La escuela hoy es una llamada a estar despiertos
Presentamos abajo una reflexion de Alfredo Veiga, coordinador del Equipo de Tecnologías y Sistemas de la Provincia Marista Compostela, publicada en el número 29 de la revista MARISTAS Siglo XXI
Nadie, ni los mejores expertos en educación, sabe cómo será el futuro. Es lo grandioso de la vida, el gran reto. Lo que ayer era futuro, hoy ya no sirve. La escuela hoy es una llamada a estar despiertos, a ofrecer respuestas a interrogantes inciertos. Sumamos vida, multiplicamos horizontes. Como siempre, al modo de Champagnat.
Corrían los 90, pleno siglo xx. Los profesores comenzaban a «adaptarse» a la tecnología, a la utilización del «computador». Salían del secuestro de la máquina de escribir, de lo estático, y les daba la oportunidad de corregir sus escritos y de presentarlos, casi… como los libros.
Disco rígido (para utilizar en Amstrad PCW con el locoscrip), disco de 5 1⁄4, 3 1/2, pen drive y nube o cloud van marcando las distintas generaciones de ordenadores y la forma de almacenar el conocimiento. El desarrollo de lenguajes de programación (Java, Flash, hoy ya en retirada, y otros programas) junto con la consiguiente adaptación de muchos profesores, da un impulso a la enseñanza al desarrollar elementos que permiten al alumnado enfrentarse a tareas que van más allá de la memorización.
Este ha sido el reto del profesorado: adaptarse a golpe de clic a un tsunami tecnológico. La formación autodidacta, local y provincial han sido claves a la hora de recorrer estos senderos nuevos. Y así han nacido nuevas herramientas para colocar al lado de la tiza y encerado.
Junto a esto, otro cambio constante: leyes educativas que vienen y van, nuevas formas de pensar, un alumnado que se regenera, familias que necesitan otras respuestas, una enseñanza esperanzadora… han tenido que entretejerse con la tecnología imperante.
Algunos hitos que marcan este camino: la LOXSE, el constructivismo de Vygotsky y, sobre todo, un cambio esencial a raíz del X Congreso de Escuelas Católicas del 2012. De pronto, unas monjas, Madres de Nazaret, con hábito e iPad, muestran cómo integrar teorías nuevas y viejas (Piaget, Johnson y Johnson, Vytsgosky, Gardner) para que el alumno y alumna sean protagonistas del aprendizaje. Y el mundo de la enseñanza se revoluciona, se llena de vida. Al mismo tiempo, siguen llegando novedades como las pizarras PDI, digitales, pantallas táctiles y dispositivos personales.
Innovación con carácter propio
Maristas, siempre audaces, analizamos esta realidad y vemos en ella una oportunidad. Asumimos esta innovación e integramos nuestro carácter propio. Alquimistas de la vida, renovamos nuestras fórmulas para ofrecer el elixir de la eterna juventud, incluyendo en la propuesta renovadora una ventana abierta a la interioridad y espiritualidad.
Hoy, ahora, la rueda de la innovación sigue girando y es preciso incluir otra vez en la nueva ecuación la robótica, la programación y su integración en las enseñanzas Steam. Además, la inclusión es esencial en todo el proceso. La tecnología puede ayudarnos a dar este paso fundamental. El mundo es casa de todos. La educación es el hogar de luz para cada niño, para cada niña, simplemente por el sencillo hecho de su existencia.
Dispositivos en las aulas, cada uno diferente, provocan que vayamos afinando en las inversiones tecnológicas o en infraestructura para adecuar obras educativas. Microsoft, Google, Apple apuestan fuerte en educación. La especialización del software educativo nos exige actualizaciones inmediatas, porque lo que aprendimos ayer se devalúa hoy y mañana nos despertamos con nuevos retos. Por eso, la inversión en formación tecnológica, competencial, educativa es esencial para moverse en este mundo de constante cambio, porque somos las piezas clave de un engranaje que funciona como el corazón del mundo y sabemos lo necesarios que somos. Nosotros no podemos dejar de latir.
Mirar hacia adelante es muy importante, pero quizá sea esencial mirar despacio. Aunque a priori parezca inservible, todo sirve para aprender. Y esto es una buena noticia. La pizarra, el ordenador, la tiza, los libros, los apuntes, los programas o los dispositivos son instrumentos en manos del motor más potente del universo: la evolución. Nada se detiene. Todo avanza. Sube, que aún llegas.
Unido a esto, el trabajo «en colmena» del profesorado construye un futuro sólido. Lo hemos experimentado en una situación límite como la pandemia, en la que sobrevivimos gracias a cada una de las manos que se levantaba para construir una esperanza.
El futuro es tan cambiante que solo podemos vislumbrarlo. Esta es la magia de la vida: saber que no sabemos. Y todo lo que nos espera es maravilloso porque nos encontrará preparados para escribir lo que llega. No olvides guardarlo en la nube de los sueños para poder compartirlo.
En definitiva, «Siempre quise ver cómo era el futuro y resulta que ya estamos en él».
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Alfredo Veiga
Coordinador del Equipo de Tecnologías y Sistemas de la Provincia Marista Compostela