La guia del maestro – 1853

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Carta del H. Francisco, Superior General, al presentar al instituto
la primera edición de
“La guia del maestro”

Nuestra Señora de la Ermita
Fiesta de la Visitación, 2 de Julio de 1853

CARÍSIMOS HERMANOS:

No dudo recibiréis con júbilo y gratitud esta “Guía del Maestro”, tanto tiempo ha esperado por vosotros, que hoy, aprobada y adoptada por el Capítulo General del Instituto, tengo el consuelo de enviaros.

Huelga deciros que en la redacción de este Tratado, hemos seguido fielmente las normas y enseñanzas que nuestro piadoso Fundador nos legó acerca de la educación de la juventud. Ante todo, hemos procurado imbuirnos de su espíritu, hacerlo revivir, reproducirlo en cuanto ha sido posible, a fin de transmitíroslo y perpetuarlo entre nosotros. Tal era, a juicio nuestro, el deber y la labor que nos incumbía.

Por espacio de largos años y en especial durante los dos meses de vacaciones, nuestro bondadoso Padre se consagró a formarnos en la enseñanza, a instuirnos en el modo de hacer la catequesis y a inculcarnos los invariables principios de la buena educación. Los que tuvieron la suerte de oírle, recordarán, sin duda, que al tratar esos asuntos descendía a los más minuciosos pormenores, nos daba prolijas enseñanzas acerca de los varios aspectos de la educación del niño. ¿Qué no nos dijo, por ejemplo, acerca de la clase de párvulos, cuya importancia, a su juicio, es superior a la de las demás clases? ¿Qué de los cuidados que los Hermanos que la dirigen deben tener de esos tiernos niños a quienes él llamaba a boca llena “angelitos” a causa de su inocencia? ¿Qué de los medios adecuados para grabar en ellos las primeras verdades de la religión, para infundirles la piedad, para allanarles las dificultades de la lectura?

Llenos del espíritu de Dios y de compasivo amor a los niños, descubrió las necesidades de su edad y los medios de aliviarlas, los secretos de ganar sus corazones, de encaminarlos al bine, de hacerles amar la piedad y formar las facultades de su alma. Ese talento que sin sospecharlo en tan alto grado poseía; ese ardiente celo que le animaba para procurar la santificación de los niños y que se esforzaba en comunicar a sus Hermanos en las cotidianas instrucciones que les daba, van compendiados en la obra que hoy os presentamos.

El Rmo. Hno. Francisco menciona a renglón seguido cinco cosas que, en el método de enseñanza del Instituto, son obra personal del Venerable Marcelino Champagnat. a saber:

El Método de lectura, basado en el moderno deletreo de las consonantes, método nuevo en aquella época, que, además de mostrar la agudeza y precisión de su juicio, probó su entereza por salir de la rutina.

Las cualidades de la buena disciplina, que cifra él en la autoridad moral y en la bondad, en una época en que se usaban generalmente los castigos aflictivos.

La importancia que dio a la catequesis y el cuidado que puso en formar buenos catequistas.La enseñanza del canto, desconocida entonces en las Escuelas primarias.Las reglas concernientes a la formación pedagógica de los Hermanos jóvenes que tanta uniformidad han producido y tanta cohesión han dado a nuestro modo de enseñar y educar a la juventud.Y termina la carta con estas alentadoras palabras cuya actualidad no ha disminuido: “No ignoráis, carísimos Hermanos, cuán grandes han sido las bendiciones de que Dios nos ha colmado hasta ahora; visible protección sobre el Instituto; El lo ha hecho prosperar más allá de nuestras esperanzas. Su infinita bondad es sin duda la primera causa de sus favores, pero séanos lícito considerarlos también como un premio de nuestra fidelidad para conservar el espíritu de nuestro virtuoso Fundador y conformar nuestra conducta y enseñanza a las normas y ejemplos que nos legó. Prosigamos, pues, caminando en pos de nuestro bondadoso Padre, que, a ejemplo del Apóstol, nos asegura que “el que ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Nuestro Señor Jesucristo”. Si por ventura hay aún entre nosotros alguno que no posea el talento y habilidad de enseñar a los niños y de ganarlos para dios, confiamos que los adquirirá por la lectura y meditación de este libro, cuyos consejos, seguidos con fidelidad y constancia serán el mejor medio de formarnos a las funciones de nuestro ministerio, conseguir el acierto y trabajar eficazmente en la santificación de los niños. “El Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén”.


El Capítulo General de 1907 decidió la revisión de la “Guía del Maestro” teniendo en cuenta con el crecimiento y propagación del Instituto, cuyas casas se hallan actualmente diseminadas por el mundo entero.Como consecuencia de esta revisión se han suprimido algunas secciones del principio y fin de las precedentes ediciones, tales como las relativas a la admisión de los alumnos, a la duración de la clase, al horario de la misma, a los registros que hay que llevar, a los días de vacación, etc.En la actualidad, las normas que reglamenten esos diversos puntos, no pueden tener idéntica uniformidad que en los primitivos tiempos del Instituto cuanto la totalidad de los alumnos radicaba en una región de Francia. Por otra parte, en casi todos los países han aparecido reglamentos oficiales y obligatorios para la organización de las Escuelas, los cuales suplen lo que se habría podido prescribir aquí.Lo concerniente a la educación propiamente dicha, contenido en las anteriores ediciones, se ha conservado cuidadosamente y aún se ha ampliado, pues allí estaban condensadas las enseñanzas de nuestro Venerable Fundador y las tradiciones del Instituto tocante a la educación cristiana de la niñez.

El Capítulo General de 1920 aprobó las transformaciones y cambios introducidos en el texto antiguo a raíz de las decisiones del Capítulo  precedente, y presenta hoy al instituto una nueva edición de la “Guía del Maestro” que, a pesar de adaptarse a situaciones tan nuevas y tan diferentes, conserva el espíritu de nuestro Venerable Fundador.¡Ojalá todos los Hermanos Maristas, al ejercer el cargo de educadores, se funden siempre en el amor sobrenatural de las almas y en el celo ardiente de nuestro Padre por la educación cristiana de la juventud, la gloria a dios y honra de la Inmaculada y siempre Virgen María!