4 de junio de 2018 CASA GENERAL

Compartiendo vida desde el curso de formadores actuales

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Continuamos el curso de formación para formadores actuales en Roma. Comparto la experiencia de éstas dos últimas semanas (21 mayo – 2 de junio).

El Padre Félix Mushobozi nos ayudó a tomar conciencia de la importancia de que somos responsables del cuidado de la casa común. Habitamos esta tierra y somos responsables de ella. Fueron tres días de intenso compartir y profundización entorno al documento Laudato Si.

También el H. Ernesto Sánchez, Superior general, se hizo presente el día 21 de mayo. Profundizó con nosotros lo que supuso el XXII Capítulo General, el camino realizado y el método utilizado para llegar a las 5 llamadas. Como formadores tenemos una gran responsabilidad de conocer, profundizar, vivir e invitar a hacer realidad las cinco llamadas del Capítulo. No deben ser algo extraño en el proceso formativo.

Los siguientes días tuvimos la iluminación del H. Graham Neist, de Australia, sobre la nueva espiritualidad. Nos ayudó a plantearnos sobre una nueva conciencia que incluya la vulnerabilidad, la comunión, la conversión, el respeto. La presencia del espíritu es permanente. Nos brindó herramientas para contemplar la realidad desde diversas perspectivas, no limitarnos en nuestras miradas. Nos sentimos desafiados a una nueva espiritualidad desde el corazón, compartida con otros y en conexión con la creación. Nos invitó tener prácticas contemplativas de la realidad para una mejor comprensión de ella.

Desde el jueves 31 de mayo al 2 de junio tuvimos dos días y medio con el H. Oscar Martín Vicario, consejero general, profundizando sobre las tres primeras llamadas del Capítulo, releyendo desde nuestro papel de formadores actuales. Dios nos invita en este tiempo a ser Faro de esperanza, en comunidad formativa, Manos y rostro de la misericordia de Dios para acoger al joven y acompañarlo en la formación, ser constructores de puentes inspirados en el icono de la tercera llamada del Capítulo.

Este tiempo es para nosotros una gracia, de mucha riqueza comunitaria por el compartir vida, espiritualidad, desafíos, dificultades con los formadores de varias partes del continente. Es un desafío constante como comunidad formadora estar abierto, atento a escuchar las llamadas de Dios hoy.

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H.César Borja Bogado – Paraguay

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