2 de junio de 2007 CASA GENERAL

La VIII Conferencia general clausura sus trabajos

El sábado, 2 de junio, se clausuró la VIII Conferencia general con un discurso del hermano Seán Sammon, Superior general, y la celebración de la eucaristía de acción de gracias y el envío.

El discurso del hermano Seán aludía a la responsabilidad de los líderes maristas que han recibido el encargo de guiar por el desierto a dos generaciones diferentes, aquella que vivió el Concilio Vaticano II y los años posteriores como una época de aventura y creatividad, y una segunda nacida a finales del siglo XX marcada por el cambio. Esta segunda generación se podría identificar con el religioso que decía a su superior: ?Usted ha sido para mí como Moisés que me ha conducido por el desierto. Pero yo no soy Moisés, sino un peregrino que va por el desierto, en camino hacia una tierra prometida que es más hermosa de lo que usted me ha mostrado?. El proceso de reestructuración, que nos ha acompañado desde nuestros orígene, nos descoloca porque nos mueve a dar nuevas respuestas. Los maristas supieron enviar, a principios del siglo XX, a más de 900 hermanos a países extranjeros. La inestabilidad es parte de la espiritualidad del cambio del corazón. Sabemos que el cambio de los corazones será lo que renueve el Instituto. Y en esto los líderes tienen un papel decisivo.

El hermano Seán recreó dos imágenes de este camino espiritual. La del grano de trigo que si muere da mucho fruto y la del tapiz que necesita de muchas manos para colocar cada hilo en su sitio hasta producir el efecto final de un cuadro.

En la parte final del discurso se animaba a los presentes a impulsar la pastoral vocacional en cada región, y a invitar a más hermanos para la Misión ad gentes. Seán terminó con una llamada a los superiores a realizar con entusiasmo dos tareas: decir siempre la verdad y ser heraldos de esperanza.

Después de la celebración de la Eucaristía, en la misma capilla, hubo entrega de un obsequio como recuerdo y como símbolo del Hermitage que hay que construir por todo el mundo. Todos los presentes, miembros de la Conferencia y hermanos de la comunidad de la Administración general, recibieron de manos de Seán un estuche que contenía una reproducción de un cuadro del Hermitage en construcción. Es una imagen plasmada en vidrio, parecida a la que se entregó en Negombo al concluir la VII Conferencia general, que encierra el mensaje de ?reivindicar el espíritu del Hermitage? por todo el mundo marista, y hacerlo ?con fuego y pasión?. Ésa es la actitud que ha presidido los trabajos de la Conferencia y con la cual hay que seguir avanzando en la reestructuración y regionalización.

La VIII Conferencia general se cierra con la mirada puesta en el 21º Capítulo general. El desarrollo de estos procesos volverá a ser evaluados en la próxima cita capitular.

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