Carta a Marcelino

P. Jacques Fontbonne

1837-08-19

El P.Jacques Fontbonne, ordenado sacerdote en 1828, convivió con el P.Champagnat, en l?Hermitage, en los años de 1831 y de 1834. No fueron permanencias largas pero suficientes para marcarlo positivamente, haciéndolo gran amigo del Fundador y de los Hermanos. En 1835 D.Joseph Rosati, obispo de St. Louis, en el Missouri, Estados Unidos, acogió en su diócesis al P.Fontbonne, proveniente de Francia con un grupo de religiosas, para ayudar en la pastoral de los numerosos núcleos de idioma francés de aquel Estado americano. El P.Fontbonne recibirá carta del P.Champagnat, escrita en el mes de mayo de aquel año, dando muchas noticias de la Sociedad de Maria y de la casa de l?Hermitage (Carta 109). Se puso eufórico con la frase del P.Champagnat: ?Sería una dicha para nosotros mandar Hermanos a América para secundar el trabajo que hacen nuestros Padres?. Eso explica el tono entusiasta del P.Fontbonne en esta respuesta a la carta del Fundador. Hace invitación oficial a que vengan los Hermanos, habla de la posibilidad de la compra de terrenos y hace planes para la construcción de la escuela y de la residencia de los Hermanos. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

A.M.D.G. y D.G.

St. Luis, a 19 de agosto de 1837

Estimado Sr. Champagnat:

[1] Vuestra carta, fechada el 16 de mayo, ha llegado a San Luis el día de la Asunción de la Virgen, nuestra buena Madre, y me ha sido entregada al día siguiente por la tarde. Al mismo clarear de la luna, habiendo distinguido a la buena Virgen en vuestro sello, mi corazón ha saltado de alegría. María, he dicho en mi corazón, tú eres la luna de los pecadores en la noche de sus iniquidades, ven a iluminarles. Entro precipitadamente en el cuarto de uno de mis Cohermanos, y leyendo su carta hasta el lugar donde usted manifiesta el deseo de venir aquí, no he podido moderar mi entusiasmo, he dado un salto al patio, donde el Obispo toma el fresco, ya que después de soportar el calor del día, nos sentimos muy a gusto tomando el fresco de la tarde. Le pongo su carta en las manos. Es preciso que le diga que hace pocos días he escrito al Sr. Cholleton, para rogarle que le pida a Ud. cuatro de sus Hermanos, y el Obispo ha apostillado mi carta. La noche pasa en una agitación de alegría, pero inquieto sobre las reflexiones del Obispo, al cual no había nunca declarado que hubiera estado en su Sociedad, y que tenga aún esos propósitos. Por la mañana, tan pronto como convenientemente puedo, entro en su apartamento, y echando una mirada sobre mí, estas fueron sus palabras: Mi querido amigo, yo también soy religioso,diga a sus Padres que vengan aquí para dirigir a los Hermanos, hay mucho bien que hacer, les daré una misión grande y hermosa, pero las penas, Ud. lo sabe, no les faltarán. (Aquí entra en muchos detalles sobre el establecimiento de los Jesuitas y la conducta de Mons. Dubourg). La Providencia se sirve de todo para el bien y permite que los que deben ser amigos, se separen, a fin de que el Evangelio se propague (aquí cita varios ejemplos). He supuesto que el Sr. Odin le ha dado detalles sobre mí y sobre nuestra Sociedad, y que los PP. Lazaristas le han determinado a pedir a los Maristas. No hace más que dos meses que el Obispo ha cedido un hermoso apartamento a un sacerdote americano, que hubiera sido maravilloso para los Hermanos. Yo le había comunicado ya mi idea, pero parecía un poco frío, mientras que en este momento, lo hace asunto suyo. Espero que María, que ha recibido honores en ese lugar, ya que era una de sus capillas, le entregará ella misma a los Hermanos de María.

