5 de junio de 2010 CASA GENERAL

H. Emili Turú, Superior general

Tal día como hoy, hace 170 años, el H. Francisco cumplía con la triste obligación de comunicar al Instituto que su querido hermano y amigo, Marcelino Champagnat, había muerto: ?El sábado 6 de junio, a las cuatro y media de la mañana, nuestro buen Padre Superior se ha dormido pacíficamente en el Señor, después de tres cuartos de hora de una serena agonía? En esta dolorosa circunstancia, os invitamos, queridísimos hermanos, a unir vuestras lágrimas y vuestras esperanzas a las nuestras. Lloremos a un buen padre, a un digno Superior y Fundador, a un santo sacerdote de María, nuestro apoyo, nuestro guía, nuestro tierno consolador. Lloremos porque la muerte nos ha quitado a aquel que sabía compartir tan bien nuestras penas y dirigir nuestros pasos por la vía de la salvación? Nos corresponde a nosotros ahora, recoger y seguir con atención sus últimas y tan impactantes enseñanzas; hacerlas revivir en cada uno de nosotros, imitando las virtudes que admiramos en él y, más que nunca, estrecharnos en torno a nuestra buena y tierna Madre?.

Es fácil imaginar la emoción que encierran esas breves líneas, escritas por quien estuvo al lado de Champagnat desde que tenía diez años. Han pasado más de veinte y, ahora, con 32, escribe en calidad de primer Superior general del Instituto. Son innegables el amor y la admiración que sentía hacía Marcelino, como puede apreciarse por las expresiones que usa al referirse a él. Pero, como hombre de fe, mira enseguida hacia el futuro y se siente invitado a recoger la herencia de Champagnat: ?Nos corresponde a nosotros ahora?? Él mismo se propone convertirse en ?imagen viva? del Fundador, y como tal será reconocido por los hermanos.

Quizás por el gran amor que profesaba a Champagnat, el H. Francisco apreció también, de manera muy evidente, la casa de l?Hermitage, a la que calificó frecuentemente como ?el gran relicario del P. Champagnat?. ?Todo aquí nos habla del P. Champagnat, todo nos recuerda a este buen Padre. Los muros, los tabiques, los suelos nos dicen que él fue a la vez albañil, yesero, carpintero. Caminó sobre estos suelos, recorrió estas habitaciones; aquí rezó, cantó, confesó, celebró la Misa, dio la comunión en esta capilla que él mismo construyó; trabajó la tierra, la huerta? golpeó la dura roca para rebajarla. Finalmente, aquí reposa entre nosotros?. ¿Quién más capacitado que el H. Francisco para comprender el enorme valor simbólico de nuestra Casa madre, él que pasó en l?Hermitage 56 años?

Creo que tanto el P. Marcelino como el H. Francisco estarían hoy muy contentos si pudieran contemplar la renovación llevada a cabo en esa casa que tanto amaron, particularmente porque se aspira a recuperar con nueva fuerza la finalidad para la que fue construida: ser casa de formación, escuela de espiritualidad. Durante la semana de Pascua tuve ocasión de estar en l?Hermitage, y pude apreciar que hoy no sólo contamos con unos edificios preparados para el futuro, sino que se han recuperado y puesto de realce elementos que nos conectan con su constructor, Champagnat, y nuestros primeros hermanos.

¡Cuántas reuniones, cuántos sacrificios y desvelos han tenido lugar desde febrero de 2004, cuando se empezó a hablar de la posibilidad de renovar los ?lugares maristas?! Mi agradecimiento más cordial al H. Seán y a los miembros de su Consejo, así como al Provincial y al Consejo de l?Hermitage, primeros impulsores del proyecto. Un agradecimiento especial a la provincia de l?Hermitage que no sólo ha asumido generosamente buena parte del costo del proyecto, sino que ha cargado con la responsabilidad del seguimiento de los trabajos en el día a día. Gracias también a todas las unidades administrativas por su colaboración, de acuerdo a sus posibilidades, así como han hecho muchas personas a título personal. Gracias a los ?maristas de Champagnat? que han aceptado formar parte de la actual comunidad de l?Hermitage, dejando sus lugares de origen y sus proyectos personales para integrarse en un proyecto del Instituto. Y gracias a quienes han participado tanto en las distintas comisiones de planificación y acompañamiento, como en la ejecución concreta del proyecto.

?Reivindiquemos el espíritu de l?Hermitage?. Con este sugerente título, hace tres años que el H. Seán publicaba una carta dirigida a todo el Instituto, explicando el Proyecto Hermitage: ?Este Proyecto contempla la renovación tanto en el plano de las personas como en el de los lugares, y tiene dos objetivos: a) Diseñar un programa nuevo de acogida y animación para los visitantes de Notre Dame de l?Hermitage; b) Planificar y llevar a cabo la reforma de los edificios y otros espacios significativos que componen la propiedad del Hermitage, a fin de favorecer el desarrollo del programa arriba mencionado?.

?Reivindiquemos el espíritu de l?Hermitage?. La invitación me parece paralela a la que hacía el H. Francisco cuando comunicaba la muerte del Fundador: ?Nos corresponde a nosotros ahora recoger y seguir con atención sus últimas y tan impactantes enseñanzas; hacerlas revivir en cada uno de nosotros, imitando las virtudes que admiramos en él y, más que nunca, estrecharnos en torno a nuestra buena y tierna Madre?.

Nos corresponde a nosotros. Me corresponde a mí apropiarme del espíritu de l?Hermitage. Y esta es la invitación que siento hoy con fuerza. A peregrinar interiormente hacia la fuente de donde brotaban la fe, la audacia, el coraje de Champagnat y de nuestros primeros hermanos. ¿De dónde les venía a ellos esa fuerza que les hizo superar todas las dificultades y dar la vida con alegría al servicio de la misión marista?

Me parece que difícilmente podremos recorrer el camino hacia ?nuevas tierras? pedido por nuestro XXI Capítulo general, si al mismo tiempo no tomamos iniciativas para que nuestras raíces se hundan hasta encontrar lo que dará alimento a nuestras vidas y sentido a nuestro quehacer.

Este año estoy celebrando la fiesta de nuestro Santo Fundador en Oceanía, donde, como sabemos, la presencia marista se remonta a nuestros orígenes. Invito, pues, a todo el Instituto, a dar gracias de corazón al Señor por todo cuanto lleva a cabo en este continente a través de las distintas ramas de la Sociedad de María; de manera especial, por los más de cuatro mil maristas de Champagnat que actualmente se esfuerzan por servir a unos 41.000 niños y jóvenes en esta parte del mundo.

Dentro de unos días tendré ocasión de encontrarme con los hermanos que están en un gran país asiático, como miembros del Sector ?Asia ad gentes?. Quisiera encomendarlos a ellos y a todos los miembros del Sector a vuestras oraciones, muy particularmente durante este día.

La segunda lectura de la liturgia propia de San Marcelino Champagnat nos evoca a la primera comunidad cristiana reunida en torno a María, la Madre de Jesús. Ella es, en efecto, nuestra fuente de inspiración, nuestra compañera de camino, Aquella que nos convoca a construir la Iglesia de Pentecostés. Nunca como hoy cobran fuerza las palabras de Marcelino en su testamento espiritual: ?Dígnese esta buena Madre conservaros, multiplicaros y santificaros?.

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H. Emili Turú,
Superior general

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