Favorecer la dimensión antropológica
Un grupo de hermanos jóvenes latinoamericanos hemos finalizado la segunda etapa de nuestro Itinerario Formativo Marista a la Profesión Perpetua, en Cochabamba (05 de marzo a 29 de junio). Estamos justo a la mitad de nuestro caminar. Las experiencias han sido diversas y, sobre todo, muy enriquecedoras por su contenido, profundidad y adecuación para nuestros procesos personales.
Este segundo módulo del Itinerario ha querido favorecer la dimensión antropológica, por lo que hemos contado con los talleres de Crecimiento Humano, animado por el Hno. Juan Ignacio Fuentes, de la Provincia Cruz del Sur, y el curso de Afectividad y Sexualidad, por el Ir. Odair Larentis, de la Provincia Rio Grande do Sul. Finalizamos este bloque con la primera semana de los Ejercicios Ignacianos y el paseo comunitario al Departamento de La Paz.
En el taller de Crecimiento Humano, narrar y completar la vida fue la pedagogía con la que se nos invitó a profundizar en nuestros procesos de crecimiento. Desde una perspectiva contemplativa y holística, intentamos poner nombre a aquello que necesita ser ¨trabajado¨ a nivel de crecimiento personal, durante el Itinerario, para aprovechar con profundidad los espacios que se nos proponen en estos meses. Espacios de reflexión, lectura, acompañamiento personal y grupal, y oración, incluyendo el retiro en clave de Ejercicios Ignacianos. Por lo tanto, fue una semana en la que pudimos reflexionar y ver nuestra propia vida desde elementos que componen nuestra historia personal, así como poder profundizar en algunas claves existenciales, creyentes y maristas, capaces de contener la experiencia vital de este tiempo de discernimiento y profundización.
El taller fue vivencial. La “conexión” de cada uno de los hermanos fue muy importante, desde el compartir profundo y respetuoso del propio proceso, desde la vida y el corazón (no sólo de las ideas), para reelaborar nuestros conocimientos y saberes a la luz de la experiencia de los demás y de la reflexión que día a día se iba haciendo.
La siguiente semana al taller de Crecimiento Humano, tuvimos el taller de Afectividad y Sexualidad. El énfasis de este taller fue poder abrir el espacio para ver la sexualidad como un elemento integrador en nuestras vidas. En los primeros días, el Ir. Odair, desde sus conocimientos biológicos, nos adentró en temas diversos sobre la sexualidad, la genitalidad y el sexo. Esto permitió crear un espacio libre y tranquilo con respecto a temas que en nuestra sociedad se consideran un tabú y, sobre todo, analizar nuestra propia vivencia al respecto. Luego, pudimos reflexionar y reconocer las tres formas de amor: eros, filía y ágape. Términos que describen una progresión en grados de descentramiento entre el yo y el tú amado: eros, marcado por la fuerza de la pulsión; filía, por la reciprocidad del dar y recibir; y ágape, por la donación de sí. A través de estas tres modalidades del amor, pudimos ver cómo participamos de la esencia divina en tanto que comunicamos lo que somos hacia el otro de nosotros. Tres formas de amor que no están separadas. Es el amor difractado en sus diversas formas. Ese amor que mueve el universo.
En el taller predominó bastante la teoría, pero todo fue muy enriquecedor e iluminador sobre la sexualidad y la vivencia de la castidad en las diversas etapas de la vida consagrada, desde una definición más global e integradora de la sexualidad, vista como un todo, la cual abarca todas las dimensiones de la persona humana, teniendo en cuenta que la integración de la sexualidad célibe es un trabajo de todos los días, ya que es evolutiva, lo cual nos lleva a una libertad sexual, al integrarla y no reprimirla.
Después de la iluminación y los espacios de reflexión propiciados por los talleres mencionados, tuvimos la oportunidad de vivir la experiencia de retiro de los Ejercicios Ignacianos.
