Compartiendo 4 – Maristas Laicos

Compartiendo. La Vocación Marista Laical

Región América Sur: cinco años de un sueño y de vivencias laicales

Para hablar sobre quien somos, es importante recordar las semillas del sueño regional. Desde la década de 1960, la Iglesia Católica ha estado iluminando el camino para acciones cooperativas en todo el mundo. La conciencia de que todos somos Pueblo de Dios nos motiva a ser misioneros e instrumento de unidad entre los hombres entre sí y de los hombres con Dios.

 La Región América Sur es una de las seis regiones del Instituto Marista, y representa la unión de cinco Provincias – Brasil Centro-Sul, Brasil Centro-Norte, Brasil Sul-Amazônia, Cruz del Sur y Santa María de los Andes – responsables por la misión en siete países. En 2021, la vida regional completó cinco años. En armonía y comunión, cerca de 432 Hermanos y más de 30 mil Laicos/as y colaboradores/as actúan a través del diálogo fraterno, la cooperación, la suma de esfuerzos y el compartir de personas y recursos. En total, la Región representa el 38% de la actuación marista en el mundo y comprende el 50% de las personas involucradas en la misión.

La interculturalidad presente en el rostro regional

Somos argentinos, brasileños, bolivianos, chilenos, paraguayos, peruanos y uruguayos que comparten los mismos valores. La Región se constituye esencialmente de personas. Son mujeres y hombres que, en común, trabajan para la continuación de la obra de Champagnat.

La interculturalidad es la esencia del trabajo, ella se construye a partir de la diversidad de países, idiomas, experiencias, conocimientos, historias y realidades. El mecanismo que movimiento las iniciativas y proyectos es accionado a través de las acciones conjuntas que proponen diálogos, inspiran ideas, piensan alternativas y apuntan horizontes para la misión compartida.

La vida laical en la Región América Sur

Desde la consolidación de la estructura regional, en 2016, fue empezado un camino para (re)conocer los espacios y experiencias laicales presentes en Argentina. Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Perú. Así, en 2017, se formó el equipo de Animación Vocacional Regional – que tuvo como objetivo inicial compartir las vivencias laicales en cada espacio de misión y comprender de que forma seria posible una actuación en conjunto.

Escuela Vocacional – un primero paso

Así, en 2019, fue realizada la primera Escuela Vocacional en nivel regional. El encuentro contó con la participación de, aproximadamente, 80 personas involucradas con la Animación Vocacional de las cinco Unidades Administrativas/Provincias integrantes de la Región América Sur, además de invitados del Instituto Marista. La iniciativa buscó proporcionar una formación a los participantes y promover espacios para debates y profundizaciones a partir de las realidades y contextos regionales, buscando la consolidación de la cultura vocacional. La semana tuvo una programación dividida en cuatro ejes: Vida Marista; Teológico y Antropológico; Psicológico y Espiritual y Vivencial. Esa organización tuvo el objetivo de brindar un acompañamiento vocacional en cada un de los procesos desarrollados.

La propuesta es que sea una formación con más etapas. Por cuestión de la pandemia, ella necesitó ser transformada para un formato virtual.

Contexto actual y la formación de un nuevo horizonte: Rede de Laicato Regional

Ya con cinco años de muchos aprendizajes, desafíos apuntados y descubierta de nuevas posibilidades, en 2021, durante uno de los periodos más complejos de la historia, se decidió estructuras un grupo regional para reflexionar y crear estrategias de conexión y aprendizaje conjunta en la vida laical – la Red de Laicato Regional.

El grupo busca reunir las iniciativas de Laicato de la Región y fomentar los nuevos caminos de la misión de Laicos y Laicas en la vida marista. Mismo joven, la iniciativa – que nació durante un tiempo turbulento – muestra el potencial de cambio y resiliencia presente en el proyecto. Organizar, planear y construir una nueva jornada es un gran desafío que tiene como base la historia del fundador, Marcelino Champagnat. Percibir la vida y el carisma, reverberando en espacios de vivencia laical, es un faro de esperanza para el futuro.

