31 de marzo de 2021 CASA GENERAL

“Año de San José”: con corazón de padre

Con la Carta apostólica Patris corde (Con corazón de padre), el Pontífice recuerda el 150 aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal y, con motivo de esta ocasión, a partir del 19 de marzo de 2021 y hasta el 8 de diciembre de del mismo año se celebrará un año dedicado especialmente a él.

En el trasfondo de la Carta apostólica, está la pandemia de Covid-19 que -escribe Francisco- nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como san José, “el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Y sin embargo, el suyo es “un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”.

El Patrono del Instituto

Esta fecha coincide con la celebración en el Instituto, un año más, de la fiesta de San José como Patrono de Instituto. Esta piadosa tradición nos viene de Champagnat que llevaba el nombre de “José” desde el bautismo junto con el de “Benito” y “Marcelino”. La noticia histórica de San José como patrono del Instituto se encuentra en el testamento espiritual de Marcelino proclamado “en presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José” cuando Champagnat invita a los hermanos: “A la devoción a María juntad la del glorioso san José su dignísimo esposo; ya sabéis que es uno de nuestros primeros patronos” (Vida, 234). El reconocimiento y gratitud de Marcelino para con san José lo puso de manifiesto en su circular del 13 de enero de 1839 cuando escribió a los hermanos: “¿Quién podrá, después de María, expresar mejor todo lo que sentimos, que San José, ¡ese gran santo! ¡ese hombre seráfico!” (Marcelino Champagnat, Circulaires des Supérieurs, t. 1 (1939) 24.). Champagnat, y con él los hermanos, encabezaban las cartas con los nombres de Jesús, José y María.

La devoción de Marcelino a san José

El propio Marcelino honraba con unción la persona y la santidad del esposo de María y padre de Jesús en especial los últimos días de su vida. “Hizo con gran fervor el mes de San José para pedir una buena muerte. Rezaba diariamente las letanías del santo esposo de María; y cuando ya al final no podía hacerlo por sí mismo, quiso que un hermano las rezara junto a su cama. En el día de la fiesta de este gran santo, después de haber dado la bendición con el Santísimo, dijo que era la última vez que la daba en ese día” (Vida, 231). “En cuanto tuvo que guardar cama, mandó colocar en las paredes de su habitación las imágenes de Nuestro Señor, la Santí­sima Virgen y san José para poder mirarlas y contemplarlas a su gusto y dar pábulo a su piedad y amor a Jesús, María y José, cuyo auxilio pedía y cuyos nombres invocaba a menudo” (Vida, 241). “No satisfecho con las oraciones jaculatorias, se entregaba con puntualidad y fervor admirables a sus ejercicios de piedad. Respon­día claramente al rosario, que pidió que rezaran a su lado cuando ya no tuvo fuerzas para hacerlo solo, lo mismo que a las letanías de san José y otras oraciones que quiso que se rezaran a cada hora del día” (Vida, 241). “La intensidad y violencia de los dolores no le impidieron se­guir unido a Dios y repetir continuamente actos de amor, de con­fianza y conformidad, de contrición, o bien, breves invocaciones a la Santísima Virgen, a san José, a su Ángel custodio y a sus santos patronos” (Vida, 253). “El jueves, cuatro de junio, el buen Padre tenía ardientes deseos de recibir por última vez a Nuestro Señor; y, recordando las pala­bras del señor cura de San Pedro, confiaba en que Dios le otorgaría esa gracia, que pedía fervorosamente por intercesión de san José” (Vida, 255). “Dirigía constantemente su mirada a los cuadros de Jesús, de María y san José, y viéndose imposibilitado para pronunciar sus nombres, los saludaba con la mano, que le sostenían cuando señalaba a cada uno de ellos” (Vida, 255). “Durante la noche, prosiguió sus invocaciones: ¡Jesús! ¡María! ¡José! Hacia las dos y media, dijo a los hermanos que estaban a su lado: — Hermanos, la lámpara se les apaga” (Vida, 255).

Una imagen del Patrono del Instituto

La Casa general es la casa de Jesús, María y José. La presencia de imágenes, cuadros o representaciones que nos recuerden a Jesús y María en los ambientes de la Casa general es abundante y en algunos casos cualificada. En cambio la representación de san José es más discreta. Hay tres cuadros a la entrada de la casa junto a la estatua de María que representan a José en el nacimiento de Jesús, en la huida a Egipto y en el templo de Jerusalén ante Jesús que dialoga con los doctores de la Ley. Las imágenes son reproducciones clásicas y están elaboradas sobre material acrílico.

San José - Casa general Maristas - Capilla Grande

Otra imagen de cerámica, representando la paternidad de san José, se encuentra en la iglesia de la Casa, en el lateral derecho, junto a la puerta de la sacristía.

La más representativa de todas es, sin duda, un mosaico de aproximadamente 2m2 que preside la capilla de la comunidad de los hermanos que colaboran con el Consejo general. Esta obra representa el patronazgo de san José sobre el Instituto. La representación está enmarcada en una plataforma sobre la que reposan los protagonistas, encuadrada por una especie de pórtico de madera de la que cuelgan dos signos propios del gremio de carpinteros: Un hacha y una escuadra. La figura central representa a san José, de pie, con los brazos discretamente abiertos que extienden su manto protector, a su derecha, sobre la familia de Nazaret: María, sentada en un banquillo y Jesús que reposa sentado sobre las rodillas de María. Y a la izquierda, sobre la Familia Marista de Champagnat figurada por una representación de la iglesia de la Casa general. Sobre el frontispicio de dicha iglesia se enmarca en una especie de escudo señorial una “M” dorada. José sostiene un báculo florido, símbolo de la autoridad del jefe de la familia que hace germinar la santidad de vida de cuantos se cobijan bajo su patronazgo. El báculo de la autoridad está bajo el dominio de la mano de san José pero la fuerza de dicha autoridad emana de las manos de Jesús y de María que lo apoyan con eficacia. La obra aparece sin firma de autor.


H. Antonio Martínez Estaún – Roma, 19 de marzo de 2021.

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