dinámico, y que llega unos días antes del 15 de agosto. Se apellida Champagnat. Es originario de Marlhes. Sorprende a todos por su estatura: 1’79 m, lo que por aquella época lo sitúa entre las tallas excepcionales. Canta bien. Predica con facilidad. Más tarde, algunos notarán que su francés no es del todo bueno, pero, en este medio campesino ¿quién lo va a notar?
Si llegó directamente de Marlhes, tuvo que pasar por Maisonnettes y, ya el primer día, puedo haberse encontrado por casualidad con la familia Rivat.
Para la fiesta del 15 de agosto, es seguramente él quien hará el sermón, pues el párroco Sr. Rebod es algo tartamudo y estará encantado de cederle el puesto. Conoce las costumbres campesinas. Durante los meses de verano no habrá actividades parroquiales, pero al comenzar el otoño, se hablará de cosas prácticas, sobre todo del catecismo y de la preparación para la Primera Comunión.
El nuevo sacerdote tiene también otro proyecto. Con otros seminaristas de su promoción, han decidido fundar una nueva familia religiosa dedicada a María. Él se encarga de una de sus ramas, la de hermanos, con el nombre de Maristas para catequizar e instruir a los niños del campo.

5. Catecismo de Champagnat

El joven vicario Champagnat se preocupa sobre todo por el catecismo, ve en los jóvenes la esperanza de la Iglesia. Por Todos los Santos de 1816, anuncia su inicio. Jean-Marie, el tercero de los hijos Rivat, tiene 11 años. No se perderá esta formación que ya ha debido ser iniciada por el vicario precedente. Al cabo de algunas semanas, el P. Champagnat quiere aumentar el número de niños que asisten al catecismo: “Si me traéis a un vecino o primo vuestro, os daré una estampa”. “Pues yo, dice Jean-Marie, le puedo traer a mi hermano pequeño, pero sólo tiene 8 años”. “Tráelo. Ya veremos si puede hacer la Primera Comunión antes que otros”. Y durante 2 años, Gabriel siguió con cuidado esta preparación.
Según los principios sulpicianos, aprendidos en el seminario, Champagnat enseña el catecismo con sobrepelliz, delante de los dos grupos de oyentes: chicos a un lado y chicas al otro. Seguro que Gabriel escuchaba con atención y se esforzaba por memorizar para la recitación. Como ya sabe leer, sabrá pronto el catecismo de memoria, como se exigía entonces. Seguramente este fue el primer encuentro de Gabriel Rivat con Marcelino Champagnat.

6. Primera Comunión

El joven Gabriel progresó rápidamente en el estudio del catecismo. El vicario Champagnat no dudó en admitirlo a la primera comunión que se celebró el 19 de abril de 1818, el cuarto domingo después de Pascua. Gabriel acababa de cumplir diez años.
Conservará el recuerdo de esta fiesta, gracias a una estampa que llamaba su “gran tesoro”. Es una imagen clásica, representa un cáliz y una hostia adorados por los ángeles. Debajo de la mesa que sostiene el cáliz, se ve el cordero acostado sobre la cruz.
Este acto, en el contexto cultural de la Francia rural del siglo XIX, no solo tiene un significado religioso, sino que públicamente marcaba el final de la infancia.
El H. Francisco continuará creciendo en su amor a la Eucaristía, al final de su vida se dirá que Cuando el H. Francisco volvía de comulgar, lucía una sonrisa extraordinaria por su rostro.
El mismo tiempo después expresará: “El que ha conocido a Jesucristo… no pude ya prestar atención a lo que le gusta o le desagrada… ya no piensa más que en permanecer unido a Él”.

7. Ingreso a Comunidad de La Valla, clases de latín

El joven vicario Champagnat había alquilado una casa donde reunió varios jóvenes para volverlos “hermanos”. La sociedad de La Valla se preguntaba que sería eso de “hermanos” ya que en esa época podían ser sacristanes, cantores, ayudantes del templo o catequistas. Aunque el vicario también hablaba de catequistas-educadores. A partir del 2 de enero de 1817 Jean-Marie Granjon y Jean-Baptiste Audras vivían en la casa alquilada.
Hacia marzo de 1818, Gabriel comenzará a frecuentar la casa de los “hermanos” para recibir algunas clases de latín por parte del Padre Champagnat.
En mayo de 1818, se trasladará a vivir con los hermanos, como pensionista. Más tarde escribirá:  “Entregado por mi madre a María, al pie del altar de la capilla del Rosario, en la iglesia de La Valla, dejé el mundo el miércoles 6 de mayo de 1818”, escribió al principio de su diario. A partir de entonces, Gabriel fue menos hijo de Françoise y más hijo de la Virgen María.
Tres meses más tarde, el 3 de agosto de 1818, Gabriel Rivat recibió el sacramento de la confirmación en Saint-Chamond, en el templo de San Pedro, de manos de monseñor Étienne-Martin Morel de Mons, obispo de Mende (Lozère) y administrador de Viviers (Ardèche). Además de sus estudios Francisco ayudará como monitor en las clases de la escuela de La Valla.

8. En la casa del Vicario

En la casa del Padre Champagnat ya vivía él, junto con 5 jóvenes que querían ser hermanos: Juan María, Juan Bautista (futuro Hermano Luis), Juan Claudio (futuro Hermano Lorenzo), Antonio y Bartolomé.

Gabriel Rivat tuvo que trabajar duro. Al ser pensionista y estudiante de latín, seguramente, dedicó más tiempo al trabajo intelectual que al trabajo manual.  Demostró tener inteligencia y una excelente memoria. El Padre Champagnat dedicaba un momento del día para la formación de sus hermanos: lecciones de lectura, escritura, cálculo y latín.

Gabriel se dedicaba además de las inevitables tareas del hogar: barrer, limpiar, cuidar el jardín, pelar, lavar los platos, y muy posiblemente forjar grandes clavos de carpintero. Según el testimonio de una antigua alumna, Gabriel trabajaba mientras cantaba unos versos de himnos, según la costumbre de las casas de trabajo de la época.

Igualmente participaba, cada día en la Eucaristía, en la oración de la comunidad y formación espiritual que impartía el Padre Champagnat.

No sabemos que fue lo que sucedió en el corazón de Gabriel durante ese año, pero en algún momento el proyecto de estudiar latín, para ser sacerdote, cambió y comenzó a soñar con ser hermano dedicado a la educación de los niños.

9. Formación para Maestro en LaValla

El vicario Champagnat se preocupó mucho por la formación de sus hermanos. En un principio el mismo daba clases a sus hermanos y al joven Gabriel Rivat. Para el curso 1818-1819 consiguió un maestro, antiguo Hermano de las Escuelas Cristinas para que se encargara de la escuela parroquial y de la formación intelectual de los “hermanos”. Se llamaba Claudio Maisonneuve.

Maisonnueve se encargaba de la instrucción de los alumnos y los hermanos y postulantes le ayudaban. Al mismo tiempo se formaban en el método simultaneo o de los hermanos, método educativo que consistía en reunían en una misma sala a los alumnos de todos los niveles, repartidos en divisiones según la materia (lectura, escritura y cálculo) y su nivel. Si los escolares eran numerosos, se establecería otra sala similar. El maestro, desde un punto elevado enseñaba sucesivamente a las distintas secciones de su aula, con la ayuda de monitores, y empleando un conjunto de señales muchas de ellas realizado con un aparato sonoro: la chasca.

Es decir, durante todo el invierno de 1818-1819, la pequeña casa de La Valla funcionó como verdadera escuela normal para maestros, con su escuela anexa de práctica.

10. La promesa

Gabriel Rivat aprendió rápidamente el método educativo de los hermanos. Poco a poco se alejó de la idea de formarse para ser sacerdote y fue sintonizando con el ideal que transmitía el Padre Champagnat a sus hermanos, ser educadores cristianos para los niños y jóvenes pobres.

El miércoles 8 de septiembre de 1819, Gabriel Rivat se puso el traje distintivo de los “Hermanitos de María”: pantalón negro, levita, cuello y sombrero de copa

Arrodillándose ante la comunidad reunida, firmó la promesa de consagrarse a Dios durante cinco años, con el fin de trabajar incesantemente por la práctica de todas las virtudes para su santificación personal y para la educación cristiana de los niños del campo. Se comprometió a buscar únicamente la gloria de Dios, el honor de María y el bien de la Iglesia católica, a enseñar gratuitamente a los niños necesitados presentados por los párrocos, a obedecer sin réplica a los superiores, a guardar la castidad y a poner todo en común. A partir de esta fecha, Gabriel Rival se convierte en el hermano Francisco, toma el nombre de su madre, sólo tiene 11 años. Será el sexto hermano y, con mucho, el más joven de los discípulos de Champagnat.

Pronto la comunidad de Hermanos evolucionó de funciones catequéticas y caritativas a la gestión de escuelas parroquiales o comunales, adaptando al medio rural el método pedagógico de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Es una comunidad carismática con un propósito universalista y no solo un trabajo parroquial. Es durante estos años que el hermano Francisco establece su condición de discípulo y servidor de un proyecto misionero colectivo al que dedicará su vida.

11. Maestro de Escuela

El Hermano Francisco (Gabriel Rivat) comenzó a ejercer como maestro en La Valla, a los 12 años. Como era demasiado pequeño para ver a todos sus alumnos, se subía a una piedra y desde ahí daba sus lecciones. Al mismo tiempo cocinaba para la comunidad y para los alumnos mediopensionistas; por la tarde, enseñaba a los más atrasados la lectura, el catecismo y las oraciones.

En 1821, el hermano Francisco dejó La Valla para ir como cocinero a la escuela de Marlhes (Loira) y al mismo tiempo seguir practicando la docencia con una división de la clase de la tarde. Las clases de Marlhes eran pequeñas, húmedas y con poca ventilación, motivo por el que dos años más tarde se cerrará la escuela.