Nuestros números

Como es posible percibir, la vivencia laical en la Región es muy diversa y rica. Por componer espacios heterogéneos por toda América Latina, tenemos caminos laicales construidos de muchas formas. Al todo, somos 115 Fraternidades del Movimiento Champagnat de la Familia Marista, 10 Comunidades Mistas, 19 Grupos de Espiritualidad marista y 57 otros grupos de experiencia laical En eses espacios, actúan 96 Hermanos Maristas, 782 Laicos y 1309 Laicas, totalizando 2.187 miembros.

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El contenido presentado aquí tiene como referencia el material organizado por la Red de Centros de Memoria de la Región América Sur. Los datos fueron actualizados em marzo de 2021.

Algunas claves para vivencia de la espiritualidad marista desde la vocación laical

Raúl Amaya Rivera – Director del Secretariado de Laicos

Comparto con ustedes algunas ideas en torno a la espiritualidad con el modesto deseo de abrir la reflexión y el diálogo y dar un aporte más para seguir enriqueciendo nuestro camino como maristas laicos.

1. Espiritualidad Cristiana encarnada

Todas las personas tenemos una dimensión espiritual que vivenciamos de manera distinta según nuestra cultura, formación y creencias. Hay que recalcar que espiritualidad no es lo mismo que religión ni ésta es patrimonio de las religiones. De hecho, cualquier persona que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser.

Entonces, el desafío será adentrarnos en nuestra dimensión espiritual y tomar conciencia de ella; pues ahí radica lo más hondo de nuestro ser: nuestras motivaciones últimas, nuestro ideal, la pasión que nos anima, lo que damos a los demás, lo que ofrecemos a la sociedad.

La espiritualidad cristiana pretende esto y sitúa al ser humano frente al misterio último de su existencia, invita a descubrir el verdadero sentido de la vida y a tomar opciones fundamentales: ¿Cuál es mi Dios? ¿Cuál es el centro de mi vida? ¿Dónde pongo mi última esperanza? ¿Cómo debo actuar en el mundo, en mis relaciones con los demás?

La espiritualidad cristiana consiste en seguir a Jesús de manera que su experiencia de Dios y su Espíritu sean los que configuren mi vida. En esto se fundamenta el discipulado cristiano y es lo que diferencia la espiritualidad cristiana de la budista, la judía o la islámica o de otras espiritualidades (Pagola, José Antonio Pagola, Algunas claves de la espiritualidad de Jesús).

Entonces, cuando hablamos de espiritualidad cristiana encarnada, hablamos del Espíritu Santo y de su manifestación entre nosotros, en mi vida cotidiana, en la sociedad, en mis relaciones con los demás y con el mundo. Está vivo en nosotros y se hace vida a través de nosotros. Nos mueve a seguir al Dios de Jesús y a actuar en consecuencia en el mundo. En Agua de la Roca, en su Introducción se afirma que “Cuando hablamos de espiritualidad nos referimos a ese fuego inextinguible que arde dentro de nosotros, nos llena de pasión por la construcción del Reino de Dios y se convierte en la fuerza impulsora de nuestras vidas, dejando que el Espíritu de Cristo nos guíe”.

No hay un camino fijo en la espiritualidad cristiana. El itinerario espiritual de cada persona es una decisión personal y una aventura inédita y original, pues nace y se alimenta de la experiencia íntima del encuentro con Cristo que nos transforma. Entonces, si queremos vivir una espiritualidad viva y actualizada en nuestro tiempo, tendremos que estar muy atentos y abiertos al Espíritu que animó a Jesús y que personalmente nos habla desde la vida cotidiana a nuestro corazón. De ahí la importancia del discernimiento y de vivir experiencias que ayuden al desarrollo de la interioridad.

2. Espiritualidad Marista

La espiritualidad marista es uno de los componentes del carisma marista, que dialoga permanentemente con la misión y la fraternidad y es el modo en que vivimos los maristas (laicos, laicas y hermanos), nuestra relación con Dios, inspirados por el Espíritu y que marca profundamente nuestra manera de ser y de proceder. Agua de la Roca afirma, en su Introducción que “Nosotros vivimos la espiritualidad cristiana de una manera peculiar: mariana y apostólica. Es una espiritualidad encarnada que surgió de Marcelino Champagnat y se desarrolló después entre los primeros hermanos, quienes nos la transmitieron como una herencia preciosa. La fuente de nuestra espiritualidad es la profunda experiencia espiritual que Marcelino Champagnat y los primeros hermanos vivieron en su relación con Jesús y con María.

