30 de diciembre de 2008 ITALIA

Curso de la Tercera Edad- Manziana

La historia de los discípulos de Emaús, del Evangelio de Lucas, es una gran metáfora de nuestra experiencia de renovación. Nuestro grupo empezó su viaje compartiendo nuestras historias personales y valorando las experiencias y personalidades de cada uno de nosotros. Cada uno, comprometido de todo corazón con el proceso, sintió desde el principio fuertes lazos de fraternidad. Éramos catorce Hermanos Maristas y cinco Marianistas que nos reunimos para este camino de renovación con el equipo directivo formado por los HH. Barry Burns y Antoine Kazindu; nuestro capellán, el padre marista Desmond Hunt, y como ecónomo el H. José Descarga.

Los excelentes conferenciantes nos ofrecieron buena información sobre: la Transición de la Tercera Edad, el Reino de Dios, la Oración y la Espiritualidad, la Iglesia, la Eucaristía, María en nuestras Vidas, Opciones del Corazón, Bienestar y Problemas de Salud. Hicimos una peregrinación de nueve días a Francia donde nos encontramos con el espíritu y la fe de nuestros fundadores y la sociedad en la que vivieron. Hermanos del lugar profundamente llenos de la historia y el carisma de nuestras Congregaciones, nos proporcionaron un enriquecimiento profundo de nuestra herencia. El compartir entre los miembros del grupo enriqueció, aún más, nuestra experiencia. También hicimos algunas cortas peregrinaciones a Asís y Subiaco, que nos proporcionaron asimismo una mayor comprensión e inspiración de los espíritus de san Francisco, santa Clara y san Benito. La alegría de la experiencia de nuestra comunidad se incrementó con excursiones a nuestra Casa general en Roma y una audiencia con el Papa. También disfrutamos de los lugares turísticos de nuestra área y proporcionamos entretenimiento musical a los compañeros de mesa en los restaurantes donde comíamos.

Desde el principio de nuestro camino, buscando el significado de nuestras vidas y las llamadas del futuro, Jesús estuvo presente en la comunidad. Por medio de las presentaciones y de las experiencias, Él estaba abriendo con suavidad nuestros ojos y nuestros corazones. Sentimos el amor incondicional de Dios llamándonos a abrirle nuestros corazones. La Eucaristía era el centro de nuestras vidas, dando testimonio de la Buena Noticia del Reino. Comprendemos mejor el rol de María y su lugar central en la Iglesia. Esta Iglesia mariana, que no juzga pero alimenta, es más asequible para dar la bienvenida a los que no son católicos ni cristianos. Ésta es la nueva imagen de la Iglesia que nuestros fundadores imaginaron cuando comenzaron la Sociedad de María.

Para nuestra última Eucaristía de acción de gracias, escogimos la narración del viaje a Emaús según san Lucas porque describe nuestra experiencia.

Al compartir nuestra propia historia, reconocíamos lazos de un compromiso común y nos sentíamos comunidad- una fraternidad de individuos únicos capaces de involucrarnos de todo corazón en este viaje. Jesús estaba también en nuestro grupo cuando intentábamos apreciar la oportunidad ofrecida en esta edad de transición de nuestras vidas. Por medio de nuestros conferenciantes y las experiencias de peregrinación, Jesús nos daba suavemente una visión del Dios que quiere que sepamos que: el plan que este Dios que nos ama incondicionalmente tiene para cada uno de nosotros; y el viaje que desea que hagamos.

Cada Sociedad hizo peregrinaciones a los lugares significativos en la historia de nuestras fundaciones, en España y en Francia. La competencia y profundo compromiso de los guías locales nos ayudaron a absorber el espíritu de nuestros fundadores y la sociedad en la que vivieron.

Como María, se nos pide de permitir a Dios que viva en nosotros. Y por medio de nosotros testimoniar su amor en el mundo. La Eucaristía es el centro de nuestras vidas porque no pone en el centro de la acción de Cristo que glorifica al Padre. María es nuestra Madre, que alimenta la vida de Dios en nosotros; activamente presente en el calvario y en el altar donde nos abraza a san Juan como hijos suyos. Ésta es la dimensión mariana de la Iglesia?la familia de los que oyen la Palabra de Dios y la guardan. Como Maristas y Marianistas estamos llamados a promocionar, por medio de nuestro testimonio, esta imagen de la Iglesia.

Mientra una nueva comprensión amanecía entre nosotros, encontramos nuestros corazones ardiendo dentro de nosotros. Animados por nuestra experiencia de comunidad; aceptando más o menos cincuenta años de experiencia como recurso; nos sentimos con más energía para regresar a nuestras comunidades para compartir nuestra alegría. Hemos reconocido a Jesús en la Eucaristía de nuestra comunidad de Manziana?una comunidad que hemos construido nosotros mismos.

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