
El Espíritu de Familia, al estilo marista
Con ilusiones, dudas e interrogantes, pero con mucho entusiasmo se desarrolló el encuentro de hermanos, laicas y laicos en Ecuador el 4 y 5 de abril de 2009. En total, 34 participantes. El criterio es organizarnos más estructuradamente, asumiendo con fervor el Espíritu de Familia, al estilo marista.
Se realizó un recorrido histórico de la presencia del laicado en la Iglesia y especialmente en el Instituto marista, así como una motivación, desde la espiritualidad, inspirada en el documento Agua de la roca, escrito que ha orientado profundamente el Año de espiritualidad marista, celebrado en el transcurso del 2007.
Nos ayudó el escrito: ?Orientaciones para la reflexión ante el XXI Capítulo general?, el cual nos invita a seguir discerniendo sobre nuestra identidad y compromiso voluntario en el compartir misión, fe y vida junto a los hermanos. Además, se insistió sobre un trabajo de tipo vocacional, no solo a nivel de hermanos, sino también dirigido al laicado que desea seguir más de cerca a Jesús, inspirados en el carisma de Marcelino Champagnat desde su realidad de vida.
Es común escuchar que debemos responder al llamado de Jesús desde nuestras realidades personales, familiares, laborales y sociales, que es donde se pone en juego toda aquella riqueza que recibimos desde la vida de Jesús, nuestra Buena Madre y Marcelino. Además, debemos proyectar caminos de solidaridad, que ayuden a dimensionar el valor de la persona independientemente del contexto histórico, contextual y socio-económico en el que lucha a diario por vivir y sobrevivir.
Es importante abrir espacios de fe y vida entre hermanos y laicos, ya que la misión, de alguna manera, la estamos llevando adelante con grandes esperanzas y, a veces, contradicciones propias de un proceso que avanza de acuerdo a las realidades donde se aviva la llama de Marcelino. Es vital propiciar espacios de compartir hermanos, laicos y laicas para mantener vivo el llamado de la Iglesia y del Instituto a ser testimonios de vida allí donde nos encontremos.
La formación es el combustible que nos anima y nos impulsa a seguir dando a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, entre aquella gente que no sólo necesita de nuestro aporte económico o de las oraciones diarias que podamos realizar, sino de nuestra entrega personal, voluntaria y coherente, al servicio de la humanidad y de nuestro hogar llamado tierra.
Las laicas y laicos, estamos invitados a una mesa común donde compartir: oración, experiencia, descanso, esparcimiento, formación? junto a los hermanos, todo esto animado por un proyecto de vida en conjunto, con el fin de ayudarnos mutuamente e ir fortaleciendo nuestra identidad desde la comunión y el respeto, considerando nuestras especificidades en cuanto a formas de vida que llevamos adelante (Laicos, laicas: solteros, vida matrimonial, separados, viudos, viudas…) y de manera especial tomando en cuenta que todo sea para la mayor gloria de Dios.
Agradecemos infinitamente a Claudia Rojas y al H. Salvador Álvarez, de Colombia, que nos iluminaron muy bien desde la experiencia de Colombia. Que Jesús, María y Marcelino les bendigan siempre.
__________________
Raúl Cuasés – Coordinador del encuentro