Será aquí donde una tarde se encontrará con el P Préher, el párroco de Tarentaise (Loira), antiguo formador de Jean-Antonio Rivat (hermano de Gabriel), buscando candidatos para el seminario.  Dirigiéndose al hermano Francisco, lo invita a retomar sus estudios de latín y a dejar su cocina para abrazar el estado eclesiástico. Al final de sus argumentos, le preguntó la razón de su negativa: “Porque -respondió el Hermanito- no hago mi propia voluntad, sino la de Dios, que me es dada a conocer por mi superior.”

De la cocina de Marlhes, el hermano François pasó a Vanosc (Ardèche), para hacerse cargo de la clase de los pequeños. La escuela acababa de ser inaugurada en 1823 con el apoyo del Conde de Vogüé.

12. Director de Escuela

Muy pronto será el director de la escuela. Durante el verano de 1824, regresó a La Valla para ayudar en la construcción de una gran casa, Hermitage. Improvisado ayudante de albañil, el tiempo pasaba moviendo piedras y ayudando a hacer mezcla. Mientras escuchaba alguna lectura piadosa o el rezo del rosario. Al terminar el verano ya no regresará a Vanosc, sino que irá con el H. Hilarión al pueblo de Boulieu-les-Annonay, encargado de la clase de los mayores y por tanto responsable de la escuela.

En 1825 llegan muchas noticias a Boulieu: Dos de los sacerdotes que junto con el P. Champagnat se comprometieron a fundar la “Sociendad de María”, el P. Courvelle y el P. Terraillon se trasladan a la nueva casa de L’Hermitage, la aprobación del Proyecto de Hermanos por parte del Arzobispado, que les dará nombre, se conocerán como “Hermanitos de María”; y también la Fundación de más congregaciones enseñantes como los Hermanos de Saint-Paul-Trois-Chateaux.

13. Crisis de 1826

Fueron tiempos difíciles para su amigo el P. Champagnat y la pequeña obra donde participaba el H. Francisco, ya que tuvo que superar la oposición a las nuevas congregaciones de hermanos tanto por el gobierno como del arzobispado. Además, Champagnat tuvo dificultades con el P. J.C. Courveille, quien se consideraba el fundador y superior de todos los “maristas”, Padres, Hermanas y Hermanos. En enero de 1826, Francisco recibió una carta del P. Courveille pidiendo oraciones porque Champagnat estaba enfermo, la construcción, las dificultades, las deudas y las fatigas de un viaje habían minado su salud: “Nuestros muy queridos hijos  en Jesús y María, con dolor del corazón y gran amargura, les escribimos para ordenarles que oren con insistencia al Padre de misericordias y a nuestra augusta Madre, la divina María, por nuestro muy querido y amado hijo el señor Champagnat, su querido y venerable Padre Director, que se encuentra enfermo de gravedad. Les ruego, mis queridísimos hijos, nos acompañen en la oración para pedir insistentemente al divino Jesús y a la divina María, nuestra Madre, que nos conserven un hijo que nos es tan querido; y a ustedes un padre, que no les debe ser menos querido. Soliciten a los Señores Curas de tener la gentileza de orar por él y de recomendar la intención a los fieles. Tengan la certeza de la ternura paternal con que tengo el honor de ser su Padre abnegado y de que soy todo suyo en Cristo-Jesús y en Maria.”

14. Votos perpetuos

En el retiro del verano de 1826, Francisco se enteró de todas las noticias ocurridas en L’Hermitage y que no se atrevían a enviar por escrito: La recuperación del P. Champagnat, las peleas entre el P. Terraillon y P. Courveille, las gestiones del H. Estanislao para pagar las deudas de Champagnat. También se enteró, del lamentablemente escándalo que causó el P. Courveille entre los formandos, la expulsión de este de la casa y su entrada en “La Trapa” y el nombramiento del P. Terraillon como Misionero.

Durante el retiro toma la decisión de reafirmar su consagración a Dios, después de haber orado y consultado decide ser Hermano Marista para toda la vida. Escribirá en su diario: “Ser tibio sería para mí el más amargo de los reproches”. Francisco fue parte del primer grupo de Hermanos profesos del Instituto.

El miércoles 11 de octubre de 1826, a la edad de 18 ½ años, el hermano Francisco emitió después de la comunión, en secreto, sus votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia.

Después de la ceremonia, el Padre Champagnat no pudo evitar decirle, mientras le abrazaba: “¡Hijo mío, envidio tu felicidad! “.

Su carrera docente termina allí. Marcelino le pedirá quedarse ahí para ayudarle, se convirtió en su secretario, enfermero de la casa, y formador, entre otras ocupaciones.

Casi todo el resto de su vida la pasará en L’Hermitage al servicio directo del fundador, sirviendo como maestro de los novicios, secretario, enfermero: una función para la que se preparó estudiando medicina. Es ciertamente durante este tiempo que adquiere una gran cultura autodidacta, religiosa y profana, de la cual sus numerosos cuadernos son una manifestación.

15. Maestro de Novicios y secretario.

En el Hermitage, desde 1826, aunque sólo tenía diecinueve años, se convirtió en director de las clases del noviciado. Impartía lecciones dos veces al día: una hora y media por la mañana y, una hora y media por la tarde.

Al mismo tiempo se convirtió el hombre de confianza del P. Champagnat. Lo sustituía en la dirección del naciente Instituto en sus visitas a las comunidades y, en 1836 cuando va a París a tramitar el reconocimiento legal del Instituto, reconocimiento que no consiguió.

Otro ejemplo de la confianza que le tenía el Padre Champagnat fue cuando se vio necesario poner por escrito las reglas y costumbres de la comunidad, se lo pidió al H. Francisco. Además, Cuando estuvo terminado, lo presentó al Fundador para que lo aprobara. El Fundador, después de examinarlo cuidadosamente, juzgó que sería mejor dividirlo en dos partes distintas: una que contenga todos los artículos de la Regla; la otra que indique la manera de observarlos sobrenaturalmente o el espíritu de la Regla. Humildemente, el hermano Francisco se puso a trabajar.

16. Estudios y Atención a los Enfermos

El Hermano Francisco aprovechó el tiempo para su autoformación. Se perfeccionó en caligrafía, la gramática, la aritmética e incluso la farmacología. Nos dejará muchos cuadernos con sus notas de cada una de estas materias y de religión y espiritualidad.

En 1831, siguió con los mejores resultados el curso de matemáticas y geometría que acababa de abrir el hermano Louis-Marie, su futuro sucesor al frente del Instituto.

El Hermano Francisco tenía una verdadera aptitud para la atención a los enfermos y la fabricación de medicinas hechas de plantas que él mismo cultivaba y recolectaba. Se tomaba el tiempo para platicar con cada enfermo, lo aconsejaba, oraba con cada uno y le preparaba un buen remedio, obteniendo a menudo curaciones inesperadas. Alguno de los remedios dará origen a un famoso licor llamado Arquibuse.

Entre las notas y resúmenes se encuentran fragmentos y vidas de santos que llevan su nombre: San Francisco de Asís, San Francisco de Sales, San Francisco Javier y San Francisco Regis, a quienes admiraba, el primero por su humildad, el segundo por su alegría, el tercero por su celo por la salvación de las almas y el cuarto por su amor a Dios.

17. Sociedad de María y las misiones

En 1835 Se realizaron gestiones para la autorización de la “Sociedad de María” por parte de las autoridades eclesiales de Roma. Francisco pensaba que los padres y los hermanos maristas eran parte de una misma sociedad. Roma aprobó solamente la rama de los Padres y les encomendó las misiones de Oceanía, territorio desconocido hasta pocos años antes.

Su amigo y guía, el Padre Champagnat hará votos el 24 de septiembre de 1836, en el primer grupo de profesión de los Padres Maristas. Los padres eligieron Superior General al P. Jean-Claude Colin.

En octubre de 1836, Mons. Pompallier, recién consagrado obispo, bendijo la nueva capilla de L’Hermitage. En diciembre de este mismo año, pariteron para La Polinesia: Mons. Pompallier, los padres Chanel, Batallion, Bret y Servant, junto con los Hermanos Marie-Nizier (Delorme), Michel (Colombon) y Joseph-Xavier (Luzy).

18. Elección como “Director General”

Después de su estancia en París, las fuerzas de Marcelino Champagnat flaquean. Los médicos de hoy en día, al ver los síntomas piensan en cáncer de estómago, pero de eso no se hablaba en 1839. La salud de Marcelino Champagnat disminuyó hasta el punto de comenzar a pensar en su sucesión.

El padre Colin como superior de la Sociedad de María propuso la elección que tuvo lugar el sábado 12 de octubre, durante el retiro de 1839. Fueron electores los 92 hermanos profesos perpetuos que había en ese momento.

El hermano François recibió 87 votos, el hermano Louis-Marie 70 y el hermano Jean-Baptiste 57.

Esa noche el nuevo Superior y sus asistentes se encargaron de servir las mesas.

Esa noche Francisco escribirá en su diario: “¿Qué haré yo, que reconozco claramente que no tengo la fuerza del cuerpo y la salud, y menos aún la del espíritu y la virtud? La voluntad de Dios se ha manifestado; me resigno a ella con la suave confianza de que Aquel que con una mano me impone esta carga, con la otra sabrá soportar su peso… Tendré que templar, en todo momento, la firmeza con la dulzura, la severidad con la clemencia. Tendré que alentar, fortalecer, advertir, corregir… Oh, ¡qué grandes son estas obligaciones! ¡Qué difíciles son! “

Pocos días más tarde completará:

“Dios mío, concédeme por tu gracia llegar a ser el Hermano Superior según tu corazón, aplicado a todos mis deberes, ocupado sólo en mi puesto, gimiendo bajo el peso de mi tarea, llevándola con valor, teniendo que dar cuenta de ella, mirando sólo a ti, buscando sólo a ti, esperando sólo en ti, temiendo sólo a ti. Dame colaboradores celosos, envía buenos trabajadores a tu viña, a tu cosecha. Concédeme el discernimiento para elegirlos, la piedad para formarlos, la prudencia para emplearlos, la vigilancia y la bondad para gobernarlos. Bendícelos, llénalos de tu espíritu, y que sean siempre aplicados en su ministerio.

