
El bien del niño y del adolescente constituye la máxima prioridad
La casa general de Roma ha acogido, del 13 al 17 de mayo, la primera reunión presencial de la Comisión “ad hoc” para la Protección de la Infancia. Su objetivo consiste en revisar, evaluar y sugerir recomendaciones respecto de la documentación que cada Provincia y Distrito Maristas han elaborado sobre este tema, con orientaciones proporcionadas por el Instituto Marista. Integran la Comisión los hermanos Jim Jolley, Director de “Child Rights Advocacy” del FMSI (Marist International Solidarity Foundation), ubicado en Ginebra, que actúa de coordinador; Alexis Turton, de la Provincia de Australia, Gérard Bachand, de la Provincia de Canadá; Luis Carlos Gutiérrez Blanco, de la Provincia de América Central; Sandro André Bobrzyk, de la Provincia de Rio Grande do Sul, Lluís Serra Llansana, de la Provincia de l’Hermitage, y Hank Hammer, Provincia de Estados Unidos (ausente en esta ocasión). Todo este proceso se lleva a cabo de acuerdo con el hermano John Klein, consejero general.
El respeto a los derechos de los niños y adolescentes contenidos en la Convención de los Derechos de la Infancia (1989) es el motor que impulsa las nuevas políticas educativas y sus correspondientes planes de acción con la voluntad de construir un lugar seguro para la infancia. Se trata de prevenir, proteger y crear un lugar seguro para los niños, además de resolver y sancionar los casos de abusos que pudieran darse. Incumbe a cada Provincia la elaboración y la aprobación de sus políticas, así como la aplicación y evaluación de las mismas. No obstante, el Consejo general ha facilitado orientaciones y ha constituido esta Comisión para ayudar a las Provincias con sus recomendaciones y sugerencias.
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Formulamos unas preguntas al hermano Lluís Serra.
¿Cuál es su primera impresión del trabajo realizado?
Las Unidades Administrativas (Provincias y Distritos) se han tomado muy seriamente su trabajo. Dado el carácter multidisciplinar de las políticas de protección, la tarea es compleja y se ha afrontado con sentido de responsabilidad. Sin relegar el capítulo de los abusos a un segundo término, se lo ha englobado en una dinámica más amplia, construida a base de previsión, protección y seguridad. Se trata de fortalecer con instrumentos jurídicos la actualidad del carisma de san Marcelino en su relación con los niños: espiritualidad, amor y educación.
La situación actual ¿exige un cambio de mentalidad?
Sí, efectivamente. Los niños y los adolescentes tienen que dejar de ser considerados como personas, totalmente pasivas, que hay que moldear a través de la educación. Son sujetos responsables de su propia educación. Tienen derechos, que han de ser respetados, y deberes, que han cumplir. Estos planteamientos exigen que padres y educadores cambien las formas tradicionales de pensar. El arraigo secular de las mismas dificulta la transformación. Afortunadamente, los pasos en esta dirección son cada vez más decididos. Las políticas y los planes de acción van en esta línea.
Un mundo más seguro para los niños…
Siempre habrá problemas, porque los comportamientos más agresivos contra los niños responden a patologías arraigadas en el corazón humano. Pero, los instrumentos jurídicos y la respuesta contundente a los abusos perpetrados pueden frenar las desviaciones que, en un clima tolerante, se realizarían sin miedo. Quienes estamos comprometidos en la educación podemos alegrarnos de estas políticas. El bien del niño y del adolescente constituye la máxima prioridad.