
Conclusión de la Jornada Mundial de la Juventud 2001
El espacio del recinto para seguir la misa del día 21 de agosto se ha quedado insuficiente. Los que pernoctaron acampados en Cuatro Vientos y los más madrugadores tuvieron un lugar, pero miles de personas no han podido acceder. La organización se ha visto desbordada por la participación.
Durante la homilía de la misa, el Papa centró su reflexión en torno a la lectura del relato evangélico conocido con el nombre de la "confesión de Cesarea". Allí, Jesús les plantea a sus discípulos dos preguntas: "¿Quién dice la gente que soy Yo? ¿Quién decís vosotros que soy Yo?". Pedro contesta que es el Mesías y Jesús lo confirma como la roca de la Iglesia. Y le promete que "el poder del infierno no prevalecerá" contra la Iglesia.
Apoyado en este texto, Benedicto XVI trazó en varios pasos una hermosa lección teología asequible a cualquier persona de la calle. En primer lugar, destacó que Jesús no es "un personaje religioso más", sino "el Hijo de Dios vivo". En segundo lugar, explicó qué es la fe y en qué consiste creer. Que no es una simple información sobre Dios, ni es saber cosas sobre Jesús. Es, ante todo, "un don" que Dios concede. Y es también "una relación personal", una "adhesión de toda la persona". Es, en definitiva, enamorarse de Dios, sentirlo en las entrañas y quererlo como a nadie. Y, por último, Benedicto XVI aseguró, de varias formas y con diversos matices, que "la Iglesia no es una simple institución humana como otra cualquiera". Es la institución fundada por Cristo "sobre la roca de la fe de Pedro". Y, por lo tanto, "no se puede separar a Cristo de la Iglesia". No hay fe sin Iglesia. El Papa sale así al paso de aquellos que aceptan a Cristo, pero no aceptan a la Iglesia. Y, para eso, asegura, con fuerza, que no se puede ser católico por libre y a la carta. "No se puede seguir a Cristo en solitario" ni "por su cuenta", porque se corre el riesgo "de no encontrar nunca a Jesucristo o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él".
Entrega de la Cruz a los jóvenes de Brasil
Al concluir la misa el Papa hizo el anuncio de que Brasil será la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud y se realizará en Río de Janeiro, en 2013. Los jóvenes madrileños entregaron la cruz de las JMJ y el icono de María a los brasileños, que portaban camisetas con los colores de la verde amarilla. Brasil, con 180 millones de católicos, se convertirá en los próximos años en uno de los cetros de atención de la sociedad mundial, con la celebración de tres eventos de carácter global: la Jornada Mundial de la Juventud en 2013; el Mundial de Fútbol entre junio y julio de 2014, y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.
Antes de partir para Roma el Papa se ha encontrado con los voluntarios de la JMJ para agradecerles su colaboración y sus servicios. Durante una semana ellos han sido quienes han cuidado, protegido y mimado a los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo. En total, 22.500 voluntarios que se han pateado las calles de Madrid. El Pontífice, por su parte, les agradeció todo el trabajo realizado, al mismo tiempo que les decía: “Responded con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros”. "Es posible -añadió Benedicto XVI- que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor", pidió el Papa. Por su parte, uno de los voluntarios le dio las gracias en nombre de "todos los que hemos trabajado para que pudiéramos vivir esta maravillosa fiesta de fe". Reconociendo que tras la partida del Papa "ahora nos queda una gran tarea: seguir creciendo como Iglesia".
Las calles de Madrid han cambiado de color y de ambiente en pocas horas. Los jóvenes han emprendido el éxodo de vuelta a sus casas tras un maratón de fe vivida en la JMJ. "Me regreso con cansancio, sueño y hambre, decía un joven, pero con una inmensa felicidad y ganas de más". Numerosos peregrinos dejan Madrid con lágrimas en los ojos y se dan cita ya para encontrarse en Rio de Janeiro.