19. Testamento Espiritual

Muy pronto hubo que dejar de contar con el Fundador, porque a principios de 1840 tuvo que retirarse y pronto sólo podría ofrecer sus terribles sufrimientos.

El Fundador, por su parte, pondrá en orden los asuntos materiales de la congregación creando una Sociedad civil, y luego dejará que los hermanos Francisco y Luis María hagan su trabajo.

El 11 de mayo de 1840, el Padre Champagnat recibió los últimos sacramentos, hizo sus recomendaciones a los Hermanos y, a la semana siguiente, se puso de acuerdo con el Hermano Francisco y con el Hermano Luis María para que pudieran finalizar su testamento espiritual. Este fue leído el 18 de mayo a toda la comunidad, en él se lee:

… “Deseo que reine siempre entre los Hermanos de María una obediencia total y perfecta; que los súbditos, viendo en los Superiores la persona de Jesucristo, los obedezcan de corazón y espíritu, y renuncien siempre, si fuere necesario, a la voluntad y juicio propios”…

… “que la caridad reine siempre entre vosotros. Amaos unos a otros como Cristo os ha amado”…

… “Del mismo modo que vuestra voluntad debe coincidir con la de los Padres de la Sociedad de María en la obediencia a un Superior General único, es mi deseo que vuestros corazones y sentimientos se fusionen siempre en Jesús y María”…

“Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseveréis fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes. Constituyan siempre la humildad y sencillez el carácter distintivo de los Hermanitos de María. Es la primera Superiora de toda la Sociedad.”

…. “Os dejo a todos, confiadamente, en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de vernos juntos en la eterna bienaventuranza.”

20. Muerte de Champagnat

Marcelino Champagnat murió, el 6 de junio de 1840, en la madrugada. Al Hermano Francisco le correspondió organizar los funerales y comunicar la noticia a todas las comunidades de Hermanos. En la circular el hermano Francisco recuerda que “la muerte puso fin a una vida penitente, laboriosa y llena de obras de celo y devoción, por los sufrimientos de una larga y cruel enfermedad”. Pero -añade- “será más eficaz y poderoso como nuestro protector en el cielo, con la divina María, a la que nos entregó todo en su muerte… Ahora nos corresponde recoger y seguir cuidadosamente sus últimas y conmovedoras instrucciones”

Luego indicó los sufragios por el descanso del alma del difunto y anuncia que un pintor ha venido a reproducir su retrato, prometiendo una copia a cada comunidad.

También dio dos normas: leer el Testamento Espiritual cada mes y celebrar una misa solemne el 6 de junio de cada año, para recordar la vida y las enseñanzas del Fundador.

Poco después escribirá en sus cuadernos: “Es necesario que cada congregación conserve el espíritu de su Fundador para el bien que Dios se propuso al inspirarla”. Siete meses después, el 20 de febrero de 1841, cuando el Hermitage recibió el retrato del P. Champagnat, escribió en su diario: “Recepción del retrato del padre Champagnat. Ser su imagen viva”.

21. Situación del Instituto al inicio de la dirección del Hermano Francisco

Cuando el hermano Francisco se hizo cargo del Instituto comenzó una época de gran crecimiento y expansión.

Así, en 1840, el Instituto que recibió el hermano Francisco tenía: una casa madre, El Hermitage; un noviciado: El Hermitage; un primer conjunto de Reglas, elaboradas en 1837. El instituto se conformaba por 280 Hermanos y 48 escuelas, que atienden a 7000 alumnos. La congregación estaba presente en la región de Lyon y en el norte de Francia; además, algunos Hermanos trabajaban en las misiones de Oceanía. En ese momento, Marcelino había establecido comunicación con los Hermanos de Saint-Paul-Trois-Châteaux, dirigidos por el Padre Mazelier, para apoyarse mutuamente, pues su congregación tenía reconocimiento legal, pero pocos hermanos y los maristas no tenía reconocimiento legal, pero tenían muchos hermanos.

Cuando entregue el instituto, varios años más tarde a su sucesor, el instituto pasó de 280 a más de 2000 hermanos.

22. Devoción al P. Champagnat

El Hermano Francisco fue al mismo tiempo, fiel y creativo. Se sabía superior general de una congregación en expansión, pero al mismo tiempo discípulo de Marcelino Champagnat. Francisco enfrentó muchos retos, entre ellos: la autorización legal del instituto y el reconocimiento eclesial, la separación de la Rama de los Padres de la Sociedad de María, la unión de varias congregaciones.

Fue el hombre de las estructuras sólidas, bajo su mando se redactarán las Reglas Comunes y Reglas de Gobierno. En su búsqueda de atender al Espíritu y a los signos de los tiempos, será un hombre de Regla. Al recibir el cuadro póstumo del Fundador, Francisco decidió ser “el retrato viviente de Marcelino”. Como Champagnat sabrá conservar los esencial y renovar, después de muchas consultas y oración, lo que sea necesario. De este modo se ganó la estima de los Hermanos.

Francisco fue un gran impulsor de la devoción que los Hermanos tenían al Fundador: “Dirigíos al P. Champagnat. Ya veréis cómo lo arregla todo con su Recurso Ordinario, la Santísima Virgen”, les decía.

El retiro del 8 de septiembre de 1840 fue un largo memorial de Marcelino; el Hermitage fue convertido en un santuario marista, relicario del Fundador. Un año más tarde, a través de una circular fechada el 10 de agosto de 1841, el H. Francisco pidió a los Hermanos que le envíen testimonios, cartas y apuntes sobre el Fundador, para que sirvan de fondo al escribir su primera biografía.

23. El problema de la autorización legal

Un problema que se presentó desde tiempos de Marcelino Champagnat fue la autorización legal y eclesial del instituto. Cuando murió Marcelino el instituto estaba reconocido por los obispos de las diócesis donde estaba presente y por los ayuntamientos. Pero no lo estaba por el gobierno francés ni por la curia Romana.

La falta de reconocimiento legal, significaba varios problemas, la dificultad para crecer, al estar limitado a alguna región; la posibilidad de dispensar a sus miembros del servicio militar; la necesidad de presentar un examen público para ejercer como maestro y un mayor costo de los impuestos y derechos a pagar cuando un Hermano fallece y ha hecho testamento en favor del Instituto.

La falta de reconocimiento eclesial, representaba una falta de identidad, la naciente congregación era una tercera orden ligada a la Sociedad de María (Padres Maristas) o es una congregación religiosa independiente y autónoma.

De todos estos problemas, el principal y más urgente es resolver el problema del servicio militar de los hermanos jóvenes. Hay que recordar que en un país en constantes guerras el servicio militar duraba al menos 6 años, y supone un alejamiento largo de su instituto para cualquier vocación medianamente confirmada.

En una congregación reconocida, sus miembros eran dispensados del servicio militar con una obediencia de su Superior. Éste indica que el interesado está nombrado en una escuela y con esto basta. Como los hermanos maristas no estaban reconocidos, si alguno de los hermanos era llamado, tenía que presentarse o presentar un reemplazante, lo cual en la época de la muerte de Marcelino representaba pagarle a alguien unos 6000 francos, es decir 15 veces el salario anual de un Hermano.

Desde tiempos del fundador se había notado que la solución de pagar a un reemplazante resultaba ruinosa, y había entrado en comunicación con el P. Mazelier, superior de una congregación de hermanos enseñantes con reconocimiento, pero sin miembros, para que aceptara temporalmente algunos de los hermanos llamados a presentarse en al servicio militar. Igualmente se sabía que el gobierno no quería reconocer a ninguna de las nuevas congregaciones.

24. Unión de los Hermanos de Saint-Paul y de Viviers

El contacto entre los Hermanos Maristas y los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Valence, conocidos como los Hermanos de Saint-Paul-Trois-Châteaux, dirigidos por Monseñor Mazelier, se fue estrechando. Recordemos que esa pequeña Congregación había recibido, en una época favorable, el reconocimiento legal del gobierno francés. Esta situación la ponía al abrigo del servicio militar, que entonces era de seis, siete u ocho años. Los Hermanos Maristas habían podido beneficiarse de ese privilegio, yendo a hacer la clase en las escuelas de Monseñor Mazelier, cuando llegaba el momento de su servicio militar. Ahora se presentaba la ocasión de formar una unión total entre los dos grupos.

Los Hermanos de Saint-Paul eran unos cuarenta, distribuidos en las comunidades de: Han fundado los siguientes establecimientos: Châteuneuf-d’lsère, Le Puy-Saint-Martin, Saint-André-de-Roquepertuis, Saint-Paul-les-Romans, Montelier, Rochegude, Barjac, Rivière, Séhon-Saint-Henri, Saint-Paul-Trois-Châteaux, Eyragues, Courthézon, Tulette y Chaumont.

El acuerdo de unión fue firmado en 1842, e incluía la unión en un mismo superior general, el P. Colin, y director general, el Hermano Francisco; la creación de provincias autogobernadas, el conservar el noviciado de Saint-Paul-Trois-Chateaux y que la nueva sociedad tomaría el nombre de Hermano de María de la Instrucción Cristiana.

En 1844, los Hermanos Maristas se realizará la unión con los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Vivièrs en términos similares a la celebrada con los Hermanos de Saint-Paul. A partir de ese momento, se podría decir que los miembros de la nueva congregación dispondrían de una zona de apostolado extendida por los departamentos de la Drôme, Isère, Hautes-Alpes, Ardèche, Haute-Loire y la Loire y pueden evitar, más o menos legalmente, los 6-8 años de servicio militar.

25. Primera síntesis de Espiritualidad Marista (Circular sobre la Fe)

En la comunicación del Hermano Francisco con todo el Instituto resaltan las Circulares, en ellas se tocan los más diversos temas, desde noticias de familia, difuntos, instrucciones, aspectos de disciplina y felicitaciones. Una de las más importantes es la circular Sobre el Espíritu de Fe, escrita entre1848 a 1853, y entregada en cuatro secciones. En ella se presenta la primera síntesis de la espiritualidad de la joven congregación.

“Es ser cristiano y vivir como cristiano, es decir, pensar, hablar y actuar de acuerdo con el Evangelio y en consonancia con el Evangelio”

Como Jesús, “amemos lo que él amó, que valoremos lo que él valoró, que despreciemos lo que él despreció y que actuemos como él actuó.”

