10 de mayo de 2013 FRANCIA

La reconstrucción de La Valla

El artículo anterior informaba sobre el desarrollo de los trabajos a principios del mes de febrero. Han transcurrido tres meses; he aquí el estado de las obras. Una serie de fotos os ayudará a comprender mejor  los trabajos realizados.

 

El trabajo visible

Hay un tiempo para destruir y un tiempo para reconstruir” nos dice el sabio del Eclesiastés (Qo 3,3). Estos tres meses han sido sobre todo el periodo dedicado a la reconstrucción.

De nuevo, el equipo de albañiles ha tenido que realizar un enorme trabajo para permitir que los otros técnicos de la obra comenzasen el suyo. Todos saben que es necesario ante todo instalar el techo, a fin de poner un edificio “a salvo del agua”. El derribo de la techumbre y del armazón se ha realizado en dos etapas: en primer lugar el edificio de 1822, construido por Champagnat y luego la casa Bonner, cuna del Instituto. Comenzando por las plantas superiores y desciendo luego. Operación bastante espectacular para retirar la viga maestra del edificio de 1822. Trabajo largo y delicado el de la construcción de una nueva cornisa de cemento sobre la que descansa el nuevo armazón. ¡Cuántos cálculos para enderezar paredes más o menos encorvadas, niveles más o menos equilibrados!

Asimismo, trabajo muy profesional el del carpintero para instalar los canalones, el zinc, las tejas, asegurar la impermeabilidad. Una vez resguardada del agua, esta parte ha podido ser abordada por los electricistas y los fontaneros, seguidos de los yeseros (instalación de placas de yeso sobre estructuras metálicas para montar los tabiques): en la actualidad, la segunda planta con dos habitaciones pequeñas: un lavabo y una cocinita, está casi acabada, así como la salita de reuniones de abajo, de la primera planta.

Durante este periodo, los albañiles han continuado su trabajo de derribo de la techumbre y del armazón de la casa Bonner. ¡Cuántos escombros y cuánto polvo (acumulado en el desván desde tiempos del P. Champagnat)!. Desde mediados de abril, el armazón y la techumbre de la casa Bonner están terminados. Albañiles y carpinteros han debido soportar el frío, el viento, la nieve, la lluvia. Afortunadamente, han podido aprovechar algunos días buenos de la primavera.

En la primera planta de la casa Bonner, tenemos en la actualidad una sala grande con dos niveles. Como se ha dicho anteriormente, diversos grupos técnicos están presentes en la obra. ¡Ya no existe la casa Bonner con cuatro paredes, entablados y algunas chimeneas!  El agua, la electricidad, la calefacción, la ventilación y el material aislante se han añadido a la antigua construcción. Esto supone un trabajo de coordinación entre los diferentes equipos de obreros. Todo transcurre bien.

Actualmente, se comienzan los trabajos de la planta baja: toda la superficie se ha cubierto de  cemento. Este trabajo ha supuesto quebraderos de cabeza en el momento de instalar las distintas redes: agua, electricidad, calefacción y sobre todo las de las aguas pluviales y las aguas residuales. La roca aflora en muchos sitios; hace falta picar con el martillo neumático, canalizar las aguas…Para impermeabilizar el suelo, se ha echado cemento sobre una capa de grava y luego sobre un material aislante espeso. ¡Es muy sólido!

La futura gran sala de reunión y de picnic en la planta baja, así como los lavabos, empiezan a tomar forma.

Por lo que respecta a la habitación Champagnat, aún no ha sido « tocada », salvo la colocación de dos losas de cemento en el suelo y en el techo, que serán “vestidas” para dar a la sala un aspecto rústico. Esta habitación Champagnat nos ha reservado una buena sorpresa: el descubrimiento de dos capas antiguas de estuco que muestran la huella de máximas del tiempo del P. Champagnat; como ésta: (Jesús, todo mi amor, toda mi dicha) “Con vuestro fuego celestial, inflamad todo mi corazón”. Las que conocemos se rehicieron a finales del siglo XIX. Cuando se haga la renovación de esta sala, se procurará conservar  la huella de esta historia de los orígenes.

 

El trabajo oculto

A lo largo de estas semanas de trabajos, han tenido lugar las reuniones semanales de la obra: arquitectos, jefes de empresa, ‘los propietarios’, se esfuerzan para que los trabajos avancen. Es necesario acomodarse siempre, resolver tal o cual problema técnico, decidir si se conserva o no tal “hornacina”, descubierta por casualidad como consecuencia de un derribo…Un buen trabajo de equipo que se desarrolla en un ambiente serio y distendido a la vez.

Por mi parte, estoy impresionado del interés de los arquitectos y de las empresas para responder a las preguntas y deseos de ‘los propietarios’, representados por los HH. Heribert Pujolàs y yo mismo.

Por su parte, el pequeño equipo local de seguimiento de la obra prosigue su estudio respecto a la escenografía de los distintos espacios, al mobiliario de las salas, a los elementos antiguos que se deben guardar y revalorizar…

En principio, los trabajos deben estar terminados para la Conferencia general del próximo septiembre. Lo esencial de los trabajos se habrá hecho, aunque, sin duda, no todos los “acabados”; especialmente lo relacionado con la escenografía prevista para los distintos espacios. Parafraseando al Eclesiastés, ¿no se podría decir: “Hay un tiempo para apresurarse y otro para dar tiempo al tiempo”?

 

Transformarse desde el interior

¿Reconocerían Marcelino Champagnat y los primeros Hermanos “su” casa? Sí y no.

Sin duda, el exterior, en parte; pero para el interior, tendrían que buscarlo entre sus recuerdos. Una casa es como una persona, un organismo viviente llamado a transformarse y sobre todo desde el interior.

Si la cuna de La Valla conserva algunas huellas materiales del pasado (es un tipo de encarnación), que continúe siendo para todo marista, con esta renovación importante, una invitación a regresar a las fuentes; una de cuales es, a mi parecer, este espíritu de humildad y de sencillez, tan presente en nuestros orígenes, y del que el mismo Papa Francisco da ejemplo con sus gestos y sus palabras.

¡Que San Marcelino nos ayude!

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H. Michel Morel (comunidad de La Valla en Gier). 

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H. Juan Castro...

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