26 de julio de 2021 CASA GENERAL

Comprender el derecho inherente de los niños a la vida, la supervivencia y el desarrollo

El artículo 6 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) reconoce que “todo niño tiene el derecho inherente a la vida” y que los Estados Parte garantizarán en la mayor medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño”. Además, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR) reforzó esto al prohibir la imposición de la pena de muerte para aquellos delitos cometidos por personas menores de 18 años. Las obligaciones derivadas de esto requieren que los Estados adopten medidas esenciales para la preservación y la continuación de la vida, incluida la reducción de la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la eliminación de la desnutrición, la lucha contra las enfermedades, el suministro de alimentos nutritivos adecuados y agua potable.

Sin embargo, millones de niños en todo el mundo siguen sufriendo una muerte evitable o se les niega el acceso a los bienes esenciales para la vida, incluido condiciones de vida que maximice sus oportunidades de desarrollo.

El derecho a la supervivencia y el desarrollo destaca la necesidad de mejorar la salud de los niños garantizando medidas preventivas para el cuidado de la salud, la inmunización, la provisión de una adecuada nutrición, higiene y saneamiento ambiental, así como su desarrollo integral.

La supervivencia y el desarrollo de los niños también implican desarrollar sus talentos y habilidades para prepararlos para una vida responsable en la sociedad. Dado que el artículo 6 de la CDN toca todos los ámbitos de la vida de un niño, el desarrollo infantil también debería interpretarse en su sentido más amplio para abarcar su desarrollo físico, mental, espiritual, moral, psicológico y social.

Como cristianos, creemos que la vida humana es sagrada y un regalo de Dios. El derecho del niño a la vida y al desarrollo no es solo un deber exclusivo de los países y los padres, sino también de todas las personas y grupos temerosos de Dios, incluidos la Iglesia, las organizaciones de la sociedad civil y las congregaciones religiosas.

Como hermanos maristas, los imperativos evangélicos de compasión por los vulnerables y respeto por la vida nos convencen de que los niños y jóvenes deben ser protegidos del peligro y tratados con amor y respeto sin comprometer su dignidad. Marcelino Champagnat rechazó cualquier forma de daño a un niño, e hizo todo lo posible para impedir que esto suceda. En este sentido, el XXII Capítulo General llamó a todos los maristas de Champagnat para “caminar con los niños y jóvenes marginados de la vida”.  Este llamado sigue instando a empoderar a los niños y jóvenes que no tienen voz y están significativamente presentes entre ellos.

Génesis 1:28 nos dice que los niños son parte del plan creativo de Dios. Como regalos de Dios a las familias, ellos necesitan cuidados y guía, disciplina, cuidado especial y protección. Jesús tomó a los niños en sus brazos, colocó sus manos sobre ellos y los bendijo (Marcos 10:16). Él hizo esto para decir a sus discípulos que los niños tienen toda la atención de Dios. Esta es una invitación para que tratemos a los niños con amor y cuidado.

Consciente de esto, Marcelino Champagnat le enseño a los Hermanos a ser caritativos con los niños dándoles formación religiosa y una educación cristiana para convertirlos en buenos cristianos y ciudadanos virtuosos. Él recordaba constantemente a los Hermanos que nunca olvidaran que los niños son criaturas débiles que necesitan ser tratados con bondad, caridad y misericordia; y que necesitan ser formados e instruidos con mucha paciencia.

Nuestro compromiso y participación en la Defensa de los Derechos del Niño a través del Secretariado de Solidaridad en colaboración con otros grupos a nivel de las Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, así como las iniciativas realizadas en las regiones y provincias maristas para proteger y salvaguardar a los niños, nacen de los imperativos evangélicos, de la actitud de Champagnat hacia los niños, del reconocimiento y apoyo mundial de la CDN y la llamada del XXII Capítulo General para prestar una atención especial a los niños y jóvenes que están bajo nuestro cuidado.

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H. Francis Lukong – Secretariado de Solidaridad

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