El retiro mensual de los Ejercicios Ignacianos está dividido en tres partes a lo largo de los meses que componen nuestro Itinerario formativo. Dentro de este primer núcleo hemos vivido la primera semana y el comienzo de la segunda.
Con el acompañamiento del sacerdote jesuita Santiago, pudimos vivir estos días de silencio interior y exterior. Estuvimos en la casa de retiros espirituales de las hermanas Siervas de la Madre de Dios, ubicada a las afueras de Cochabamba. El ambiente del lugar nos permitió entrar en la experiencia de silencio para profundizar, desde la oración y con nuestra disponibilidad interior, la experiencia y el paso de Dios en nuestras vidas, desde cada una de nuestras historias personales y de nuestro presente.
Después de los días de retiro, y como parte del compartir comunitario que vamos viviendo, tuvimos un día de paseo por pequeñas comunidades.
Caminata entre las montañas de Cochabamba, paseo en un centro recreativo. Fue un día para compartir y disfrutar juntos, descansar y apreciar la naturaleza, además de vivir una que otra aventura, como el pequeño incidente que el Hno. Héctor tuvo al caer cuando atravesábamos un camino pedregoso e irregular. El resultado fue un esguince en el tobillo derecho. Entre los que íbamos, llevamos al hermano hasta la entrada del parque para tomar el transporte de regreso a casa. Ahora está en recuperación, con el tobillo enyesado. Gracias a Dios, el percance no pasó a más. Ahora sólo nos queda el recuerdo de la experiencia y del día en general.
Otra de las experiencias comunitarias significativas que hemos vivido en esta etapa fue la visita turística al Departamento de La Paz.
Gracias a la generosidad y disponibilidad del Hno. Saturnino, Delegado Provincial para Bolivia, pudimos tener una experiencia gratificante en dicho paseo. De lunes a viernes pudimos visitar varios lugares significativos para la cultura boliviana, como el lago Titicaca, la Isla del Sol y Copacabana, en donde nos quedamos tres días. Como un hecho lamentable, el domingo 21 de abril, un día antes de nuestra llegada, fueron robadas las joyas que engalanaban a Nuestra Señora de Copacabana, patrona de Bolivia, por lo que los pobladores estaban muy conmovidos por el hecho, así como los frailes Franciscanos que administran la Parroquia en donde se encuentra la imagen de María.
El jueves hicimos un recorrido por el sitio arqueológico de Tiahuanaco, ubicado en el altiplano boliviano, a 15 kilómetros al sureste del lago Titicaca, en el Departamento de La Paz. Ese lugar fue cuna de una civilización pre-incaica, llamada con el mismo nombre del lugar, siendo una de las culturas más longevas del continente americano. Gracias a la guía de Rosa María, nuestra acompañante durante todo el viaje por los lugares visitados, pudimos acercarnos más a los orígenes culturales bolivianos, sus tradiciones, creencias y formas de ver la vida.
Después de pasar la noche del jueves en la ciudad de La Paz, el viernes tuvimos la oportunidad de visitar la cordillera de Los Andes, específicamente el nevado de Chacaltaya, a más de 5500 metros sobre el nivel del mar. Al igual que las visitas anteriores, fue una experiencia muy interesante e impresionante por los paisajes circundantes que ofrece el lugar, en los que se aprecia la mayor parte de la cordillera boliviana de Los Andes.
El paseo a La Paz no sólo fue un paseo turístico y de descanso, también fue una experiencia de contacto con la realidad boliviana, con su naturaleza, cultura, simbología, orígenes y cosmovisión, heredada de sus ancestros, y poder descubrir la conexión que estas culturas poseen con el Todo y con todos los seres.
Para finalizar esta segunda etapa, hemos tenido un día para evaluar, personal y comunitariamente, todas estas experiencias vividas en este tiempo. Es un espacio importante para agradecer lo vivido, retroalimentarnos mutuamente y continuar con la marcha de nuestro Itinerario Formativo Marista.