La espiritualidad marista es cristocéntrica, mariana y apostólica:

A. Cristocéntrica

Cristo es el fundamento de nuestra existencia como cristianos y maristas, la que se basa en vivir según los criterios de Jesús, Hijo de Dios encarnado (abajamiento) como hombre en medio de la humanidad (¿qué haría Cristo en mi lugar?) e identificados e implicados por aquello que lo apasionó y por lo que entregó su vida:

a) El Reino de Dios y su justicia;

b) su vivencia de Dios como Padre bueno en quien confía plenamente; y

c) docilidad a la acción del Espíritu Santo que lo conduce a curar, liberar, potenciar y mejorar la vida de las personas.

B. Mariana

Los maristas tenemos a María de Nazaret como referencia de vida cristiana

a) en la acogida a la acción del Espíritu Santo en ella y su confianza plena en Dios,

b) en los valores y actitudes con las que vivió y en las que como madre educó a su hijo,

c) en su proceso de discipulado junto a su hijo (siendo la primera y más perfecta discípula),

d) en la animación de la primera comunidad junto a los apóstoles y

e) en ser nuestra compañera de camino que nos anima y orienta en el seguimiento a Jesús. Ella es nuestra hermana en la fe (Acqua de la Roca, 29).

C. Apostólica

Nuestra espiritualidad es encarnada y se vive en medio el mundo, en contacto permanente con las personas (Cf. Acqua de la Roca, 124). Los maristas nos relacionamos como hermanos y hermanas de todos, y en especial de las personas marginadas y vulneradas. “En el apostolado, al igual que Jesús, nos partimos y nos damos a nuestros hermanos y hermanas. Verdaderamente somos pan de vida para los demás, como Jesús lo ha sido para nosotros” (Acqua de la Roca, 107). La misión de los maristas, inspirada por Jesús, María y Champagnat, es evangelizar por medio de la educación y tratar de ser apóstoles para los jóvenes y los niños, dando testimonio a través de nuestra vida y nuestra presencia entre ellos. También servimos a sus familias y a la sociedad en búsqueda de hacer un mundo más acorde al Reino de Dios, anunciando la Buena Noticia y denunciando y transformando las estructuras injustas. Nuestra acción apostólica es comunitaria.

3. Algunas claves orientadoras para vivir la espiritualidad cristiana y marista desde una perspectiva laical

La espiritualidad de los laicos y laicas se inserta en el mundo y está al servicio de éste, valorando positivamente la naturaleza, la sociedad y la historia como obra de Dios y como lugar de desarrollo del ser humano provocando una actitud contemplativa y agradecida. Además, impulsa el progreso humano a través de la ciencia, la cultura, la técnica, la política y otras áreas a través de la actividad laboral y social en pos de la dignidad de todas las personas (Juan 10,10). También, manifiesta el amor de Dios desde la diversidad de opciones de vida laical, con acento especial en la vida matrimonial y familiar.

Teniendo como fundamento lo anterior, algunas claves que nos pueden ayudar a vivir una espiritualidad más consciente desde el estado de vida laical son:

