
Mensaje del 189º aniversario de la fundación del Instituto
La celebración de esta fiesta patronal del dos de enero, nos ayuda a contemplar nuestros orígenes en el espíritu de la liturgia de Navidad.
Todos los comentaristas de Lucas y Mateo descubren en María, en José, en el viejo Simeón, en la profetisa Ana y en los pastores, a los representantes de la tradición y de la espiritualidad de los anawim, los pobres de Yahweh.
Lucas, particularmente, pone de relieve dos actitudes fundamentales de esta espiritualidad: una fe profunda, llena de confianza en Dios, y aquella sabiduría que les permite leer la acción de Dios en los hechos ordinarios de la historia y en la vida de las personas. En la sencillez de la vida de Nazaret, en la oración y el servicio continuo del templo, María, José, Simeón y Ana esperaban la manifestación del consuelo y la redención de Dios. En medio de la revuelta situación sociopolítica del pueblo de Israel, en el ambiente de la ocupación romana, supieron leer los signos de los tiempos: un pobre niño, un pesebre, dos palomas, una mujer frágil, un sencillo trabajador de pueblo, una familia emigrante, un rey caprichoso y cruel. Sólo la experiencia de una fe profunda, vivida en la oración de cada día, purificada en una vida humilde, austera y sencilla, y en el servicio generoso a los demás, les capacitó para reconocer a Cristo, el Mesías, en aquellas circunstancias tan poco relevantes y casi inesperadas.