22 de enero de 2011 CASA GENERAL

Compartiendo una meditación

Queridos misioneros ad gentes: Un saludo desde Roma. Hoy, 6 enero, en esta fiesta de los Reyes Magos, como decíamos cuando yo era niño, y como todavía hoy se celebra en mi pueblo, no puedo dejar de pensar en vosotros. Los Reyes Magos, de hecho, están asociados en mi espíritu con la misión de Dios, con la misión ad gentes. Ellos vienen de lejos y tienen un muy buen evangelizador: Dios mismo a través de la estrella. En la Biblia, las estrellas a veces desempeñan la función de los ángeles (cf. Ap. 1,16) y recibir un mensaje de los ángeles es recibirlo de Dios mismo (cf. la Anunciación).Por tanto Dios mismo a través de su Hijo (¡estamos todavía celebrando su venida!) se hace el primer misionero ad gentes y esto implica que él quiere revelarse a sí mismo hasta los confines del mundo. En nuestros días estamos llamados a ser estrellas que brillan ante todos los pueblos; para que todos vean y conozcan el misterio de Dios del que nos habla Pablo en la segunda lectura de hoy (cf. Ef 3, 2-3a.5-6).Concretamente, en el mundo marista de hoy, estáis llamados a ser esa estrella brillante para todos aquellos a quienes estáis llamados a evangelizar, a través de los diferentes proyectos que van surgiendo en cada una de vuestras comunidades o países. A través de la oración y de la escucha cotidiana de la Palabra de Dios somos iluminados por su palabra; siendo iluminados nos transformamos en luz, por su gracia (finalmente, es siempre su gracia la que nos lleva hacia Él, como la estrella condujo a los Magos al pesebre).Y la función de la luz es iluminar y calentar. Usando la expresión de Isaías, muy claramente estamos llamados a ser luz de las naciones, una expresión que no viene de la primera lectura de hoy (cf. Is 60, 1-6), pero que sí fue acuñada por Isaías también (cf., Is 42, 6; Is 49, 6). Sin embargo la primera lectura de hoy, en su primer versículo, dice lo mismo y es una fuerte invitación: ?Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz? (Is 60, 1). Esta invitación, quizás, es la mejor para todo misionero, y de modo especial, para todo misionero ad gentes. Quizás en vuestra meditación de hoy lo habéis sentido, como si el Señor os lo estuviera enviando especialmente. Allí donde estéis, habéis recibido la luz del Señor, y os volvéis luz, compartiendo la luz de Jesús. ¿Y cuál es el resultado? La primera lectura de hoy lo explica claramente: las naciones (¡las personas que están cerca de vosotros!) caminarán a la luz del Señor. Allí tenéis, a través del símbolo de la luz, toda vuestra misión, mis queridos misioneros del VII grupo ad gentes.? Dejad que la luz del Señor os ilumine;? Iluminados por el Señor nos transformamos en luz; seguimos a Jesús que es luz (cf., Jn 8, 12).? Siendo luz, no somos luz para nosotros mismos, sino para los otros (para todas las naciones, usando la expresión bíblica. Mateo nos diría lo mismo con términos muy claros: vosotros sois la luz del mundo: Mt 5,14)Este tercer punto se refiere también a la primera lectura de hoy, a la que ya me he referido más arriba. Quizás os daréis cuenta de que estáis en el corazón de la misión de la Iglesia y de la Congregación: quizás ella vendrá a la luz del Señor gracias a vuestra acción, quizás sólo por vuestra presencia, humilde presencia, pero mostrando siempre el resplandor de la luz del Señor, que habita y permanece en vosotros.Quiero compartir con vosotros esta reflexión, hoy en la fiesta de los Reyes Magos. Alentaros y deciros cuánto Dios, que os ha llamado a esta bella pero exigente misión, os ama y de algún modo confía en vosotros para la misión, la misión marista en Asia. Sigamos adelante consolidando el trabajo comenzado hace años. Vosotros conocéis mejor que yo la necesidad de consolidar nuestra misión en Asia. Litúrgicamente llamamos a la fiesta de los Reyes Magos, ?la Epifanía?: la revelación del Señor a las naciones. Es lo que estáis haciendo. En la Iglesia Oriental, la fiesta es conocida como la fiesta de la ?aghia photo? (la santa luz). Que podamos ser luz y que podamos ser santos, para que la luz que irradiemos alrededor nuestro, sea una ?luz santa?, la luz divina, la luz que viene de Dios, de Dios mismo, de hecho; no nuestra luz, seguramente. A través de la ?aghia photo? de las Iglesias orientales, alcanzamos a través de caminos diferentes, la enseñanza de Isaías: ser luz de las naciones: ¿para qué? Isaías nos da también la respuesta: ?para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra? (Is 49,6). Finalmente, la ?fiesta de la luz? (Revelación, Epifanía) es también una llamada a ser santo: irradiando la ?santa luz?, revelamos también su santidad. Nuestra rica tradición marista es un eco del grito de Isaías: ?hacerse marista es usar todos los medios para llegar a ser santo?. La celebración de esta fiesta de la ?santa luz? es por lo tanto para nosotros un desafío para ser realmente misioneros según el corazón de Dios. Un corazón que es un corazón agradecido; un corazón que nos aleja de la oscuridad; un corazón que nos lleva a su admirable luz. Disfrutad de la celebración de la Epifanía del Señor. Desarrollad en vosotros una real espiritualidad misionera. Sed misioneros espirituales.En unión de oración y afecto,Vuestro hermano Teófilo

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