“Como maestros religiosos en primer lugar, somos responsables por nuestro estado de enseñar las verdades de la fe a nuestros alumnos, de darles a conocer y hacer amar a Jesucristo, ya que queremos hacerlos buenos cristianos.”

“el conocimiento y la enseñanza de la religión siempre serán el objetivo y el fin de todos nuestros estudios y de todas nuestras lecciones, porque debemos aprender y enseñar las ciencias profanas solo para poder difundirnos con más autoridad y fruto la ciencia de la religión”.

“Agreguemos, el espíritu de los hermanitos de María, su carácter distintivo debe ser un espíritu de humildad y sencillez, lo que les lleva, a ejemplo de la Santísima Virgen, su madre y su modelo, a tener una predilección particular por la vida oculta, por trabajos humildes, por los lugares y clases más pobres, lo que les conduce a hacer el bien en todas partes sin ruido y sin brillo, que los encariña con una educación modesta y reducida, pero sólida y religiosa.”

“Hay cuatro medios: lectura asidua y la meditación de la palabra de Dios, el espíritu de oración, la comunión frecuente y el ejercicio sagrado de la presencia de Dios.”

26. Autorización Legal del Instituto

Ya se ha hablado de las dificultades que presentaba la falta de un reconocimiento legal del Instituto. (Ver #23 y #24). El hermano Francisco retomó este trámite, que no había podido lograr el P. Champagnat. Durante todo su generalato el H. Francisco se preocupará por lograr dicha aprobación. Carlos Luis Bonaparte subió al poder en 1848. El H. Francisco emprendió las diligencias para conseguir el reconocimiento legal del Instituto.

El Hermano Francisco se trasladó a París para hacer las gestiones. Las negociaciones fueron largas y dolorosas. El H. Francisco tuvo que permanecer varios meses en París para tomar contacto con las personas cuyo apoyo era necesario. Se tuvieron que dirimir cuestiones legales como se trataba de aprobar una orden religiosa o una asociación de utilidad pública y si para aprobarla se necesitaba una ley o un decreto real. Finalmente, el decreto fue firmado por el Príncipe-Presidente Carlos Luis Bonaparte, el 20 de junio de1851. Fue una victoria brillante para el Instituto y para el H. Francisco.

Este decreto es el gran éxito del generalato del hermano François, que triunfa allí donde el P. Champagnat había fracasado a pesar de múltiples tentativas”. La llegada de este decreto “ponía punto final a diecisiete años de esfuerzos, de negativas y de decepciones”. Y llega en las mejores condiciones posibles el decreto reconocía: El carácter religioso de la asociación; su existencia civil como entidad de utilidad pública y, la autorización para extenderse por toda Francia, con todos los derechos civiles.

27. Estatua de Nuestra Señora de las Victorias

Para agradecer por la autorización legal del Instituto el Hermano Francisco mandó comprar un par de estatuas y colocarlas en el patio de L’Hermitage. La primera es una estatua de Nuestra Señora de las Victorias. De esta manera invitaba al Instituto a recordar esta gracia y a renovar su gratitud a la Buena Madre. Hace lo mismo con una estatua de San José, a quien el Instituto había rezado para conseguir la autorización. Hoy esas estatuas se encuentran en el patio central de l’Hermitage.

28. Capítulo de 1852

Entre 1852 y 1854, tendrá lugar un capítulo general, una reunión de delegados de todos los rincones del Instituto para tomar decisiones importantes como son reflexionar las llamadas de Dios sobre el Instituto y renovar los cuadros de gobierno. Para ser electo a este capítulo se necesitaba tener un cuarto voto, llamado de “estabilidad”.

El capítulo tuvo tres sesiones, en la primera se reelaboraron de La Regla, en la segunda se elaboró y aprobó la “Guía de las escuelas” y en la tercera, sobre las constituciones y reglas de gobierno donde se tendrá la visita  de tres importantes personajes, el P. Colin, superior de la Sociedad de María, del Padre Mazelier, antiguó superior de los hermanos de Saint-Paul y la Condesa de la Grandville.

El P. Mazelier solicitó que se cumpliera los compromisos del contrato para la unión con los Hermanos de Saint-Paul, especialmente lo relacionado con el nombre y la división en provincias. La Condesa de Grandville, fue una gran benefactora que ayudo la fundación y desarrollo de varias obras.

Más trascendente fue la visita del P. Colin, pero a ella dedicaremos el siguiente número.

Nota: El voto de estabilidad todavía lo pueden emitir los hermanos, pero ahora no se pide como requisito para algunos destinos o encargos.  

29. Separación con los Padres Maristas

Quedaba pendiente el problema de la identidad del Instituto y el reconocimiento eclesial, Marcelino murió pensando y creyendo que los Hermanos Maristas eran una de cuatro ramas de la Sociedad de María. En 1936 los Padres Maristas son aprobados y se les encomendada las misiones en Oceanía (Polinesia). Pero esa aprobación no dice nada de las Hermanas y los Hermanos Maristas.

Surgió una discusión sobre si los Padres y los Hermanos forman una misma sociedad. Al mismo tiempo se reflexionaba si los Hermanos Maristas era una parte de la tercera orden marista o constituían una congregación religiosa separada.

Entre 1852 y 1854 tuvo lugar un capítulo general, se reunieron 33 hermanos representantes de todas las provincias. En la última sesión el P. Colin, Superior General de los Padres se presentó para informar que Roma había rechazado el mantener unidas las dos congregaciones bajo un mismo superior general.  Así el Hermano Francisco pasó a tomar el título de Superior General.

En este capítulo y bajo su dirección y la de sus dos asistentes, el Capítulo elabora los principales textos legislativos: Reglas comunes (1852), Guía de escuelas (1853) y Reglas de gobierno (1854).

30. Manual de Piedad y Vida de Marcelino

La reflexión sobre una espiritualidad propia del Instituto continuará. Ya se habló (ver #25) de la circular sobre la fe escrita por el Hermano Francisco. Con la aprobación legal para Francia y la separación de los Padres Maristas se reflexionará sobre los aspectos propios que no dan identidad. Dos textos se editaron para dar respuesta a la identidad y a la espiritualidad propia del Hermano Marista.

En 1855 se publicó el Manual de Piedad, que es al mismo tiempo, catecismo para la formación de novicios y una antología de oraciones comunes, en este libro el hermano Francisco tuvo una gran participación.

En 1856 se publicó La vida de José Benito Marcelino Champagnat, el texto lo redacta el Hno. Luis María, asistente general del tiempo del Hno. Francisco. Este texto fue motivado y revisado por el Hno. Francisco. Este texto ha sido la principal obra de estudio de la vida del fundador para la mayoría de los hermanos. Tiene dos partes, uno que enfatiza la biografía del fundador y otro que enfatiza sus virtudes.

31. El Hermitage queda pequeño

Debido a la llegada de muchos formandos y de hermanos encargados de funciones administrativas, la antigua casa madre de L’Hermitage, que se estaba volviendo pequeña, además L’Hermitage se encuentra alejada de las principales vías de comunicación.

Poco a poco fue surgiendo la idea de cambiar la ubicación de la casa general. La oportunidad llegó cuando el alcalde y el párroco de Saint-Genis-Laval propusieron fundar una escuela en su municipio, a las afueras de Lyon. En las negociaciones se mencionó un terreno cercano a la parroquia que se usaban como viñedo.

La propiedad se compró en 1853 y el Hermano Luis María quedó encargado de realizar la construcción. El H. Francisco extrañará l’Hermitage. Pero no era cuestión de oponerse a una decisión tomada democráticamente.

Para poder pagar los gastos se vendió la finca de Grange-Payre, una propiedad donada al P. Champagnat y que se usó como internado y como casa de formación.

Mientras que se terminaba de construir y adaptar la nueva casa, el Hermano Francisco se encargó de obtener el reconocimiento eclesial de la congregación.

32. Proclamación del dogma de la Inmaculada

El dogma de la Inmaculada Concepción de María, fue proclamado el día 8 de diciembre de 1854 por el papa Pío IX, sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano.

El Hermano Francisco se encontraba en L’Hermitage por aquellas fechas y al saber la noticia, escribió una circular, apoyado por el Hermano Luis María, a todo el instituto.

El 2 de febrero de 1855 les dirá a los hermanos:

“El 8 de diciembre de 1854, la Iglesia definió como dogma de Fe la verdad de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María, Madre de Dios por boca de su Jefe supremo, el Papa Pío IX, en medio de la asamblea más numerosa de Obispos que posiblemente haya conocido esta ciudad de Roma, y ante una multitud de veinticinco mil cristianos, reunidos en la basílica de San Pedro en el Vaticano” (Circulaires, T. 2, p. 203. Circular del 2 de febrero de 1855).

“Sobre todo [se admira], en el momento de formular el dogma de la Inmaculada Concepción mediante las palabras sacramentales: definimos, decretamos, confirmamos, su voz se enternece, las lágrimas llenan sus ojos, el llanto le entrecorta la palabra y la emoción del Jefe penetra en toda la asamblea” (Circulaires, T. 2, p. 204. Circular del 2 de febrero de 1855).

“Por todas partes cristaleras, imágenes de María, inscripciones en su honor; por todas partes la divisa MARÍA CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL.”

33. Nuevas casas de formación

El Hermano Francisco se preocupará por la formación de sus hermanos. Además del Noviciado de L’Hermitage y el de Vauban,  creados en tiempos del P. Champagnat, y los de St-Paul-Trois-Châteaux y Viviers, fruto de la unión con otras congregaciones. Abrió un noviciado en St-Pol-sur-Ternoise, paso el noviciado de Viviers a Bégude, y el de Vauban a Hautefort y el noviciado de L’Hermitage a Sanit-Genis.

Ya desde tiempos del Padre Champagnat se había creado una estructura de estudios para que los hermanos pudieran obtener el Diploma que los habilitaba para la enseñanza. Durante las vacaciones, en l’Hermitage se daban clases y cursos para que los hermanos jóvenes pudieran preparar el examen y para un curso de actualización para todos los hermanos enseñantes. Poco a poco estos cursos se fueron acrecentando y formaron lo que después será llamado escolásticado. En 1847, estos cursos se dieron en Grange-Payre, y a la venta de esta casa regresaron a l’Hermitage.