Mientras tanto, el Obispo va a alquilar a perpetuidad un terreno en la costa, pero dentro de la ciudad, de un buen Irlandés, que no pedirá sino una renta de 100 piastras por año (500 fr), cuando vale más de 200 (1000 fr). Pero sin recursos, ¿cómo construir una casa allí? María la construirá, y no envíe a sus Hermanos antes de que le escriba que ya está construida, y no tardaré en comunicarle esta noticia. El Sr. Berthelet y el Sr. Doual han leído su carta con mucha satisfacción, están llenos de entusiasmo. El último tiene una clase compuesta de más de 60 niños. Contaba con recibir a sus Hermanos en el apartamento que él ocupa, haciendo en él reparaciones, pero quien cuenta sin su huésped, cuenta dos veces, la vieja a quien pertenece este apartamento, y a quien paga cada año 275 piastras no ha querido que hiciera las reparaciones. Van a hacer construir una en el terreno del buen Irlandés, con dinero de sus amigos. Ya han contratado a los que deben hacer la obra, y hablan de ello como de nada. En este lugar, las cosas se hacen todas así y por otra parte, utilizando el resto del terreno, tendrán una entrada de más de 50 piastras al mes, por poco que produzca su clase, estarán holgados, por otra parte, siempre vuelvo a esto: es el negocio de María quien abrirá los recursos mayores todavía. Haga Ud. mismo esfuerzos para procurarles algunos recursos, es ahora cuando hay que hacer un llamado a las buenas personas que le rodean. He entrado en todos estos detalles para ponerle bien al corriente de las cosas. No crea que son cosas que están en el aire, desde el momento que se tiene un terreno asegurado en este país, casi está todo hecho. El asunto de las Hermanas de San José estaba mucho menos seguro que todo esto, y sin embargo creo que me he movido mucho por ellas, ya haré lo mismo por sus Hermanos. Gracias a Dios, gozo de una excelente salud.

Responda Ud. mismo al Obispo y hágale sus observaciones, lo mismo que el Sr. Colin a quien he escrito ayer con una apostilla del Obispo. Si se ha servido de mí, es que no le conoce, ni a uno ni al otro, él mismo va a escribir al Sr. Cholleton, en quien tiene gran confianza, diciendo continuamente que es el sacerdote que ha hecho mayor bien a la diócesis de San Luis. El Sr. Roux va a dejar su curato, parece que se reunirá con Uds., enseñaba el inglés a los Padres que, durante ese tiempo, servían la misión de los Caskaskias, con su ayuda, y crea que yo haré mi pequeña parte; si pudiera ser útil en alguna cosa, dejaría en seguida San Luis, donde me quedaría por los Hermanos, todo dependerá de Ud. y del Sr. Colin.

El Obispo, en estas cosas, nunca tiene una decisión propia. Nos dejaría arreglarlo todo como quisiéramos. Pareciera que cuenta con un donativo rico de un fondo de tierra, para la buena obra, de parte del coronel Menard. Este señor, Francés de origen, aunque ha experimentado algunas pérdidas, tiene todavía grandes posesiones en Caskaskias, y parece que se ha comprometido con el Obispo, me ha parecido entender eso por el interés que pone el Obispo en este asunto. El Sr. Menard no tiene sino su palabra, es la reputación de que goza en la región, y sobre todo entre los salvajes de los cuales ha sido el padre por mucho tiempo. El Sr. Roux me ha asegurado que le ha prometido 600 medidas de tierra, lo que es una pequeña fortuna. ¿Pero qué hacer para construir? es siempre la misma dificultad. Dios proveerá. Venga a recoger lo que pueda, levante la cabeza, no ve que la mies está ya dorada, no lleve ni saco, ni dos túnicas, etc. Cuando os he enviado, ¿os ha faltado alguna cosa? yo me contradigo, o más bien contradigo al Maestro, yo digo: venga, recoja.. y él dice: ni lleven ni saco ni dos túnicas. En fin un solo argumento: pónganse todos en oración, y si María obtiene de su Hijo el haceros conocer que es preciso partir, parta en seguida. Si se queda en Francia, me encomiendo mucho a sus buenas oraciones, pienso con frecuencia en todos Uds. El Sr. Roux está bien de salud. Yo estoy muy apenado por las Hermanas de San José, salidas en el mes de abril, temo que les haya ocurrido algún accidente, no veo venir nada. Mis respetos y amistad a las mismas personas designadas en su carta, al Sr. Rouchon, a los feligreses. Espero que comunique todo este asunto al Sr. Cholleton y viceversa. Adiós. Vuestro abnegado servidor,

FONTBONNE, p. M.

[2] P. St.: Los Hermanos pueden hacer aquí, al menos tanto bien como los padres, es deplorable ver los malos principios que se da a los jóvenes, y su instrucción está completamente descuidada. Adivine lo que no digo.

[3] Venga si es posible con el excelente Sr. Tevenon, Gran vicario de la diócesis y superior del Seminario y de los Sres. de San Lázaro. Si no fuera a Lyon le aconsejaría que escribiera al Superior de los Lazaristas en París, a fin de que él le avise. Si él mismo no se ha encargado de este asunto, es probablemente, porque era incompatible con sus otros asuntos, o que es más natural que os escriba yo mismo que le conozco mejor.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.33

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