14 de agosto de 2022 CASA GENERAL

Mensaje del Superior General para la Solemnidad de Nuestra Señora de la Asunción

El próximo 15 de agosto, Solemnidad de Nuestra Señora de la Asunción, celebraremos con alegría el caminar de fe y esperanza de María. Ella continúa siendo nuestra inspiración, como lo fue desde los orígenes de nuestro Instituto, y lo ha sido para la Iglesia desde su comienzo. La vida misma de Jesús ha sido marcada por la cercanía y ternura de su madre, María, así como por su espíritu de fe, apertura y disponibilidad hacia Dios.

Ese día, nos unimos al Magnificat que Ella canta eternamente: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava…” (Lc 1,46-48).

El Papa Francisco, durante la Audiencia tenida al final de la Conferencia general, refiriéndose a María, nos decía:
Marcelino Champagnat “se guió por el ejemplo de la Virgen María, la ‘Buena Madre’, como él decía: María era una mujer sencilla de un pueblo periférico, pero su corazón miraba más allá, tenía el horizonte del Reino de Dios, era una persona abierta. Y esto brilla en el Magnificat, donde el plan de salvación de Dios resuena a través de la voz de su humilde esclava. ¿Qué podría ser más hermoso, más efectivo que el Magnificat para educar a una niña o un niño para que se abra a Dios y a su plan de amor? El Magnificat contiene una visión de la vida y de la historia; es una escuela de fe y de oración, que libera del encerrarse en uno mismo y de todo espiritualismo, y muestra la alegría de creer, esperar y amar según el Evangelio de Cristo”.

La celebración del día 15, fiesta patronal del Instituto (Const. 50.3), es una hermosa ocasión para contemplar el corazón de María y para mirar qué tanto nuestro corazón se abre, con humildad, a la presencia de Dios y a sus continuas llamadas: a intentar reconocer y dejar de lado los apegos de nuestro ego, que frecuentemente nos acechan, para así abrir espacio a Él; a ir más allá de nuestros miedos e inseguridades, para lanzarnos generosamente a servir a quienes más lo necesitan; a releer y meditar en el corazón (cf Lc, 2,19) las situaciones y desafíos que se nos presentan en el contexto actual, buscando responder con profecía y esperanza.

Ella nos inspira y nos acompaña en este caminar. Deseo a todos hoy una ¡feliz fiesta mariana!

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H. Ernesto Sánchez – Superior general

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