  • Vivir con actitud alegre, profética y apostólica, como respuesta activa alas llamadas del Espíritu en el mundo de hoy. Nos comprometemos como constructores del Reino de Dios y su justicia en los lugares en donde estamos insertos (familia, trabajo, política, vida social y cultural…), siendo audaces y creativos en anunciar la Buena Noticia y denunciar las estructuras injustas que oprimen a las personas, esforzándonos en transformarlas según los criterios del Evangelio. Lo hacemos preferentemente a través de la educación; pero también desde otros posibles frentes como el cultural, el político, el social… (Evangelii Gaudium).
  • Desarrollar la Interioridad, a través de diversos medios (Juan 10,10), para acoger de mejor manera la acción del Espíritu en uno y discernir hacia donde me lleva el Espíritu y actuar en consecuencia de ello (La segunda llamada del XXII CG nos invita a “Crecer en interioridad para poder descubrirte como un Dios de amor que se manifiesta en lo ordinario de nuestras vidas”). La actitud de oración permanente es fundamental, experimentando diversos modos de oración, personal y/o comunitaria, que nos ayuden a encontrarnos con Dios y entrar en sintonía con él.
  • Compartir mi fe en comunidad, siguiendo el ejemplo de las primeras comunidades cristianas y la tradición marista de la vida en fraternidad. Esta experiencia abarca todas las edades, desde los primeros años de vida hasta los adultos mayores. Los maristas, de modo específico, estamos llamados a vivir la fraternidad, a sentirnos hermanos y hermanas unos de otros y a poner en primer lugar siempre a las personas. Los movimientos juveniles, las Fraternidades del MCHFM, las comunidades laicales, los grupos de espiritualidad y otras tantas manifestaciones de vida comunitaria son testimonio de que la fe se vive y fortalece con otros.
  • Ser reflejo de una Iglesia de rostro mariano, en donde los maristas estamos llamados a poner en práctica el significado de la Visitación (Iglesia del delantal, misión, el servicio), de Pentecostés (Iglesia fuente del pueblo, fraternidad, comunidad) y de la Anunciación (La belleza salvará al mundo, espiritualidad – Para profundizar en esta clave sugiero leer “Nos dio el nombre de María” del Hno. Emili Turú).
  • Vivencia de los valores y actitudes de María encarnados en la vida cotidiana como modelo de seguimiento de Jesús: liderazgo servicial, escucha atenta, corazón discerniente, audacia y valentía en el actuar, conciencia social (Magnificat) y apertura a la acción del Espíritu. La sencillez de corazón de María y su mansedumbre nos inspiran y orientan en nuestro camino espiritual.
  • Vivencia de los rasgos del carisma marista como nuestro modo distintivo de ser seguidores de Cristo al estilo de María y Champagnat y de inculturar el Evangelio hoy: presencia amorosa, confianza en Dios, amor a Jesús y a su Evangelio, al estilo de María, espíritu de familia, una espiritualidad de sencillez, amor al trabajo (Cf. Misión Educativa Marista, 97 al 123, y Agua de la Roca, 15 al 41)

Como maristas laicas y laicos aspiramos a vivir una espiritualidad alimentada y sostenida por la experiencia de la bondad, la cercanía y el amor incondicional de Dios a todos. Una espiritualidad que tenga como pasión el Reino de Dios y su justicia y que siga la huella de Jesús. Hacemos este camino espiritual acompañados de María de Nazaret e inspirados por Marcelino Champagnat.

Para nuestra reflexión

  • ¿Qué es lo que inspira mi forma de ser y de proceder? ¿Cuáles son los valores que me mueven? ¿De qué fuente bebo frecuentemente? ¿Qué es lo que me inspira para vivir de determinada manera?…
  • ¿Qué experiencia de Dios tengo yo? ¿Quién es Dios para mí? ¿Cómo Él marca mi vida y mi actuar?…
  • ¿Qué significa para mí el carisma marista? ¿Cómo lo vivo en la vida cotidiana? ¿Qué claves o medios me ayudan?…

Reflexiones sobre la vida marista

Esmeraldina Laurinda da SilvaBrasil Centro-Norte

¿Experiencias inspiradoras en el marista? La vivencia de la espiritualidad de Marcelino Champagnat. Partiendo del principio de que la espiritualidad es una manera de ser, la respuesta para esa cuestión indica para acciones que a veces parecen insignificantes, pero que presentan grandes valores, sea en el espacio de trabajo o no, buscando ser una persona mejor todos los días con los otros, con el medio, con lo que se hace y, en mi vida, tomo como ejemplo los aprendizajes que durante a los años aprendí con Marcelino Champagnat y los Hermanos Maristas.

Manifestarse por medio de actitudes simples no parece ser importante, no parece llamar la atención. Pero, uno de los Hermanos Marista me inspira para vivencia de esos valores – el (fallecido) Hermano Luiz Ângelo con quien aprendí mucho, un hombre que hablaba bajo, poco, contaba algunas historias, entregaba billetes a los alumnos en la hora del recreo, escuchaba a las personas y respondía siempre con mucha franqueza, cantaba y con sus actitudes simples, hacia las personas sentirse amadas, valoradas, recordadas. Hoy soy gestora en el trabajo, soy madre, esposa, soy pastoralista en la iglesia. Y él es ejemplo para mí, tenía como reglas primeras la simplicidad, humildad y modestia como Champagnat, actitudes que fueron base para los primeros Hermanos y que continúa inspirando los gestores maristas. Vivir esas virtudes es aceptar las personas como ellas son y acercarse con sinceridad y generosidad. Es procurar saber cómo siéntense, es ofrecer el perdón incondicional y siempre tomar la iniciativa de reconciliación. Es también tener un espirito de coraje para asumir un jeito sencillo de vivir evitando el consumismo y acumulo del desnecesario.