34. Oceanía

En 1855, ya son cinco las Provincias: Notre-Dame-de l’Hermitage, Saint-Paul-Trois-Châteaux, La Bégude, Beaucamps y lo que se llama la Provincia de Périgueux, con Hautefort. Pero no conviene olvidar un 6º sector: Oceanía.

En estas islas lejanas, los Hermanos formaban comunidad con unos 70 Padres Maristas. Además, aunque la mayor parte fueron formados en L’Hermitage, la separación con los padres dejó incertidumbre si formaban parte de la congregación de los Padres o de los Hermanos. El Hermano Francisco será la opinión que seguían siendo hermanos maristas. Siguó enviando hermanos a Oceanía y se escribirá con ellos. Les dirá:

“Id mis queridos Hermanos, allí donde la obediencia os llama; sed buenos misioneros, muy regulares, amad al Señor y a la Santísima Virgen. Estaré con vosotros durante ese largo viaje por los océanos. Os bendigo de todo corazón”.

Seguramente se preguntó si sería factible, a partir de este tercer apostolado (ayudar a los Padres en las misiones), hacer aceptar también los otros dos (escuelas rurales y los huérfanos), para que los Hermanos como se ha reconocido como lo fueron los padres maristas

35. Fundaciones y extensión a otros países

El Hermano Francisco no solamente se preocupó por continuar la obra misionera de los Hermanos en Oceanía. También se preocupó por hacer realidad la frase del fundador: “Todas las diócesis del mundo entran en nuestra mirada”.

Formó a los hermanos en otras lenguas y culturas y en 1852 abrió la primera escuela marista en Inglaterra, luego en 1858 abrió la primera escuela en Escocia y ese mismo año en Bélgica.

Los tres primeros hermanos en Londres fueron el Hermano Gastan, el Hermano Procope (ambos franceses) y el Hermano Patrick (un irlandés londinense). Se hicieron cargo de la escuela parroquial  de Spitalfields  a petición del padre Quiblier, sacerdote sulpiciano. La población de Londres era entonces de 2.363.000 habitantes, de los cuales 108.548 habían nacido en Irlanda.

Dos años más tarde se abrió la primera escuela en Glasgow, donde años más tarde Brother Walfrid, fundará un equipo de futbol soccer, El Celtic, con el objetivo de recaudar fondos para sostener una escuela gratuita y un comedor para los pobres.

36. Viaje a Roma para el reconocimiento eclesial

El hermano Francisco retomará los trámites para obtener el reconocimiento eclesial, para ello fue a Roma en 1858, en un momento en que el Papa está en disputa con la corriente del Risorgimento francés. Durante su estancia en Roma, el hermano Francisco sufrirá directa y violentamente la adversidad del contacto con la realidad romana.

Acompañado por el hermano Louis María, partió de Saint-Genis-Laval el 6 de febrero. El Padre Nicolet, procurador de los Padres Maristas, le advirtió antes de su partida: “En Roma están cansados de tantas instituciones nuevas” y quieren examinar cuidadosamente sus reglas y constituciones antes de aprobarlas.

Cree que ha armado un buen expediente, esperaba obtener la aprobación provisional muy rápidamente. Pero, en Roma, se desconfía de los franceses, todavía no perdonaban el encarcelamiento del Papa por Napoleón; además, el hermano François era un laico, que habla un latín mediocre, poco acorde con los usos eclesiásticos y se presenta como superior de una congregación que no tiene sacerdotes entre sus miembros.

Las congregaciones romanas piensan que los Hermanos Maristas se parecen más a los Hermanos de las Escuelas Cristianas que a los Padres Maristas. Al mismo tiempo, y todavía más grave: Roma recibió quejas de antiguos hermanos sobre la forma de organizarse de la congregación y los tratos recibidos.

Los tramites y los tiempos se dilatan y el hermano Francisco regresa, a Saint-Genis, en agosto sin haber conseguido la autorización buscada.

37. La Casa de Saint-Genis

Durante el tiempo en que el Hermano Francisco estuvo en Roma, la casa general del Instituto se trasladó de L’Hermitage a Saint-Genis-Laval. Fue el año de 1858. Se reubicó todo el Gobierno del Instituto, conocido como “el Régimen” junto con el Noviciado y todos servicios de la casa, incluso gran parte de los ornamentos de la Capilla, el material escolar de la libraría, la enfermería, los talleres y la zapatería fueron transportados a Saint- Genis. Durante el traslado, lamentablemente, varios documentos del archivo se extraviaron.

Quedaron en L’Hermitage solamente una docena de Hermanos.

La casa de Saint-Genis se construyó en su mayor parte por medio de los ahorros y sacrificios hechos por los hermanos de las comunidades. Cinco años más tarde se terminó de construir la capilla. La casa recibió ese año más de 100 novicios.

38. Capítulo de 1860: Nombramiento de un Vicario General

Roma, al estudiar las constituciones, pidió realizar algunos cambios. Para hacerlo, el Hermano Francisco convocó a un Capítulo general el año de 1860. De acuerdo con las normas, los capitulares se eligieron entre los hermanos con voto de estabilidad, eran 33 en ese momento y había que elegir a 30. No se realizó elección por que tres de ellos presentaron su renuncia a ser capitulares. El Capítulo se realizó en la nueva casa de Saint-Genis-Laval.

Durante las discusiones, el hermano Francisco sorprendió a todos presentado su renuncia como Superior General. Argumentó motivos de salud, continuos dolores de cabeza que le impedía trabajar. Posiblemente cuatro razones influyeron en su decisión: su mala salud; las responsabilidades crecientes; las exigencias de su vida interior y el ejemplo del Padre Colin, quien había renunciado en 1854 a ser superior general de los Padres Maristas.

Sobre su salud comenta el H. Francisco de Borja, asistente general en tiempo del H. Diógenes (1920-1942):

“No es de extrañar que la salud de este modesto obrero del Señor fuera quebrantada e incluso muy delicada a los 52 años. Desde hacía mucho tiempo el H. Francisco sufría dolores de cabeza. Las dificultades, ocupaciones y preocupaciones, la solicitud por todos no le dejaban un momento de descanso. Sus jaquecas se hicieron crónicas y alcanzaron tal gravedad que solicitó ser descargado del peso del gobierno del Instituto…”.

Después de mucha discusión, el Capítulo no aceptado a la dimisión del Hermano Francisco, quién siguió siendo superior general, pero que por razones de salud transmite completamente su cargo a su vicario, el Hermano Louis María. Jurídicamente, el H. François sigue a la cabeza de la congregación. En la práctica ha dimitido. Ya no intervendrá en el gobierno.

Además, el Capítulo elige a tres nuevos asistentes. Estas nominaciones son un medio para reducir una centralización que Roma considera excesiva.

39. Reconocimiento Eclesial

El Hermano Luis María, vicario general, continuó las gestiones para obtener el reconocimiento eclesial del Instituto, en 1862 viajó a Roma. Le pidieron convocar nuevamente a un Capítulo General para revisar y aprobar unas nuevas constituciones.

Fue el capítulo general de 1862, que aprobó un proyecto de constituciones y respondió a las observaciones realizadas por la congregación para los obispos y regulares.

En enero de 1863 el Instituto fue aprobado por Su Santidad Pío IX, en el decreto se especifica que “aprueba y confirma la congregación de los Hermanos Maristas de las Escuelas”. Este era, en efecto, el nombre dado por la Santa Sede a esta congregación que el gobierno francés llama Hermanitos de María, congregación de enseñanza, de los Hermanos coadjutores de los Padres Maristas.

He aquí el texto:

“Nuestro Santísimo Señor el papa Pío IX, en audiencia concedida al Señor Secretario, abajo designado, de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, el 9 de enero de 1863, ha aprobado y confirmado, a tenor del presente decreto, como congregación de votos simples, bajo el gobierno de un Superior General, y salvo la jurisdicción de los ordinarios, según las prescripciones de los sagrados cánones y de las Constituciones apostólicas, el susodicho Instituto de los Hermanos Maristas de las Escuelas (Fratres Maristae a scholis) cuya casa madre se encuentra en la diócesis de Lyon. Asimismo, ha confirmado, a modo de ensayo y por cinco años, las Constituciones abajo escritas, tal y como se contiene en este ejemplar; sin que conste nada en contrario.”

40) Renuncia como Superior General

Los términos de la aprobación de las constituciones por Roma causarán algunos problemas ya que algunos artículos estaban en contradicción con los términos aprobados en los Estatutos del Gobierno de 1851. Se tendrá que convocar a una segunda sesión del Capítulo General, para discutirnos y proceder a la elección-ratificación del gobierno del Instituto.

La segunda sesión del Capítulo General tuvo lugar en julio de 1863. Como ya se había obtenido el decreto de aprobación, aunque provisional, no había inconveniente para aceptar la renuncia del Hermano Francisco como Superior General y proceder a la elección de su sucesor. El elegido será el Hermano Luis María.

Para el Hermano Francisco terminó su periodo como superior de la congregación, lega al instituto:

1- Una congregación legalmente reconocida (1851).

2- Cinco noviciados.

3- El primer escolásticado, en la Grange-Payre.

4- Nuevas Reglas Comunes (1852).

5- La Guía de las Escuelas (1853).

6- Las Constituciones y las Reglas de Gobierno (1854).

7- Un voto nuevo, el de estabilidad (1855).

8- La primera biografía del Fundador (Hno. Juan Bautista Furet, 1856).

9- Una nueva Casa general: Saint-Genis-Laval (1853-1858).

10- 1536 Hermanos, más de 500 novicios y postulantes, 394 escuelas, y cerca de 50.000 alumnos.

11- La congregación está presente en toda Francia, además, se tienen obras en Bélgica, Inglaterra, Escocia y 19 Hermanos trabajaban en Oceanía.

12- Se obtuvo el reconocimiento Pontificio.

