11 de abril de 2020 CASA GENERAL

H. João Carlos do Prado, Consejero general: Él «vio y creyó» (Jn 20,8)

H. João Carlos do Prado
Consejero general

El Evangelio de San Juan (20, 1-9) del domingo de Pascua de este año afirma que cuando el discípulo que acompañaba a Pedro entró en el sepulcro de Jesús y vio lo que allí había sucedido, creyó. También nosotros, hemos visto y experimentado muchos eventos que, especialmente en los últimos meses, nos han causado inseguridad, dudas y miedo. Ante todo esto, la voz del Señor resuena suavemente en lo más profundo de nuestros corazones, diciendo “¡no temáis!” (Mt 10,31). Se trata de una llamada que nos pide confiar en el Señor, entregarnos a Él y con Él atravesar la noche oscura que estamos viviendo para alcanzar la resurrección, la vida nueva.

La pandemia del covid-19 está afectando a toda la humanidad y provocando dolor, miedo, inseguridad y, sobre todo, incertidumbre. No sabemos exactamente cuándo podremos volver al trabajo, a la escuela, a la calle, y visitar a la familia, poder abrazar con seguridad a nuestros amigos y familiares. Echamos de menos muchas cosas y ahora valoramos cada detalle de nuestra vida de una manera diferente. Sin haber elegido, entramos en forma colectiva en un proceso de resignificación de nuestras vidas, historia y futuro. Esta crisis, para los cristianos, coincide en gran medida con el período de la Cuaresma, cuando nos retiramos para mirar en nuestro interior y profundizar sobre nuestra existencia a partir de la palabra y vida de Jesús.

Vivir este momento de la historia de la humanidad es una invitación, a cada uno de nosotros, para CREER. El discípulo amado entró en el sepulcro al amanecer y se dio cuenta de que Jesús ya no estaba allí, y creyó. Jesús había resucitado. La noche oscura había pasado. Era necesario que Jesús pasara por esta experiencia para tener una nueva vida y para que todos la tengamos. También para cada uno de nosotros, más allá de desear que esta experiencia pase, es importante vivirla e integrarla en nuestras vidas. Hay un nuevo mundo, una nueva realidad, una nueva normalidad que nos espera. No estaremos solos.

La celebración de la Pascua significa para cada uno de nosotros, los cristianos y no cristianos, un motivo de esperanza y fe en una nueva vida que el Señor nos confía y pone en nuestras manos. Con Él naceremos en esta Pascua a una nueva vida. Él resucitó y está vivo entre nosotros, dándonos el consuelo y el coraje necesarios para pasar la travesía. María y Marcelino nos acompañan en el nacimiento de este nuevo amanecer para la humanidad. Él “vio y creyó” (Jn 20,8). ¡Feliz Pascua a todos!

H. João Carlos do Prado, Consejero general

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