25 de septiembre de 2022 ARGENTINA

Marista en Cruz del Sur trabaja contra la trata de personas

El H. Jorge Walder, de la Provincia Cruz del Sur, desde el año 2017, forma parte de la Red Kawsay, una iniciativa de un grupo de religiosos comprometidos en la lucha contra la trata de personas, que articula recursos y acciones para la sensibilización, concientización, capacitación, acompañamiento y asistencia a las personas afectadas por el flagelo de la trata de personas en los diferentes ámbitos de la sociedad. El H. Jorge, que vive en Argentina, participa ahora en el curso de liderazgo (tercera edición) de Talitha Kum, y se integra así en una comunidad global que lucha contra la trata.

El sitio de Talitha Kum – una iniciativa de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) contra la trata y la explotación de personas – ha publicado recientemente una entrevista con el H. Jorge, que reproducimos aquí abajo:


¿Qué significa para ti trabajar contra la trata de personas en tu contexto y cuáles son los mayores desafíos?

La trata de personas en Argentina es mayormente explotación sexual y explotación laboral. La primera se ha agudizado durante la pandemia que vivimos los dos últimos años. Muchas mujeres han vuelto a la calle, a pararse en las esquinas debido a que no hay otra fuente de trabajo y muchas han recurrido a las páginas virtuales, como Onlyfans por ejemplo. La captación ha pasado a ser mayoritariamente a través de medios digitales. Como en todo el resto del mundo, los hombres son los mayores explotadores de mujeres y niñas. Si bien en Argentina hay leyes que castigan estos delitos, las penas aún son irrisorias (en el caso que la persona sea llevada a juicio) o bien el poder judicial es cómplice de dicha explotación.

El mayor desafío para mí sigue siendo evitar la captación. Por eso es vital capacitar para la prevención, la visualización y sensibilización contra la trata. Trabajar con niños, adolescentes y jóvenes para que aprendan a cuidarse y reconocer los posibles riesgos a los que se enfrentan, mayormente en las redes sociales en donde están presentes.

Otro desafío sigue siendo sensibilizar y capacitar sobre el tema de la trata a la propia Iglesia y las diferentes familias religiosas. ¿De qué manera provocamos la indignación, y como consecuencia, una respuesta audaz en la Iglesia frente a este flagelo? Urge provocar un diálogo donde se revisen todas nuestras prácticas; sobre todo en la pastoral vocacional y las casas de formación y seminarios.

Comparte algunas de tus experiencias más bellas y dolorosas en el trabajo y acompañamiento de víctimas y supervivientes de la trata

Desde mediados del 2020 estuve colaborando con la obra de las Hermanas Oblatas en Montevideo, CasAbierta. Mi voluntariado consistía en ayudar a algunas mujeres a mejorar en su lecto-escritura y en matemáticas para que pudieran sacar el certificado de la educación primaria. Dos veces a la semana trabajaba con ellas; debido al contexto de pandemia, las clases eran personalizadas.

Las mujeres, antes o después de mi taller, recibían acompañamiento psicológico o social por parte de las profesionales de la obra. Sentirme parte de un proceso donde se ayudaba a las mujeres a armar su proyecto de vida fue muy sanador para mí. Reconocerme parte de sus vidas, pero al mismo tiempo ajeno a ellas. Y ver còmo de a poco iban obteniendo pequeños logros, avances para lograr una vida más sana y mas independiente.

Creo que el mayor dolor es el sentimiento de frustración que te genera no ver los avances que uno esperaría o que no logren salir de las situaciones de explotación. Una vez, hablando con una hermana me decía: “todos tenemos dentro ese complejo de superhéroe que se cree que va a rescatar a todas las víctimas y que, al mismo tiempo, construirán un proyecto de vida en donde nos estarán siempre agradecidas”. Si a esto mismo le sumamos el ser hombre, el complejo se acentúa aún más. Trabajar con mujeres en situación de prostitución o violencia me ha ayudado a comprender que no soy ni mejor ni peor que ellas; que simplemente ellas y yo vamos aprendiendo juntos a superar dificultades. Quizás yo pueda tener más herramientas para hacerlo, y el desafío será seguir aprendiendo a acompañar sin invadir. Ayudando a la otra persona a elegir con libertad lo que quiere para su vida, pero sabiendo apuntalar esas decisiones con relaciones más sanas.

¿Qué es lo que has aprendido y llevas en el corazón en este compromiso?

El mayor aprendizaje sigue siendo el ser agradecido con mis hermanas de la red. No es fácil ser hombre en un espacio casi exclusivamente femenino. No me siento ni único ni especial, sería demasiada soberbia pensar en eso. Pero mis hermanas me aceptan como soy y me enseñan que es importante la participación de todos en la lucha contra la trata. Ellas me han ayudado, y lo siguen haciendo, a escuchar, a ser paciente y a creer que otra vida es posible para las víctimas.

También las mujeres víctimas me han enseñado a valorarlas y aceptarlas. Creo que sigue estando en mí el miedo a ser rechazado por ser hombre o ser catalogado como un prostituyente más. Pero, así como ellas no lo hicieron conmigo, no puedo dejarme guiar por prejuicios o por los “que hubiera pasado si”.  Ellas me siguen llevando por un camino de humildad y empatía, para con ellas y sus luchas.

Estás formándote para ser un líder de Talitha Kum contra la trata de personas

Participar del curso de liderazgo de Talitha Kum en su tercera edición me insta a ser parte de una comunidad global, de hermanas y laicas, que luchan contra la trata. Al escuchar a hermanas de otros continentes puedo reconocer las mismas luchas, frustraciones y triunfos. En lo personal, no deja de ser un gran desafío el seguir asumiendo el compromiso por visibilizar y capacitar en contra de la trata. Desde América Latina nos sentimos más en red gracias al trabajo de los últimos tres años. Si sumamos además la posibilidad de realizar un proyecto en común para este año, las posibilidades de llegar a más adolescentes y jóvenes se incrementan. Debemos, necesitamos, llevar adelante el “Llamado a la acción” que hace, y nos hace, Talitha Kum. Un mundo más justo y sin trata, es tarea de todas y todos.

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