Soy preocupada con la insistencia de la teología de la prosperidad, hoy muy evocada. Un ejercicio que confunde más los ambientes haciendo prevalecer el interés del capital. Es preciso estar más abierto al espirito, es decir, pensar más allá de la denominación de fe, pensar más allá de los muros de nuestras iglesias y no solo pensar en los muros de las empresas o locales de trabajo, buscando producción y lucro. Eso es posible cuando existen provocaciones, reflexiones, acciones en las cosas simples de la rutina.

¿Cómo yo contribuyo para el Laicato marista en el mundo?

Mismo que parezca contradicción, pues el sistema de gestión entró en un mundo competitivo y de valores que no son tan espirituales, hoy hay un grito más grande en la defensa de la vida y de sus valores en la gestión de procesos, en los planes de trabajo, incluso utilizando termos apropiados de la espiritualidad – como valorar, cuidar – que expresan algo perene – propio de la espiritualidad cristiana marista.  Las señales de una empresa espiritualizada son percibidas por medio del clima y calidad de las relaciones: empoderamiento, valoración de los colaboradores, inclusión étnica, cultural y de personas con deficiencia. Yo estoy dentro de esas acciones en mi trabajo, como miembro de los derechos humanos, foros de defensa de los niños, adolescentes y jóvenes, en los grupos de la iglesia, en casa con mis hijos, donde yo manifestó y defensa la vida. Participo de un grupo de laicos, estoy involucrada en formaciones maristas y busco seguir Jesus de Nazaré. Soy laica marista donde vivo.

Un jardín de flores, frutos y esperanza

João Barbosa de Lima Neto – Brasil Centro-Norte

En 1993, a los cuatro años, ingresé en el “jardín de niños” del Colegio Marista Pio XII, en Surubim (PE). La entrada fue gracias al empeño y deificación de mis padres: Profº José Barbosa de Lima y Profª Marisa Siqueira de Lima, ambos exalumnos Maristas y, en el momento de mi ingreso, eran profesores por allá.

Del Jardín al tercero año de la Secundaria, tenía conciencia de que estaba viviendo en un espacio en el cual mi desarrollo, como cristiano y ciudadano, era potencializado no solo en clase, pero, sobre todo, en los movimientos de pastoral estudiantil y en el servicio de arte y cultura a partir de la música.

El convivio con los Hermanos Maristas me estimuló a entender como ser un cristiano capaz de estar atento a las señales de los tiempos en la vivencia de la simplicidad, humildad y modestia. El ejemplo de vida del Pe. Champagnat y sus interpelaciones a nuestra misión como Laico Marista, traen sentido para mi vida desde la entrada en el “jardín”. Jardín de sueños, utopías, posibilidades, desafíos, oportunidades y, principalmente, el jardín de la esperanza de contribuir en la educación y en la formación vocacional de tantos adolescentes y jóvenes que conseguimos encontrar por medio del Proyecto Conexión, en que actúo y vivo mi vocación marista laica como Agente Vocacional. El jardín se expande junto al servicio en la Comisión Provincial del Laicato, en la cual podemos pensar y soñar acciones que puedan cultivar los deseos del Pe. Champagnat, inspirados en la Buena Madre, en el suelo de cada realidad de las unidades de la Provincia.

Creo que desde el jardín de nuestro mundo provincial estamos logrando verdaderos faros de esperanza, pues estamos construyendo puentes entre las necesidades del Instituto y realidades de nuestros/as compañeros/as que colaboran con la vitalidad de la misión, proporcionando itinerarios que fomenten la vocación laica en sus jardines de la vida.