En síntesis, el Hermano Francisco dio a la congregación solidas estructuras.

41. Nombrado Superior del Hermitage

A partir de 1860, después de su renuncia como Superior General, residió en el Hermitage, como superior de la comunidad. Se esforzó por hacer del Hermitage un santuario marista, es la casa que Marcelino, con sus propias manos, había construido. El Hermano Francisco fue siempre, y para todos, modelo de oración y de vida interior. Por ejemplo, cuando regresaba de comulgar su sonrisa se iluminaba por el gozo de haber recibido al Señor.

Pocas cartas y notas de retiro, nos dejó de estos años, pero en una de ellas escribe: “Había tres cosas que San Juan de la Cruz normalmente le pedía a Dios: la primera, no pasar un día sin sufrir; la segunda, no morir superior; la tercera, acabar su vida en la humillación (24 de noviembre)”.

42. Formador

La casa del L’Hermitage, descargada de la función administrativa, con el traslado de la casa general y el noviciado a Saint-Genil, quedó convertida en una casa de retiro, por algún tiempo. Más tarde acogió a los hermanos que se prepararan para presentar el diploma de educador, es decir se convierte en lo que más tarde se llamará escolástico.

Francisco narra en una carta “Tengo aquí más de 80 Hermanos que dirigir y formar y una gran casa que cuidar, como el precioso relicario del Padre Champagnat, donde cada una de sus piedras nos ofrece su religioso recuerdo. Así pues, no salgo, vivo como ermitaño y no hago ni viajes ni visitas, por razones de salud y para cumplir mejor las funciones de mi cargo.” (24 de enero de 1862)

En 1868, se decidió crear un juniorado en la casa del Hermitage. En esta casa de formación se recibió a los niños de 11 o 12 años que tenían deseos de ser hermano, pero no tenía la edad para ingresar al postulantado. Funcionó como un internado de primaria superior. Fueron estos niños quienes comenzaron a llamar “abuelo” al Hermano Francisco.

Cada domingo por la tarde, el Muy Reverendo Hermano Francisco, “el abuelo”, como le llamaban en la casa, presidía el nombramiento de las notas. Aprovechaba para dar una pequeña conferencia de formación religiosa.

Uno de estos niños se expresará más tarde: “Recuerdo que, durante los primeros meses de mi noviciado, éramos felices al ver llegar el atardecer del domingo. Hacia las seis y media, toda la comunidad se reunía y el H. Francisco daba su instrucción. Era motivo de gran alegría para todos escuchar su palabra sencilla, pero llena de unción. Citaba muy a menudo los ejemplos y la doctrina del Venerable P. Champagnat. Por eso, sus instrucciones eran muy apreciadas por los Hermanos y los novicios y producían excelentes frutos de salud en las almas”.

43. El santo Director de l’Hermitage

El H. François consideraba que el Superior debe de ayudar a los Hermanos en su vocación a la santidad. Invitaba a sus hermanos a cuidar la oración y la piedad:  “El oficio se recitará, en cuanto de mí dependa, con la mayor devoción”. Con paciencia y amabilidad, pero al mismo tiempo, con constancia y firmeza, convirtió l’Hermitage una casa de regularidad.

Personalmente llevaba una vida muy pobre. Al estilo de su santo patrón San Francisco de Asís.  proclama la bienaventuranza de la pobreza: “¡Qué felicidad no poseer nada que nos retenga y poseerlo todo contentándose sólo con Dios”!

Su biblioteca contenía sólo algunos libros. Al hablar con los formandos les decía, como había hecho San Bernardo: “Quien se pone a leer no busque aprender cosas sobre Dios, sino saborearlas”.

Sabía ser un superior exigente, que se fija en la norma y al mismo tiempo que era amable, uno de sus hermanos recordará: “Cuando el H. François había impuesto una penitencia, la ablandaba luego con palabras amables o actitudes apropiadas para hacerla olvidar”.

44. Ecologista prematuro

Otro rasgo que desarrolló, a imitación del su santo patrón San Francisco de Asís, era su amor por las plantas y los animales.

El Hermano Francisco cuidaba un pequeño jardín donde cultivaba plantas medicinales, con las que preparaba remedios para diversos malestares.

De igual manera se preocupaba por los pequeños animales que vivían en los alrededores. Los cuidaba y protegía. Un formando de aquellos tiempos recordaba:

“Grande fue mi asombro cuando llegó la primavera de 1858, cuando hacía mi noviciado en el Hermitage, ver que los pajaritos hacían sus nidos en los rosales u otros pequeños arbustos del jardín y en todos los agujeros de las paredes de nuestros patios de recreo. Los hacían al alcance de la mano de cualquiera. Pero no tardé en tener una explicación de lo que me había parecido tan extraordinario, a mí que, en mi pueblo tenía la pasión de correr a buscar nidos y no para protegerlos. Me advirtieron que el H. Francisco era muy severo sobre ese punto. No permitía que se estorbara a esas pequeñas criaturas de Dios en la confección de sus nidos o sus idas y venidas para llevar el alimento a sus pequeños.”

45. Silencio y vida interior

El H. François, como se pensaba en su tiempo, tenía la profunda convicción de que la Regla perfectamente observada era el mejor medio de vivir el Evangelio, en otras palabras, de ser santo. Para él, el silencio era un punto esencial de la Regla, y lo traducía en actos concretos como acompañar una puerta, no hablar o por lo menos bajar la voz cuando hay que hacerlo, manifestar prudencia y discreción. Para vivir de esta manera se requería un profundo dominio de sí mismo.

Su intención era clara: al crear un ambiente de silencio, que facilita a todos vivir en presencia de Dios.

46. Santo enfermero

El H. François se hizo acompañante de los enfermos, incluso, en un momento dado, pidió acompañar a los Hermanos en la agonía, y este ministerio lo practicó durante muy largo tiempo, desde 1826 hasta su muerte, con las pausas impuestas por sus otras funciones.

“El Padre Champagnat le había hecho seguir un pequeño curso de medicina y le había nombrado enfermero de los Hermanos. Preparaba los remedios con gran habilidad; los enfermos lo preferían a cualquier otro.”

Un hermano narró la siguiente anécdota: En 1860, encontrándome en el Hermitage como enfermero provisional, me ocurrió lo siguiente: El H. Ceferino, de la clase especial, fue operado de amígdalas. La de la izquierda, que había sido cortada demasiado profundamente, provocó una hemorragia considerable, de 4 a 8 de la tarde. Dejando al enfermo al cuidado de otro hermano, fui corriendo a llamar al Reverendo Hermano, el cual vino al instante. Me pidió el frasco de ácido sulfúrico y, habiendo tomado un poco de algodón empapado en el ácido, lo aplicó un instante al exterior del cuello, al lado izquierdo, y al instante cesó la hemorragia. ¿Fue la aplicación del ácido lo que hizo cesar la hemorragia o la oración del Superior? Pues se puso a rezar mientras aplicaba el algodón empapado. No lo sé. Lo cierto es que la hemorragia se detuvo instantáneamente y el enfermo que tenía un síncope recobró al instante el conocimiento.

A otro hermano le escribió:

Mi querido Hermano:

la enfermedad del querido H. Acaire me da ocasión de recomendarle vivamente a usted dar abundantemente a sus colaboradores lo que necesitan para sobrellevar las fatigas de la enseñanza: conservar su salud es la más grande economía que usted puede hacer para la Sociedad, siempre dentro de los límites de la Regla, a menos (creo que no tengo necesidad de recordárselo) de necesidad extraordinaria que una atención paternal sepa descubrir a menudo, aún antes de que el religioso la haya manifestado….

Una de sus resoluciones era muy clara en este aspecto: “Ver a Jesús en la persona de los enfermos; los visitaré y los consolaré tanto como pueda”.

47. Hombre de Oración

De sus reflexiones y de sus enseñanzas, resumimos lo que concierne a la oración en la vida religiosa: “El religioso debe ser esencialmente un hombre de oración. La oración debe ser una ocupación familiar, practicándola los que Champagnat llamaba “el punto capital”.

Modelo del religioso apostólico viviendo en comunidad, exige de sí mismo y de los demás una oración común lo más perfecta posible. Las oraciones habían de hacerse con lentitud, escuchando al vecino para que el recitado sea uniforme.

Todos los Hermanos, y hasta los vecinos, observaron el intenso recogimiento que vivía en la capilla, pese a su salud siempre vacilante, se mantenía de rodillas, de forma heroica, sin apoyarse en el reclinatorio.

Después de la muerte del Hermano Francisco algunos hermanos recordarán:

Cada día rezaba el Viacrucis, a media mañana, de rodillas, hasta 1876, y de pie los últimos cinco años de su vida, porque, al estar de rodillas, ya no podía levantarse sin ayuda… Hacía su meditación entre nosotros y como nosotros, de rodillas sobre el suelo. Estuve muchas veces a su lado: me parecía impregnado del amor de Dios… Su compostura era tan edificante que me decía a mí mismo: «Hablaba con el buen Dios, no se ocupaba más que de Él, evitábamos distraerle. Parecía que la oración era su elemento y que era muy natural para él, por eso sus circulares hablan muy a menudo sobre la oración, prueba de que él hacía de ella sus delicias. Siempre se le veía en un profundo recogimiento»

48. Eucaristía

El hermano Francisco mostraba un verdadero amor y respeto por la Eucaristía. Puede decirse que tenía una profunda intimidad con Jesús. Un ejemplo sería la manera en que animaba y participaba en la celebración del día del Corpus Christi.

Se podrían citar decenas de testigos que hablan de su actitud al volver de la comunión. Según la costumbre de la época, era el único en comulgar todos los días. Algunos comentarán más tarde:

“Nos gustaba observar al H. François cuando volvía de comulgar con la sonrisa en los labios. Al ver su cara iluminada, se le hubiera tomado por un serafín. Llegado a su puesto, parecía un ángel prostrado en oración ante la divina majestad y abrasado por los impulsos enviados hacia su bien amado Jesús, al que había tenido la dicha inmensa de recibir”. “Tan recogido, añade otro, que resultaba extraño verle encontrar su reclinatorio

La capilla es también el lugar donde se ha de manifestar más respeto, les decía a los formandos, No se corre en el lugar santo, y el atolondrado que se dejara sorprender en falta no se libraba de tener que besar el suelo en reparación por su falta de respeto. El H. François no toleraba ningún ruido, ni la más ligera perturbación.

