6 de mayo de 2014 CASA GENERAL

H. Henri Vergès (1930-1994)

El 8 de mayo de 1994, domingo, poco después del mediodía, el H. Henri Vergés daba el testimonio de su sangre después de 25 años al servicio de los jóvenes en Argelia. Recordamos su memoria con un texto del H. Michel Voute tomado desde FMS Mensaje 15 (octubre de 1996).

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Nació el 15 de julio de 1930 en Matemale, pueblecito del cantón de Capcir, encantador pero inhóspito, a más de 1200m de altitud, en los Pirineos Orientales, muy cerca de Andorra y de la frontera española. En familia se hablaba catalán. Henri era el mayor de los seis hijos. Tiene dos hermanos y tres hermanas.

Entró en el juniorado  en 1942, en plena guerra mundial. La vida es difícil para to­ dos, y los responsables tienen muchas dificultades para alimentar los juniores . Hizo el noviciado en el curso 1945-1946 en Saint­ Paul-Trois-Chateaux, en un país liberado, pero debilitado económicamente. Después de un año de escolasticado en Ntra. Sra. del Hermitage , el H. Marie-Rodrigues (tal es su nombre de religión) obtiene el título de Maestro de Primera Enseñanza en Nimes en 1947, e inmediatamente empieza su docencia en la escuelita de Saint-Géniez d 'Olt (Aveyron).

Después de dos años de reposo en un sanatorio, continúa con entusiasmo los estudios: se licenciará en Filosofía, se familiarizará con la lengua española y enseñará principalmen­ te ... ¡matemáticas!

Hasta 1969, su apostolado se desarrolla especialmente en el sur de Francia. Desde 1951 a 1956, después de salir del sanatorio, trabaja con los jóvenes de Cheylard, en Ardeche, y luego es destinado, entre 1958 y 1966, a Lacabane (Correze), como submaestro de novicios. En esta última fecha toma la dirección del colegio de Bourg-de-Péage (Drome). Después de asistir como delegado al Capítulo  de 1967-68, termina sus estudios en la Universidad de Montpellier.

Desde hacía mucho tiempo deseaba ir a las misiones y sus Superiores sabían este deseo, pero él aceptaba las diversas obediencias que exigían su permanencia en Francia, hasta que finalmente en 1969 es enviado a Argel al colegio San Buenaventura, en el barrio popular de Belcourt.

Durante un año es allí profesor al mismo tiempo que estudia el árabe literario y luego es nombrado director del colegio, cargo que ocupa desde 1970 a 1976. A causa de la nacionalización de las escuelas por el presidente Bumedián no se le permite ser director, por ser extranjero. Solicita, en vano, la nacionalidad argelina. Es destinado como profesor de francés y de matemáticas a un liceo a Sour-el-Ghoslane, a 120km al sur de Argel. Durante doce años puede renovar el contrato.

Vive sencillamente los cinco primeros años, solo, privado de la compañía de los Hermanos, en contacto con la gente, en un apartamento frío y sin agua, conviviendo con los vecinos, entretejiendo una red de amistades con sus colegas de trabajo musulmanes.

En septiembre de 1988, en plena rebelión de la juventud por romper el yugo del partido único, el obispo le pide que relance la biblioteca fundada por los Padres Blancos en la calle Ben Cheneb, de la alcazaba de Argel. A lo largo de seis años, ayudado al principio por el H. Jesús Marcos y por varias religiosas, pone a contribución su dinamismo de catalán, su fe ardiente en la juventud, su rica experiencia de pedagogo, su amor por la cultura árabe y por su país de adopción, para hacer de su nuevo lugar de apostolado una hermosa y acogedora Casa de Juventud, un centro eficaz de trabajo y un espacio de diálogo y de libertad.