Ser laica marista: un precioso don

Sara Sánchez Vicuña – Santa María de los Andes, PerúCoordinadora de la Red de Laicato de la Región América Sur

Ser marista es un don precioso que recibí del Señor junto con la vida y mi familia. Define mi identidad como persona, como mujer. Orienta las opciones y decisiones que he tomado en diferentes momentos de mi vida; me impulsa a seguir adelante, a emprender y arriesgar, a ser valiente y levantarme cada vez que sea necesario, confiando en el Señor; da sentido y plenitud a mi vida; es cuna de ilusiones, de sueños y proyectos.

Ser marista marca mi camino de fe, mi experiencia y las respuestas que he dado en diferentes momentos de mi vida, aun sin tener certezas. Como marista, como mujer, María es mi modelo y compañera de camino, la madre que me consuela y anima a seguir adelante, a tener la mirada atenta a los demás y ser sensible a las alegrías y necesidades de las personas con quienes me relaciono, a tomar iniciativa, a servir y compartir desde la cotidianidad y sencillez de mi día a día y de mi hogar.

Comparto mi caminar con mis hermanos y hermanas de la comunidad Caná desde el 2009 (8 laicos y 3 Hermanos); hemos aprendido a conocernos, querernos y acompañarnos mutuamente. Con el tiempo he ido descubriendo, y haciéndome consciente, que este don recibido gratuitamente trae consigo la responsabilidad de compartirlo con otras personas y transmitirlo a nuevas generaciones. Es un don para ponerlo al servicio en diferentes instancias de misión en las que he participado y participo: en las clases con los estudiantes, en la animación pastoral, en la animación de la espiritualidad, acompañando el caminar de las comunidades laicales de Perú, y, recientemente, en el servicio de coordinación de la naciente Red de Laicado de la Región América Sur. Una red que sueña con ser una instancia de reflexión, que cree sinergia uniendo las riquezas de cada Provincia y compartiendo recursos y experiencias en torno al caminar del laicado marista y contribuya a potenciar la comunión hermanos y laicos.

Como laica marista sueño con que Hermanos y laicos continuemos aprendiendo a caminar juntos, alimentándonos del carisma que nos une y ayudándonos a vivir intensamente nuestras respectivas vocaciones; sueño con que “donde haya un hermano o un laico marista” compartamos la mesa de la fraternidad, nos contagiemos de la pasión por hacer vida nuestra misión y seamos signos de comunión en medio de realidades tan fragmentadas y polarizadas que vivimos en muchos lugares. Como el pez no se halla fuera del agua, no me hallo viviendo otro carisma que no sea el marista.

Champagnat como guía y faro: relato de la apasionada trayectoria de Flavia

Flávia de Oliveira Rodrigues LopesMCFM de Brasil Centro-Sul

Empiezo expresando la alegría que nuestra familia tiene de cargar en apellido de Champagnat. En el año de 2000, tuve el privilegio de ser contratada para trabajar en el Colegio Marista de Maringá como Productora Cultural. Fui acogida por el Hermano Luiz Adriano Ribeiro que ya en la primera reunión me dijo: ¿quieres trabajar en el Marista? Entonces tu primera tarea es leer el libro la Vida de San Marcelino con más de 400 páginas. Asustada, me dediqué a la lectura que pronto despertó en mi un profundo gusto por las historias de Champagnat.

Tuve el privilegio de convivir con más dos “Champagnats” en Maringá: Hno. Virgilio, que evangelizaba todos con su frase: “Sea feliz!”. ¡Y nuestro estimado Hermano Alfredinho, que encantaba los paseos del Colegio con sus canciones… Santos hombres!

Trabajé siete años en Maringá y tuve la oportunidad de vivir experiencias que fueran importantes para mi itinerario vocacional marista. Destaco el Vivemar (Vivencia Marista), una de las experiencias más fuertes de mi fe. Percibí que ser marista va además de los muros escolares, nuestra misión es más seria: hacer testimonio en nuestra vida el amor por Jesús, con atención a los que más precisan, principalmente los jóvenes y niños. Y la misión se vuelve más serie y comprometedora porque cargamos el nombre de María.