49. Prácticas Marianas

Para el Hermano Francisco María era, ante todo, Modelo de Vida. Especialmente en cuanto a la humildad y el discernimiento: “En el misterio de la Encarnación, al escuchar las palabras del ángel, evita la pronta y temeraria credulidad de Eva que se deja engañar por el demonio y la súbita y seca incredulidad de Zacarías que no quiso creer en las palabras del ángel. Reflexiona, examina, pide aclaraciones y se somete al reconocer que cuanto se le dice viene de Dios y conduce a Dios, sin ninguna infracción de la ley y de su voto. Modelo admirable de prudencia y discernimiento”.

Como para el Padre Champagnat, María es para él: Madre, Recurso Ordinario y Primera Superiora. Este último título lo propone, sobre todo, a los Superiores y directores: “La Santísima Virgen sabrá compensaros por las pequeñas privaciones que debéis soportar. Que esta buena Madre presida siempre vuestra escuela, regule y dirija todas vuestras gestiones”. “Actuad como representantes de María”. “Consideraos como el representante de la Sma. Virgen que os confía una pequeña parte de su herencia”. “Entronizadla como superiora de vuestra casa y decidle que deseáis que todo se haga según sus órdenes y deseos”.

No tiene reparo manifestar su amor a María a través de múltiples prácticas. En una ocasión enumeró quince de ellas, mismas que él vivía:  

1- Pronunciar con frecuencia su nombre, con los de Jesús y José.

2- Pedir su bendición al levantarse y acostarse, al salir, al volver, al empezar los ejercicios de piedad, los actos principales, etc…

3- Saludar con afecto sus estatuas. María es educada: devuelve el saludo del cielo. ¡Qué dicha para nosotros!

4- Llevar la medalla, el rosario, el escapulario.

5- Trabajar ante su imagen o su estatua que deben estar en las principales estancias de la casa.

6- Ofrecerle cuanto recibamos, antes de guardarlo, de llevarlo.

7- Meditar sus gozos, sus dolores, sus glorias, sus beneficios.

8- Celebrar sus fiestas con gran devoción y renovar la consagración a esta divina Madre.

9- Ayunar el sábado o realizar alguna obra de caridad en su honor.

10- Hablar con frecuencia de ella a las personas que frecuentamos: Hermanos, alumnos.

11- Rogarle hable por nosotros, para cumplir nuestros deberes con Jesús Cristo.

12- Confiarle nuestras penas y alegrías, proyectos y temores.

13- Recitar con devoción su oficio, el rosario, la Salve, el Acordaos, el Magnificat, el Ave Maris Stella, etc…

14- Hacer novenas en su honor o para preparar sus fiestas, encomendarle ciertos asuntos.

15- Visitar sus estatuas, capillas y templos que le están dedicadas.

50. San José

El hermano Francisco meditaba frecuentemente en San José. Contempla a San José como modelo de la autoridad y obediencia en Nazaret: ¿Quién puede comprender la perfección de María y José al mandar a Jesús?” En sus notas de retiro encontramos varias oraciones a San José. Durante su enfermedad de 1844, escribió: “San José, nuestro querido patrono y poderoso protector, me ha socorrido de forma maravillosa. Cita a la Madre Rivière, fundadora de las Hermanas de Boug-Saint-Andéol, quien proponía a San José como modelo para sus comunidades: “Portaos con vuestros alumnos como San José con el Niño Jesús”.

“Pónganse, sigue diciendo el Hermano, bajo la protección del glorioso San José. Este gran santo, testigo y guardián de la virginidad de María, y que practicó esta santa virtud en grado heroico, protege de forma admirable a cuantos acuden a él para protegerse de la muerte del alma y no manchar el santo lirio de la inocencia”.

Lo propone como modelo: modelo para la vida de oración y recogimiento y patrón de las almas de vida interior. Modelo también, como la Sagrada Familia, de trabajo manual, tan importante en la vida del H. François. “Para honrar la vida obscura y laboriosa de la Sagrada Familia, los Hermanos y novicios se emplean en la cocina, el huerto y otros trabajos manuales para la limpieza de la casa y servicio de la comunidad. Deben considerarse felices al parecerse más a Jesús, María y José”.

Como Santa Teresa de Ávila invita a los Hermanos que se sienten abandonados espiritualmente a recurrir a él: “Quien se vea falto de un director que le guíe por las vías de la oración, tome a San José por guía; muy pronto conocerá el verdadero y seguro medio de llegar al fin que pretende”.

Durante su estancia en Roma, se siente dichoso al participar en la novena a San José, “Es hermoso oír proclamar, cantando sus letanías, las glorias y la belleza del glorioso esposo de María, patrón de los pobres y trabajadores, protector de los enfermos y moribundos”. Coloca entre las fechas importantes de su vida la fiesta del Patrocinio de San José, fijada por Pío IX, en 1847, para el domingo 3º después de Pascua. Un 17 de abril, fiesta de dicho patrocinio, al recordar diversos favores, lo llama “Ecónomo de la Sociedad, Médico de las enfermedades espirituales y corporales, Patrono y Modelo del gobierno del Instituto”. En sus cartas, con frecuencia se encuentra a manera de despedida: “le dejojunto al divino Jesús,a la sombra de nuestra amable madre y bajo la protección de San José: se está tan bien…”.

51. El abuelo (Hermitage diventa Juniorado)

Como director de la casa del Hermitage, el Hermano Francisco, llevó una vida regular y tranquila, se podría decir que contemplativa. Cuidaba una parte de la huerta, atendía a los hermanos de la enfermería y dedicaba largo tiempo a la oración. No rehuía el trabajo y aceptaba seguir siendo superior de la casa y de los estudiantes, se exigía presidir todos los actos comunitarios, lo mismo oraciones que comidas, y seguía dando los cursos de religión.

Aunque exigente, se manifestaba cercano a los formandos, los conocía a cada uno por su nombre y sabía orientarlos con un consejo oportuno. Fueron ellos los que le empezaron a llamar cariñosamente “el abuelo”. Él presidía cada domingo el nombramiento de notas de los novicios y aprovechaba de esta ocasión para estimularlos a hacer todas las cosas para agradar a Dios y a la Santísima Virgen.

Solo por citar un ejemplo, un hermano recordará más tarde el tiempo cuando llegó de postulante al Hermitage:  “Quiso ver a todos los postulantes recién llegados durante su ausencia. Era para conocerlos. En mi caso, cuando me tocó el turno, con emoción y algo de miedo, entré en la habitación del Superior. ¿Quién eres? ¿Cuántos años tienes? ¿De dónde eres? ¿Te estás acostumbrando? ¿No hay nada en la casa que te cause pena? ¿Duermes bien? etc.” Esas fueron las preguntas que me hizo con una bondad, casi maternal. Me conmovió. Ya me iba a marchar para dejar el puesto a otro, cuando me retuvo para hacerme la siguiente pregunta: “Hijo mío, ¿tomas las cuatro?” Dudaba de la respuesta, pues no comprendía bien lo que quería decir con la expresión: “¿Tomas las cuatro?”. Entonces cambió la forma de la pregunta para ponérmela más fácil: “¿Tomas una merienda a las cuatro?”, me dijo con una sonrisa. A mi respuesta afirmativa, añadió paternalmente: “Aliméntate bien, hijo mío, necesitas crecer pues eres muy pequeño, ese es un defecto del que te corregirás, estoy seguro”.

Esa pequeña charla con el primer Superior del Instituto dejó en mi alma un no sé qué que me encantó. Sentía una alegría muy profunda cuando salí a juntarme con mis compañeros.

52. Guerra de 1870 recibe a los habitantes de Saint-Genis

El 19 de julio de 1870 Francia había entrado en guerra poco afortunada con Prusia, y el desastre fue inmediato. El H. Louis-Marie se dirigió a Tours para hablar con el gobierno provisional sobre una posible dispensa para los funcionarios de la enseñanza pública, era el caso de numerosos Hermanos, respecto a la movilización de guardias nacionales. Los reclutas estaban organizados por legiones y, a primeros de octubre, quedó claro que la casa de Saint-Genis-Laval sería confiscada. En un primer momento debía albergar a 2000 hombres de la 1ª legión del Rhône. Ésta no causó desperfectos, pero, poco a poco, hubo que ir cediendo aposentos. El H. Louis-Marie pasó el invierno en l’Hermitage.

Luego fue el turno de los movilizados de la Gironde a los que sucedieron los de Alsace, luego la 3ª legión del Rhone y, finalmente, los marselleses. En total la casa estuvo ocupada durante cuatro meses desde mitad de octubre de 1870 y, en su conjunto, bastante maltratada.

El 10 de septiembre de 1870, los Superiores se enteraron de que habría que dejar la casa. Los días 10, 11 y 12 de octubre se tiene que desalojar la casa. Trabajan en ello día y noche. Los mayores de entre los Hermanos jóvenes son enviados a las escuelas; algunos a sus familias de forma provisional, y los 52 novicios deben partir hacia Notre-Dame del Hermitage.

Tras una noche muy corta, el 13 de octubre tienen que hacer a pie el trayecto de Saint-Genis a Rive-de-Gier, pues los trenes estaban reservados para el ejército. Desde Rive-de-Gier a Saint-Chamond en tren, tras larga espera; una vez en la estación de Saint-Chamond, nueva prueba de cuatro kilómetros a pie para gente ya cansada. Llegan a l’Hermitage a las 11’30 de la noche sin que nadie hubiera avisado de su llegada. El hermano Francisco los recibió con estas palabras:

“Habéis tenido que abandonar la casa paterna de Saint-Genis-Laval, pero tranquilizaos, mis queridos hijos, seréis bien acogidos en la casa del abuelito. Pero como estamos en momento de gran silencio en toda la casa, he querido recordaros a todos esta obligación de guardarlo. Sin embargo, y como se trata de algo excepcional, seguid hablando unos instantes más, pero hacedlo bajito para no molestar a nadie”.