El domingo 8 de mayo de 1994, tres radicales musulmanes irrumpen en la Biblioteca y asesinan a sangre fría y cobardemente, de un balazo en la cabeza, al H. Henri y  a la Hermana Paul-Hélène Saint-Raymond, asuncionista. El G. I. A. (Grupo Islámico Armado) se atribuye estas muertes. La Biblioteca tiene que ser cerrada.

class=imgshadowSus funerales se celebraron el día de la Ascensión , en presencia del Cardenal Duval, de los obispos de Argelia, de varios Embajadores, de las comunidades religiosas y de una gran multitud de amigos cristianos y musulmanes, grandemente conmovidos por este asesinato, que llenaban completamente la basílica de Nuestra Señora de África. En la liturgia del día 9 se había leído este pasaje de San Juan (16, 2): «Llegará un día en que quien os mate creerá que da culto a Dios».

La introducción de la levadura que era Henri (y Paul-Hélène) en tierra argelina será, para este país, fuente de tolerancia, de justicia y de fraternidad . La sonrisa de nuestro Hermano, su capacidad de acogida , su competencia y su generosidad han marcado una generación de jóvenes. En una ocasión había escrito: «Debo agradecer al Padre y a la Santísima Virgen por el don inestimable de mi caminar espiritual que es deudor en tan alto grado a la intercomunicación de mi vida con el pueblo del islam».

Henri pertenecía al Ribat, grupo de creyentes cristianos y musulmanes que buscaban en la comunicación y la oración el camino de la paz y de la concordia. , Paul-Hélène y Henri han entregado su vida, a ejemplo de Jesús, por sus amigos argelinos. Han sido presencia de Dios en la tierra que amaban. Han muerto como habían vivido, dándolo todo. 

Ha sido una gran pérdida para los jóvenes de la alcazaba y para nuestro Instituto marista, pero es también un motivo de orgullo el haber dado tal maestro a la juventud , tal ejemplar de religioso fiel a sus compromisos y tal testigo del Evangelio, respetuoso con todos y su delicado servidor. «Su presencia representaba algo paradójico, original y profético, en nombre del Evangelio, que abría perspectivas de paz en una tierra de violencias » (Y. G.).

Henri Vergès gozaba en Argel de lo más profundo de su vocación de pedagogo marista . Su vida, su trabajo y su muerte nos interpelan . «Dios escribe derecho con renglones torcidos». Siempre quedaremos marcados por el testimonio humilde y gratuito de esta vida consagrada en lo cotidiano. Sólo Cristo podría decirnos el sentido de este sacrificio:

«Les  amó hasta  el extremo» . Nos  queda el ejemplo  luminoso  de Henri  de Paul-Hélène, artífices de la paz.

«Este asesinato no me extraña mucho. Estaba dentro de lo posible . Temo que vengan momentos más difíciles para la minúscula iglesia argelina. Rezaremos por ella. Debe­ mos comprender las razones profundas que asistían a Henri y a Michel para permanecer allí: era necesario para Argelia y para el Instituto. El hecho de que hayan sido atacados en primer lugar dice mucho en favor de su presencia » (H. J. Marcos).

 class=imgshadowCuando se celebraron los cien años de la presencia marista en Argelia (1891-1991), dijo Henri: «¿Qué será para nosotros el segundo centenario que se abre? Sólo Dios lo sabe. A nosotros nos basta avanzar como Abrahán en la fe, a pesar de que no sabía dónde le llevaba Dios. Con todo, avanzaba».

Que las vidas entregadas por Henri y Paul-Hélène sean fecundas , incluso más allá de nuestras esperanzas . «Que el Dios todopoderoso y misericordioso acoja en su paz a los que nos han dejado y que su sacrificio apresure la llegada de la reconciliación» (D. B.). El H. Henri Vergès es para nosotros ejemplo preclaro de fe, de valentía, de audacia y de esperanza. Gracias a la familia marista por haber engendrado tales hijos . Para mí, el H. Henri Vergès es un Champagnat en el mundo de hoy.

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H. Michel Voute, compañero de comunidad del H. Henri Vergès
FMS Mensaje 15 – octubre 1994

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