29 de noviembre de 2005 ESPAñA

Formación para seguir dando vida

Durante los días 4, 5 y 6 de noviembre tuvo lugar en Córdoba (España) un encuentro de agentes de pastoral de un sector de la Provincia Mediterránea. En palabras de los convocantes, el motivo que les reunió fue «encontrarnos para recrearnos con nuestra vocación de animadores y catequistas, para divertirnos y formarnos de cara a nuestra misión de evangelizar a los niños y jóvenes de nuestros centros educativos».
A lo largo de esas jornadas, los casi cien participantes, procedentes de cuatro colegios maristas, se distribuyeron en tres grupos de trabajo.
El primero se centró en «Dinámicas y recursos de grupos». Los 37 animadores que formaron parte de él, y que trabajan con preadolescentes, desarrollaron actividades sobre juegos, canciones, recursos de animación, veladas…
El segundo grupo trató el tema «Los/as chicos/as de nuestros grupos: Resolución de conflictos» Optaron por él 27 animadores que están acompañando a muchachos de Secundaria. Hicieron un análisis de la realidad de esos chicos desde la perspectiva antropológica, psicológica y cristiana.
El grupo restante se planteó esta cuestión: «¿Tienen futuro nuestros grupos como comunidades juveniles cristianas?». Estaba destinado a 29 catequistas y coordinadores que realizan su misión en los grupos de Bachillerato y Universitarios. Iluminaron su análisis y actuación con los textos evangélicos de la Anunciación de María y del ciego Bartimeo.

Los trabajos fueron dirigidos por un equipo de formadores, constituido tanto por hermanos como por seglares que colaboran con nosotros. Este encuentro responde a lo recogido en el Plan de Formación de Animadores y Catequistas de la Provincia Mediterránea. En dicho plan se prevén hasta tres cursillos anuales de formación. Asimismo, se pretende con estas iniciativas tener momentos para intercambiar experiencias y para que los animadores puedan compartir su vida y su proceso personal.
A través de la oración, los asistentes dieron gracias a Dios por su vocación de animador y catequista. La eucaristía del domingo, día 6, puso fin a esas jornadas, en las que tampoco faltaron momentos para la expansión y el divertimento.

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