Carta a Marcelino

P. Catherin Servant, misionero en Oceanía

1836-12-15

Catherin Servant, Sacerdote marista ordenado en diciembre de 1832, trabajó en l?Hermitage desde febrero de 1833 hasta septiembre de 1836, con un pequeño período de ausencia en 1834, cuando ayudó en la parroquia de Saint-Chamond. Fue designado para hacer parte del primer grupo de los misioneros maristas de la Polinesia. En esta carta, escrita del puerto del Hâvre, mientras aguardaba el día del embarco, deja translucir la amistad y el aprecio que tenía por el P.Champagnat, por los Hermanos y por la casa de l?Hermitage. De las misiones escribirá cuatro veces al Fundador, demostrando siempre reconocimiento por la formación recibida en los años que estuvo en l?Hermitage. En los casi dos meses de espera en el puerto del Hâvre todo el grupo estuvo albergado con el Sr.Dodart, cuya casa estaba en la región de Ingouville. Esta carta lleva un largo apéndice redactado por D. Pompallier. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

El Havre, a 15 de diciembre de 1836

Querido Superior

El Hermitage trae a mi memoria preciosos recuerdos en el corazón de María. ¿Cómo está la tan querida comunidad? Su superior todavía experimenta al agobio del cargo? ¿Siguen las penas, los fastidios? ¿Esos buenos Hermanos se hacen cada vez más numerosos? ¿Se hacen nuevos establecimientos? ¿Y la capilla nueva, está bien adornada?

He aquí las ideas que se me vienen de vez en cuando. No puedo olvidar ese Hermitage; cuando lo dejé me conmoví. Le pido a nuestro Dios acepte ese sacrificio que tanto me costó. Ahora no siento esa separación como un sacrificio sino como una gracia, si no me equivoco, que me suavizó lo que para mi humanidad podría ofrecer de doloroso.

La Providencia nos acompaña por todas partes: en París hemos sido bien acogidos en el seminario de Misiones Extranjeras; en el seminario mayor de Rouen fuimos recibidos con los brazos abiertos; y por fin, en el Hâvre hemos hallado alojamiento con una Tabita moderna.

¿No me gustaría meditar en esa Providencia que alimenta a las aves del cielo y que se ocupa de los lirios del campo? No importa dónde andemos, la mano del Señor siempre es bienhechora. ¿Cuándo perteneceré por completo a ese Dios de bondad?

Antes de abrazar mi nueva vocación, yo pensaba que todo favorecería a mi vida espiritual cuando abandonase mi país natal, pero, por desgracia eso no ha sido así. Tengo de que quejarme cuando me examino a mí mismo. Pida al Señor que se opere en mi una resurrección. Las oraciones de nuestra pequeña Sociedad [de María] me dan mucha esperanza.

A propósito de la Sociedad, quiero expresarle mi gozo al saber que va tomando buenos derroteros; he oído que el noviciado de los Padres ya quedó establecido en Lyon y que varios candidatos se han presentado. Demos gracias a Dios. María va a multiplicar a sus hijos por excelencia. Vamos a tener misioneros para Oceanía Occidental.

Sus Hermanos que nos acompañan están muy bien. Sería bueno que nos enviara todos los que tiene. Tendrían mucho campo donde ejercer su celo apostólico en beneficio de la instrucción de los pobres salvajes [de por acá].

La nave que nos conducirá hasta Valparaíso se llama Delfín. Ya quisiera estar adentro de ella. Ya he hecho todos los preparativos necesarios en el pequeño camarote que me está destinado. ¿Cuándo llegará esa partida tan ansiada? Cuando Dios quiera. Cumplir la voluntad de Dios: eso es lo único que cuenta.

Sin embargo, tengo la impresión de que partiremos pronto. Un vientecillo del noreste nos está anunciando que hemos de estar preparados para zarpar. Si se mantiene constante, no dejaremos pasar la oportunidad. Cuando llegue ese momento feliz, invocaré de todo corazón el [dulce] nombre de María. Esta estrella del mar, esta esperanza del marinero nos guiará, así lo creo, y nos protegerá

Me recuerdo con mucho gusto de que mi nombre está inscrito en el corazón de Nuestra Señora del Hermitage. Ese hecho me podrá ser favorable para unirme de corazón a las buenas obras que se estilan entre ustedes, para animarnos en nuestros buenos sentimientos recíprocos. Me gusta contemplar de vez en cuando, espiritualmente, el corazón de nuestra Buena Madre.

