27 de junio de 2021 CUBA

Comunidad Lavalla200> de Holguín

La comunidad Marista “Montagne” de Holguín está formada este año por Rosa Schiaffino (Mediterránea) e los hermanos Jorge Gaio (Brasil Centro-Sul) y Luis Sanz (Santa María de los Andes). Presentes en la ciudad desde 2019 como parte de la iniciativa LaValla200>, los maristas están comprometidos en la pastoral juvenil con grupos de niños y ninãs, adolescentes y estudiantes universitarios, jóvenes catequistas, organizando clases de guitarra en su casa y en una zona pobre de Holguín.  Existe ahora una nueva posibilidad en el país de ayudar a los jóvenes a crear pequeñas empresas. Cada fin de semana asisten también a la parroquia de Cacocum y los pueblos de los alrededores. Su intención es formar líderes y apoyar a los líderes laicos. La comunidad vive en una casa diocesana.

Por el momento, la comunidad y toda la ciudad de Holguín se encuentran en lockdown, ya que el número de casos de Covid está aumentando de nuevo. El ritmo de vacunación ha sido lento, pero el gobierno promete acelerar las cosas (Cuba ha desarrollado dos vacunas propias). Los centros educativos están cerrados y se prohíbe todo trabajo no esencial. Rosa, Jorge y Luis continúan con su ministerio a través de grupos de Whatsapp.

Hace algunos días, la comunidad ha divulgado un texto contando a qué se comprometen y cómo quieren vivir la misión en Holguín. En seguida, reproducimos el texto.


La comunidad Marista “Montagne” de Holguín reconoce en la tierra que nos acoge un lugar sagrado al que llegar descalzos, mostrando el respeto que sus gentes y cultura se merecen.

Entendemos la Misión como un acompañamiento siendo un apoyo para los otros en sus propios crecimientos y ofreciendo los soportes necesarios para que pueda alcanzarse un desarrollo

personal íntegro y completo; respetando los ritmos y tiempos que cada uno, dentro y fuera de la comunidad, necesitamos para crecer y dar fruto.

Somos conscientes de la necesidad de trabajar el mundo interior y la profundidad, siendo como yucas en cuyas raíces se encuentra el alimento.

Deseamos cultivar el respeto a los demás y a nosotros mismos, así como los espacios de crecimiento personales y comunitarios para conseguir dar fruto.

Vemos en la diversidad que nos compone una verdadera riqueza a ofrecer en la Misión y en la vida comunitaria y reconocemos como un regalo la diversidad de aquellos con los que entramos en contacto en esta realidad.

Deseamos responder con audacia a las necesidades que se presentan teniendo como modelo a María que movida por el Espíritu de Pentecostés en el “Cenáculo” junto con los discípulos rompen el miedo y la apatía.

Nos comprometemos a “danzar” con alegría, sabedores de que la energía, la alegría y el amor que se transmite a través de la “danza de la Misión” son contagiosos.

Queremos seguir bebiendo del “Agua Viva” que nos ofrece Jesús como alimento y nutriente para cuidar de la Creación que habita en nosotros y en el Universo, movidos por el Espíritu que anima y genera la delicadeza para cultivar los jardines de la Vida tan llenos de diversidad, belleza y fragilidad.

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