También conocí mi marido en el Marista, nos casamos y tenemos una bonita chica, Maria Clara, de 15 años. Durante el tiempo en el Marista, fui encantándome con el carisma y invirtiendo, cada vez más, mi fe siguiendo los pasos de Champagnat. En una oportunidad, supe del Movimiento Champagnat de la Familia Marista (MCFM). Pronto me encanté y empezamos, en Maringá, la Fraternidad Rosey, un camino que dura hasta los días de hoy.

En 2007 salí del Colegio, fue un proceso difícil, pero ya estaba encantada por Champagnat y estaba decidida que cargaría conmigo las enseñanzas de mi santo educador.

Nos cambiamos para la ciudad de Curitiba. Había tres Fraternidades. Recuerdo que estuve en el velorio del Hermano Panini y yo prometí: voy a montar otra Fraternidad en Curitiba y cuento con su intercesión desde el cielo. Así se hizo, nació la Fraternidad Tesoros de María, con colaboradores maristas y exalumnos. Somos asesorados por el Hermano Ivo Strobino, nuestra rica enciclopedia sobre San Marcelino.

Cuanto más conocemos, más amamos. Fui para mi primera experiencia en la Misión Solidaria Marista con mi hija, en la ciudad de Nova Andradina. Me gusta decir que todos los padres deberían ir con sus hijos para una experiencia así. Ser esperanza, alegría, rezar con las familias, fue una de las experiencias maristas más fuertes en nuestra vida.

Lo bonito del carisma marista es que cuando nos relacionamos de verdad con él, seguimos una trayectoria de constante avanzo. Tenemos que siempre ir para aguas más profundas, lanzar la red del otro lado, ser faro de esperanza donde está turbulento, ser hogar de luz que emana esperanza. Siempre pregúntome: ¿qué estoy haciendo con mi talento marista? ¿Dónde estoy haciendo esta semilla dar frutos? Y así es nuestra misión hoy como Laicos Maristas de Champagnat.

Soy enamorada por todo que está relacionado a San Marcelino Champagnat – su vida, sus cartas, su enseñamiento. En mis oraciones, hablo con él: ¿Qué usted haría? Y así es nuestra relación. Dicen que santos son estrellas que nos guían para seguir pasos de Jesús. Champagnat es la más inspiradora estrella de mi vida que está siempre diciéndome: “Vuelva Jesús Cristo conocido y Amado, esa es tu misión, ¡Flávia!”.

Una historia en movimiento: de los cuadernos de la escuela para la vida marista

Sophia Kath – Brasil Sul-Amazônia

Mi nombre es Sophia Kath, tengo 29 años, soy brasilera y vivo en el sur de Brasil, en la ciudad de Porto Alegre, que es parte de la Provincia Marista Brasil Sul-Amazônia. Soy parte del Movimiento Farol y soy referencial del grupo Vagalumes. Soy periodista, experta en juventudes y actúo como Agente de Pastoral en el Colegio Marista Rosário.

Mi trayectoria marista empezó en 2002 cuando ingresé en el Colégio Marista Rosário, como estudiante. Durante un tiempo largo de colegio, fui conociendo poco a poco el carisma marista, participando de diversas actividades promovidas por la escuela como la Pastoral Juvenil Marista, Grupo de Voluntariado, Gremio Estudiantil, entre otras. En 2009, ingresé en la PUCRS para el curso de periodismo y me acerqué del Centro de Pastoral y Solidaridad. Participé de algunos proyectos de la Pastoral y, en 2010, empecé mi trayectoria profesional, actuando hasta 2018 en proyectos de comunicación y como Asesora de la Pastoral Juvenil Marista. También en la PUCRS actué como Analista de Relacionamiento en proyectos de integración entre la Universidad y los colegios, y en 2020, empecé mi actuación como pastoralista en el Colegio Marista Rosário – donde estoy actualmente.

A lo largo de esa trayectoria como estudiante y profesional, tuve muchas experiencias significativas que fueron construyéndome como Laica Marista. Pienso que es importante también destacar los momentos de retiro, el Vidamar, que es un programa de formación de nuestra Provincia, la Semana Solidaria y las diversas vivencias que tuve en la PJM. También, en 2011, viví una experiencia que fue muy significativa y que abrió más mi horizonte sobre la misión marista en el mundo. Tuve la oportunidad de participar del Encuentro Internacional de Jóvenes Maristas en España y fue el momento que empecé a entender la riqueza de la diversidad cultural que tenemos como Instituto y como tenemos diferentes realidades en cada Provincia.