Uno de los novicios recordará este hecho como inolvidable, descubriendo esa noche a un religioso, fiel observante del reglamento, pero también a un padre, a un abuelo, como se llamaba a sí mismo, lleno de bondad y paternal solicitud hacia sus nietos.

53. Desbordamiento del Gier

El 6 de mayo de 1872, una nueva crecida del río Gier recordó al H. Francisco aquella ocurrida en 1840. En aquella ocasión había hecho lo mismo que el Padre Champagnat, llevaba al grupo de jóvenes Hermanos a la capilla de Nuestra Señora de la Piedad, recitando el “miserere” a la ida y las letanías de la Santísima Virgen al regreso. Hagamos lo mismo, decía. Y durante las letanías de la Virgen las lluvias cesaron. Cuando salieron de la capilla, las aguas se habían retirado del comedor, que ya estaba inundado.

En esta ocasión, colocó sus dos escapularios en la ventana de la habitación. Al instante, según los testigos, la lluvia cesó y descendió el nivel del río; el cielo se aclaró y se disipó todo temor. El muro de la casa del noviciado se había caído a lo largo de doce metros, pero el edificio principal estaba a

54. Ultima enfermedad: apoplejía

En 1876, el H. Francisco fue víctima, posiblemente, de un derrame cerebral. Era el 24 de mayo, cuando el H. Carloman llamó a su puerta con el Laudetur Jesus Christus y no oyó ninguna respuesta. El H. François había perdido el conocimiento y yacía en el suelo. El doctor Fredet, advertido de urgencia, diagnosticó apoplejía fulminante con parálisis de los miembros de la parte derecha. Su estado es grave, casi desesperado. Mediante un telegrama se avisó en el acto a los dos Asistentes presentes en Saint-Genis y a su sobrino el Padre David.

Pero se advierte una ligera mejoría, y toda la casa se vuelca en plegarias ininterrumpidas y los grupos se relevan cada hora ante el Santísimo Sacramento.

El H. Louis-Marie, superior general, llegó el 30 de mayo desde París. Exhorta a la Comunidad a hacer violencia al cielo para obtener una curación milagrosa. Y, desde luego, si la curación no fue ni repentina ni completa, fue sin embargo sólida. “No es de extrañar que siga vivo, decía el enfermo; han rezado tanto por mí que no podía morir”.

55. Muerte de los compañeros de camino

Poco a poco fueron muriendo los primeros hermanos maristas, al hermano Francisco le tocará enterrar a todos los hermanos que fueron sus compañeros en la casa de Lavalla, cuando Marcelino Champagnat los invitó a “Ser Hermanos”.

El primer hermano el Instituto, el Hermano Luis (Audrás) murió en Nuestra Señora del Hermitage, el 3 de agosto de 1847.

El Hermano Lorenzo (Juan Claudio Audras) lo hará el 8 de febrero de 1851, a los 58 años, también en Hermitage. El hermano Juan Bautista escribe: “Antes de morir, decía el hermano Lorenzo al Hermano Francisco, que se disponía a salir hacia París para activar los trámites de la autorización: No se preocupe; cuando esté arriba con el padre Champagnat, ya verá cómo arreglamos el asunto entre los dos.”

El Hermano Antonio (Couturier), murió el 7 de marzo de 1851, en Ampuis donde fue enterrado. En su circular del 3 de julio de 1851, el hermano Francisco, escribió: “Ven, queridos Hermanos, que nuestros ancianos se van, los que el padre Champagnat había formado y que tenían plenamente su espíritu, el espíritu original de la Sociedad: en menos de un mes hemos perdido a los dos más ancianos de la comunidad (el hermano Lorenzo y el hermano Antonio). Pidamos a Dios que el espíritu de estos buenos hermanos viva y se perpetúe entre nosotros, su piedad sencilla y sincera, su celo por la enseñanza del catecismo, su amor a la pobreza y a la sencillez, a la regla y usanzas del Instituto, su dedicación a todos sus intereses, su respeto, su sumisión y apego a los que tienen que guiarlo. Es cierto que estas virtudes brillaron, de modo particular, en los buenos hermanos Lorenzo y Antonio cuya muerte les anunciamos…Son verdaderos hermanos de María y debemos absolutamente hacerlos vivir de nuevo en la Sociedad, imitando sus virtudes y conservando su espíritu.”

El Hermano Estanislao (Claudio Fayol) murió en Nuestra Señora del Hermitage el 2 de noviembre de 1853. Y tiempo después, El Hermano Bartolomé (Badard), murió el 5 de julio de 1877 con 78 años.

También sus compañeros en el gobierno del Instituto murieron antes que él, el Hermano Juan Bautista (Furet), su asistente murió en Saint-Genis, el 5 de febrero de 1872 y Hermano Luis María (Pierre-Alexis Labrosse) su asistente, vicario y sucesor en el gobierno, lo hará el 9 de diciembre de 1879.  El Hermano Francisco expresará ese día: “Ahora mis dos asistentes están en el cielo. Todo lo que tengo que hacer ahora es ir y unirme a ellos”.

56. VII Capítulo General

Con la muerte del Hermano Luis María, Superior General se convocó a un capítulo general para elegir un nuevo superior. El capítulo comenzó el 7 de marzo de 1880. El Capítulo se constituyó con 47 miembros, incluido el hermano François, que formaba parte por derecho, los 8 Asistentes, el hermano Procurador y el hermano Secretario. La reunión capitular tuvo lugar en Saint-Genis-Laval.

La carta que los capitulares mandaron a todos los hermanos contiene un párrafo sobre el hermano François: “No podemos concluir esta carta, queridos hermanos, sin expresar la alegría y el consuelo experimentado al tener providencialmente, en bastante buen estado de salud, en medio de nosotros, a nuestro Muy Reverendo hermano François, primer Superior general elegido mientras vivía el P. Champagnat, nuestro piadoso Fundador. Su presencia en esta solemne circunstancia ha sido un poderoso incentivo para todos nosotros y con felicidad cada uno de nosotros ha podido contemplar su venerada persona, las virtudes de humildad, sencillez y modestia que caracterizan a todo verdadero hermanito de María. Que podamos imitar su ejemplo y corresponder así, de acuerdo con sus deseos, a la santidad de nuestra hermosa vocación.”

57. Muere un santo

El sábado 22 de enero de 1881, al mediodía, el Hermano Francisco no asistió a la visita comunitaria al Santísimo Sacramento. Como no solía ausentarse de las oraciones, preocupados por su ausencia, los hermanos fueron a su habitación y lo encontraron sin conocimiento, de rodillas al borde de su cama. Un ataque de apoplejía lo había dejado en ese estado. El capellán de la casa le administró la unción de los enfermos, pero no dio señales de conocimiento. Quedó en ese estado hasta las seis de la tarde, hora en que entregó su alma a Dios.

El día del funeral hacía mucho frío y había 25 centímetros de nieve… el H. Estratónico, superior general,  estuvo presente con otros hermanos, todos se encontraban “alegres y reconfortados, con la idea de que estaban asistiendo a los funerales de un santo

La gente de la región decía: “¡Ha muerto un santo!” Sin embargo, apenas era conocido, excepción hecha de las personas que venían a consultarle, porque era un gran conocedor de las hierbas y de los remedios elaborados a partir de plantas. Aunque era poco conocido por la gente, eso no había impedido que se difundiese una misteriosa influencia y admiración hacia él. Los que visitaban el Hermitage, aseguraban que su figura se iluminaba cuando recibía la comunión, y cuando regresaba a su puesto, su rostro parecía transfigurado.

Sus restos fueron depositados al lado de la tumba del P. Champagnat en el cementerio del Hermitage; sobre su tumba se elevó un pequeño monumento rematado por una cruz. En 1924, sus restos se trasladaron al interior de la capilla del Hermitage, donde se pueden venerar aún hoy día.

58. El Instituto a la muerte del Hermano Francisco

Con la muerte del Hermano Francisco desapareció la primera generación que gobernó el Instituto, es decir, de los hermanos que habían sido formados por el mismo padre Champagnat.

A la muerte del Hermano Francisco, el Instituto está debidamente fundado y consolidado, se encuentra formado por aproximadamente 2500 hermanos, que enseñan a más de 80,000 alumnos, en 565 escuelas.

El instituto se encontraba dividido en 8 provincias: Saint-Genis, Hermitage, St. Paul, Aubenas, Norte, Bourbonnais, las Islas Británicas  y la del Oeste. Además de las misiones de Oceanía.

Además, se tenía un gran cantidad de formandos: Unos 600 novicios, alrededor de 130 postulantes y unos 190 juniores.

59. Situación de la Causa del H. Francisco

El proceso de Canonización del Hermano Francisco se encuentra introducido en Roma.

El proceso diocesano se desarrolló en la diócesis de Lyon, entre 1910 y 1922.

En 1924 los restos del Hermano Francisco fueron trasladados al interior de la Capilla el Hermitage. Donde se pueden venerar aún el día de hoy.

El proceso fue llevado a Roma, a partir de 1929 se estudian sus escritos. En 1934 es introducida oficialmente su causa.

El 4 de Julio de 1968, el papa Paulo VI firmó el decreto de Heroicidad de Virtudes y por tanto, puede ser llamado venerable.  Con este título, la Iglesia reconoce que ha practicado las virtudes cristianas de manera heroica, especialmente la fe, la esperanza y la caridad.

60. Oración para pedir un Gracia

Padre bueno,

tú diste al hermano Francisco una aptitud particular

para cuidar y curar a los enfermos o prepararlos

para aceptar con paz la evolución de su estado de salud.

Permite que recurramos a él para que pueda,

como lo hacía en su vida terrena,

pedir a tu Hijo y a María, su santa Madre,

 la gracia pertinente al problema de salud que le confiamos…

Hermano Francisco, tú que nos escuchas, intercede por nosotros.

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Se ruega a los que reciban gracias o deseen más información, se dirijan a:

Postulación General

Piazzale Champagnat 2,

00144, Roma – Italia

Email: [email protected]