
Los «Maristes Bleus»
Viernes 1 de febrero de 2013. Es medio día. Los cañonazos siguen ocupando gran parte de nuestra cotidianidad. El mes de enero Alepo vivió una de las situaciones más dramáticas, sobre todo a nivel humano, debido a la escasez y al encarecimiento de los productos esenciales para la vida y la supervivencia de todos los días: el pan, los medicamentos, el combustible, la gasolina, la electricidad, etc.
Los dramas humanos a los que nosotros, “los Maristas azules”, nos enfrentamos diariamente son terribles. Aumentan los desplazados, tanto en un número como en necesidades. Los más humildes, pobres y miserables, sin recursos y sin trabajo, vienen a suplicarnos que les ayudemos a encontrar un trabajito. Muchos han improvisado un “Basta”, un muestrario pequeño en plena calle para vender lo que sea: galletas, cigarrillos, frutas, verduras, etc. Elías, por ejemplo, tiene 2.000 libras sirias (20 euros) de capital. Él y su hijo Hanna (7 años) pasan todo el día junto al “Basta” para vender galletas, a 5 libras el paquete. Hassan, padre de familia, desplazado y desempleado, pasa toda la noche delante de una panadería para comprar algunos kilos de pan que después revenderá un poco más caro. Este comercio le permitirá cubrir las necesidades mínimas de los siete miembros de su familia.
Pienso en los niños vendedores de gasolina y en esa adolescente que se ubica en una calle frecuentada por miles de peatones. Sus manos le sirven de muestrario para exhibir un paquete de las galletas que vende.
Pienso en los jóvenes… Hay algunos que se fueron del país con o sin sus padres, y están todos los que se quedaron aquí: los universitarios, que anhelan terminar sus estudios para poder construirse un futuro, y todos los que se encuentran sin trabajo. En ese caso ¿qué palabras de esperanza pueden ayudarles a encontrar su camino? A veces es solo el silencio y la escucha…
Estos mismos jóvenes se vieron afectados por el atentado que tenía como objetivo la Universidad de Alepo, el primer día de los exámenes semestrales y que causó la muerte de tantos estudiantes que, contra viento y marea, se aferraban a un futuro incierto.
La ciudad se transforma cada vez más en una ciudad de fantasmas. Después de las 16h, sin electricidad y con pocos pasantes, la ciudad queda abandonada a sí misma, a los combates, a sus diferentes barricadas, es como una ciudad abandonada a su suerte, a su “Maktoub”.
Alepo está cada vez más aislada y asfixiada. El aeropuerto internacional permanece cerrado. La única posibilidad de viajar es por tierra, con todo lo que ello representa para la seguridad de la vida de los viajeros. Para estos mismos viajeros y para sus familias, el día del viaje es un día de angustia y preocupación. Sobre todo en el tramo más cercano a Alepo, donde se caen las telecomunicaciones y se multiplican las barricadas de las diferentes fracciones.
En este oscuro panorama de la realidad alepina, nosotros continuamos nuestra acción de solidaridad:
Hemos aumentado, semanalmente, la cantidad de productos alimenticios que las familias desplazadas necesitan a diario y la leña. En realidad, el frío de este enero 2013 fue tan penetrante, que los desplazados encendieron todo lo que les cayó entre las manos para poder calentarse: cartón, plástico, leña, trapos, vestidos viejos, corriendo incluso el riesgo de asfixiarse. En estas mismas condiciones, los niños se aferran a la vida. Ellos aprovechan de un día de nieve para expresar su alegría y el amor al hacer muñecos de nieve! Y a la luz de las velas, ellos participaron asiduamente a las horas de estudio que nuestros voluntarios les reservaron.
Algunos jóvenes desplazados preparan para sus exámenes oficiales del bachillerato y para el título. Fue para nosotros la oportunidad de inscribirlos a cursos privados a pagamento, no lejos de los lugares donde se alojan.
La distribución mensual de “el cesto de la montaña” (300 familias se benefician). Con motivo de Navidad, también incluimos queso y carne. Y pudimos repartir, para la felicidad de todas las familias, tanques de gas para cocinar y calentar el agua.
Hoy es el 3 de febrero de 2013 y ha sido un día muy especial. Un día de encuentro y de fiesta, un día de compartir y de escucha. Un día de distribución y de gozo. Los medios de comunicación no vinieron a filmar ni a documentar el acontecimiento. La tele tampoco lo presentará. Pero fue una jornada, un acontecimiento muy significativo para más de 370 familias que recibieron paquetes repletos, pesados, cargados. Todas estas familias también recibieron una ayuda especial para tener como calentarse…pero fue, sobre todo, la calidad de la acogida, del encuentro y del compartir. Tomamos nuestro tiempo, hablamos, dijimos una palabra o dejamos huella…en algún lugar, en plena calle o en el sótano. Nosotros no damos la caridad. Nosotros, los Maristas azules, somos solidarios. Pero los Maristas azules no somos solamente los residentes de Alepo, sino toda una red de amigos, laicos y hermanos, alepinos de origen o no, todos comprometidos con el mismo espíritu de sencillez y de audacia para ir hacia una tierra nueva, la tierra del otro, del más necesitado, del desempleado, del desesperado, del angustiado, del triste…
Por eso esta noche, María, nuestra Buena Madre, yo te entrego todos estos rostros, todas estas manos y estos corazones, todos aquellos que forman la otra cara de la guerra. Una cara de amor, de esperanza. Yo los confío a ti, nombre por nombre, rostro por rostro, persona por persona…. Siguiendo tus pasos, O María, continuamos el camino, adelantándonos para dar más luz en la oscura noche de la cotidianidad de estas familias. Yo te confío también a los desplazados, a estas familias que encontraremos mañana y que nos esperan, no solo para la distribución semanal, sino por todo lo que la distribución representa como solidaridad, más allá de cualquier frontera.
María, por cada uno de los benefactores y voluntarios, por todos esos corazones sin fronteras, yo te digo GRACIAS
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H. Georges Sabe, fms – De los « Maristas Azules ».