Mi identidad de Laica Marista aún es muy nueva para mí, pues, mismo con algunos años de vivencia marista, solo me di cuenta de esa identidad, principalmente, a partir del momento que empecé en el Movimiento Farol. Al observar mi camino, sin embargo, percibo que ese proceso inició antes y es fruto de todas las experiencias y personas que tuve la oportunidad de conocer y soy muy grata por la transformación que hicieron en mi vida.

En 2018, junto con algunos jóvenes de mi Provincia que también tenían el deseo de vivir en comunidad la espiritualidad marista, pero que no encontraban en la experiencia de Laicato ya estructurada en la Provincia – el Movimiento Champagnat de la Familia Marista – empezamos algunos encuentros grupales. Es importante decir que no fue un ‘no’ querer participar del MChFM, pues admiramos todo el proceso realizado por las Fraternidades, pero nos gustaría algo nuevo. Iniciamos un grupo de Laicato joven, no exactamente por la edad, pero si por las características observadas en las juventudes. Esa fue una experiencia muy interesante, pues fuimos viviendo mismo sin tener una organización provincial. En paralelo a eso, la Provincia constituyó un Grupo de Trabajo llamado Laicato Joven que hizo un proceso de escucha y de organización que resultó en la creación del Movimiento Farol – grupos juvenis de vida marista.

Entonces, desde 2019, el grupo que yo participaba se juntó a la propuesta del Movimento Farol, y con la entrada de nuevas personas, elegimos un nombre para el grupo como Vagalumes, que habla mucho acerca de ser luz en los espacios que actuamos. Soy muy feliz y grata por poder vivir esa experiencia y ver el Movimiento Farol creciendo en nuestra Provincia y haciendo sentido en la vida de las personas que participan. Resalto que, mismo durante la pandemia, no dejamos de hacer encuentros grupales y provinciales online. Seguro, en tiempos tan difíciles, el Movimiento fue uno de los espacios de acogida y cuidado que tuve.

Hablar como yo contribuyo para el Laicato Marista en el mundo es bastante desafiador, pues siempre tengo la sensación de que las diversas vivencias que tuve como marista contribuyen más en mi formación como persona de como yo puedo contribuir de vuelta. Pero, creo que el Movimiento Farol es una novedad muy bonita para nuestra Provincia y para el Instituto. De forma especial, creo en el poder transformador de las juventudes y que tenemos mucho a contribuir con la manera de vivir en carisma. Percibo el potencial de cada participante del Movimiento y lo cuanto podemos contribuir para el Instituto y para seguir construyendo un mundo mejor en cada lugar que estuviéramos.

Ser marista laica

Daniela Costa – Cruz del Sur

Soy Daniela Costa de Montevideo, Uruguay. Conocí a los Hermanos Maristas a través del movimiento adolescente y juvenil Abaré. Unos años más tarde comencé a ser catequista en el Colegio marista Juan Zorrilla de San Martín. Actualmente sigo en la catequesis, soy voluntaria en el Centro Educativo Comunitario Hogar Marista y estoy en el área Vocación Marista de la provincia.

A través de los Hermanos fui conociendo y descubriendo a Marcelino Champagnat y su manera de seguir a Jesús al estilo de María. Aprendí a conocer y querer a María de una manera nueva, resignificando su presencia en mi vida, hasta sentirla también “mi recurso ordinario”. Casi sin darme cuenta fui abrazando este carisma, se fue metiendo en mi vida dándole sentido.

En la catequesis, en las clases, en los patios, en las reuniones, en los barrios pobres principalmente; el encuentro con los otros y otras me fue mostrando el estilo marista de estar en el mundo, construyendo comunidad, tejiendo redes, estando al servicio de los más vulnerables y encontrándome con el Dios de Jesús vivo en tantos niñas, niños, jóvenes y adultos que aparecen en mi camino hasta el día de hoy.

Ser marista laica para mí es ir viviendo mi vocación cristiana siguiendo a Jesús al estilo de María y Champagnat, siempre con otros, construyendo fraternidad, con la mirada atenta a los acontecimientos más simples de la vida y con la confianza en que Dios es el que actúa, el que construye la casa para todos.