No le doy un adiós para siempre. Muy querido Superior nos volveremos a ver en el cielo. En la espera de que a Dios agrade que eso suceda, nos encontraremos con frecuencia en el corazón de Jesús. En el océano infinito de ese corazón nos buscaremos los unos a los otros; y ahí nos encontraremos.

Abrazos cordiales para el P.Matricon y para el P.Besson. El recuerdo de los Hermanos me es siempre grato. Me encomiendo a sus oraciones. Por favor, dele mis recuerdos y saludos al Sr. Cura de St.Martin y a los de La Valla e Izieux.

Sea tan amable para comunicar mis sentimientos amistosos y de respeto a los Padres de Valbenoîte, a quienes estimo con todo el corazón. Todo para la mayor gloria de Dios.

Reciba, mi querido Padre, la certeza de mis sentimientos de afecto, de agradecimiento, de dedicación y de respeto, con los cuales tengo el honor de ser su humilde y seguro servidor, SERVANT, misionero.

Mis cohermanos y los Hermanos le envían saludos y muchos recuerdos. En casa del Sr. Dodard, en Ingoville, a 15 de diciembre de 1836.

A esta carta, Mons. Pompallier agrega la siguiente postdata:

PD: Estoy muy contento, Rev. Padre, de sus queridos Hermanos que nos envió. Tenemos plena confianza que cooperarán eficazmente al éxito de la misión. Cuento con otros muchos que usted tendrá el celo [misionero] de prepararnos.

El P. Superior General me anuncia que habrá más sacerdotes que vendrán en nuestra ayuda, y que se les está preparando para ello. Tengo la certeza que las vocaciones [para Oceanía] no serán muy abundantes entre los Hermanos. El Rev. P. Superior [General] podrá escoger en combinación con Usted sujetos aptos para las misiones. Se necesita gente que sepa de todo un poco, o por lo menos, que dentro del equipo de los que se embarcan haya quienes saben varios empleos, como fue el caso con los tres primeros que tenemos ahora entre nosotros. Más tarde le pediremos Hermanos para las escuelas. ¡Cuánto trabajo, cuánto bien a realizar por acá de inmediato!

Que los que Usted nos envíe tengan, en cuanto sea posible, sus votos perpetuos ya hechos. Que posean una castidad probada y que amen mucho la vida interior y oculta de San José y la Santísima Virgen. No son ellos los que aparecen en primer término a los ojos de la gente en las misiones, pero sus trabajos humildes, mediante la catequesis, las escuelas y la oración, el espíritu contemplativo realizan mucho bien.

La santidad personal ¿no es la mejor de las causas de la salvación de los demás en aquellos que se esfuerzan en proporcionarles el ministerio apostólico? Pero para ello, es preciso una obediencia bien formada, hay que dejar con frecuencia una empresa para emprender otra, dejar un sitio para ir a otro, hacer una cosa que agrada y hacer otras cosas que tal vez desagradan. ¡Ay! Es necesario que esté uno bien ensayado a decir con Jesucristo: ?Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre Celestial.?

Que Dios derrame más y más sus gracias sobre su inteligencia y sobre sus casas. Que llene de su espíritu a los que nos destine. Que María, nuestra divina Madre, lo proteja a Usted y a nosotros también.

Le envié una carta hace como ocho días. Ya la recibió. Me gustaría tener su respuesta. Si no ha tenido tiempo para enviármela, ya nos llegará posteriormente, pues los vientos parecen retenernos por aquí durante varios días.

Me recomiendo a sus misas y a las oraciones y comuniones de todos los Hermanos, a los cuales envío de nuevo mi bendición. Su muy digno Padre [Superior] no queda fuera de esa bendición.

Por siempre, en unión a Jesús y María, mi Rev. Padre, su muy humilde y abnegado servidos, Francisco Pompallier, Obispo de Maronnée, Vicario Apostólico de Oceanía Occidental.

Edición: CEPAM

fonte: Cahier 48L. 236

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