1 de agosto de 2022 MéXICO

Misión y vocación Marista entre los indígenas de Tarahumara

Siguiendo las enseñanzas de Marcelino Champagnat, de “educar y amar”, los Maristas de la Provincia de México Occidental promueven la misión entre los niños y jóvenes indígenas de la comunidad de Tarahumara, en Chihuahua, México. Los hermanos Maristas llegaron a la Sierra Tarahumara en 1961 para hacerse cargo de un internado para niños nativos de educación primaria. Y desde entonces, han promovido la educación y apoyo a los niños y jóvenes del lugar, a través de su presencia, el voluntariado y el trabajo de los laicos maristas, como María Marcelina Bustillos Romero, una maestra tarahumara, que está a cargo del Internado Marista. A continuación, presentamos una parte del su testimonio, que nos habla de su vocación Marista.

Marcelino ha acompañado mi vida

Fui conociendo a los Hermanos Maristas, gracias a mi Abuelo materno que se llamaba Juan Bautista Romero, quien narraba que “conoció a nuevos amigos en 1976. Al principio cuando los Hermanos llegaron a Norogachi no fueron aceptados ni bien recibidos por los Rarámuri, porque antes no querían a los mestizos, en ese entonces mi abuelo era Siríame (Gobernador tradicional indígena de su comunidad). Se presentaron los Hermanos con las autoridades y compartieron el trabajo que querían hacer, dar la palabra de Dios, ayudar a los enfermos, enseñar para que la gente aprendiera a leer y escribir; por lo tanto, mi abuelo comenzó a darles la oportunidad de que hicieran sus actividades y al pueblo rarámuri los invitaba a dejarlos trabajar y ver cómo lo hacían.

De pequeña fui alumna de las religiosas y religiosos de Norogachi. Recuerdo al H. Agustín Navarro como mi maestro en quinto de primaria y del H. Joaquín Barba en sexto de primaria, de quienes aprendí más sobre ese Marcelino, sobre todo el servicio, eso fue lo que a mi abuelo le platicaron sus primeros amigos Maristas y comprendí el origen de mi nombre (Marcelina), en honor a los primeros Maristas que entregaron su vida sirviendo en Tarahumara y con la ayuda de mi abuelo sirvieron a la comunidad.

En el año 2010 me eligen Gobernadora Indígena, autoridad máxima que le llamamos Siríame, uno de los culpables fue el Hermano Carlos Preciado, quien siempre me decía “estaría bien que sirvieras y ayudaras a tu comunidad como Siríame al ser grande”, siempre me daba consejo y animaba a hacer las cosas de la mejor manera, ya que fui la primera mujer en el cargo de la Tarahumara. Con el paso del tiempo, fue el mismo Hermano Carlos que me invita a ayudar y acompañar a los jóvenes cuando entregué el cargo de Gobernadora Indígena, yo no estaba preparada para ayudar a los jóvenes, había estudiado de enfermera, pero no de maestra, pero ver la necesidad de mi gente me movió a aceptar y comenzar a trabajar como encargada de internado con los Maristas.

Esto es algo de lo que Marcelino ha acompañado mi vida, pero para mí lo más importante es que los Hermanos sigan teniendo experiencias como las de Marcelino para poder estar cercanos a los jóvenes, para poder acompañarlos porque los necesitan, sobre todo con internado y las escuelas que tanto bien hacen en la Sierra con la Educación. Para mí es muy importante rescatar todo el valor y trabajo que realizó Marcelino, ya que aunque no fue Rarámuri, su vida y corazón se parece mucho, fue pobre como nosotros, servía en el campo a su gente y tenía una fe en Dios y un amor grande a María Nuestra Buena Madre, lo que le movió a guiar a los jóvenes.

Hoy más que nunca, hay que seguir sembrando y luchando como Maristas para una Sierra sin violencia, en paz y con mucha esperanza que desde la educación lo podamos hacer.

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