
Monasterio de Avellanes
La Casa de Espiritualidad del Monasterio de Avellanes (España), ha organizado un simposium sobre estructuras de animación de la espiritualidad marista. Esta realización forma parte del programa para celebrar los 100 años de la presencia marista en esta casa. Se han reunido, del 17 al 21 de mayo de 2010, 40 hermanos y laicos de los cinco continentes representando a 15 provincias del Instituto. La invitación ha sido cursada por la Provincia marista de L?Hermitage, con el apoyo del Superior general y su Consejo y la comunidad marista que reside en esta casa.
Este simposium responde a la llamada insistente de los tres últimos Capítulos generales que insisten en crecer en espiritualidad y conversión. La convocatoria ha sido dirigida a todo el mundo marista para tomar conciencia de la realidad existente en este campo y para reflexionar juntos, e intuir caminos de colaboración respecto a la animación de la espiritualidad marista.
El marco del encuentro ha sido la casa de Avellanes, un lugar lleno de paz y tranquilidad rodeado de una naturaleza hermosa donde la vista se pierde en horizontes lejanos. En sus claustros resuena la presencia de muchos hermanos que han vivido sus años de formación en este lugar. El cementerio, recién remodelado, con los restos de los hermanos que nos han precedido. La Iglesia en donde reposan los restos de un buen grupo de hermanos mártires. Los caminos y las veredas rememoran las historias de tantas personas que han gestado aquí su sí más generoso a Dios.
La metodología que ha guiado los trabajos del simposium ha sido la del ver – juzgar – actuar.
Durante el momento metodológico del ?ver? los participantes han compartido experiencias significativas que se están realizando en algunos lugares como los ejercicios espirituales en la vida corriente, el proyecto NUDO de las Teresianas, los IDEM (Itinerarios de Espiritualidad Marista) de la Provincia Compostela y la experiencia de la comunidad de Avellanes. Así mismo se ha hecho un análisis de las estructuras maristas existentes para la transmisión de la espiritualidad a los hombres y mujeres del siglo XXI. Se ha comprobado que en las Provincias existen variadas estructuras de trasmisión de la espiritualidad marista, pero algunas ofrecen encuentros ocasionales sin darles seguimiento posterior, sin provocar procesos. La espiritualidad marista pasa por el camino de la solidaridad y de la misión. Necesita de comunidades que sean auténticas escuelas de oración y de espiritualidad. Requiere estructuras sólidas y un apoyo en todos los ámbitos provinciales para animar la espiritualidad.
La primera parte del simposium se cerró con la ponencia del P. Ramon Prat: ?Malestar y esperanzas de nuestro tiempo: la serenidad luminosa.?
El momento metodológico destinado a ?juzgar? se inició con la ponencia de Asunción Codes, religiosa teresiana: ?Criterios pastorales que hay que tener presente para favorecer hoy la espiritualidad?. En su intervención insistió en que hay que educar la interioridad humana, hacer el camino o itinerario personal, educar en los nuevos espacios o escenarios para la experiencia de Dios y mirar a Jesús. Hay que estar donde se ve y se oye a Jesús, entre los ?amigos de Dios, heridos del mismo mal?.
A la hora de aterrizar en el ?actuar? se propusieron diversas iniciativas, como crear una red de casas de espiritualidad marista que tengan una comunidad que acoge y acompaña experiencias significativas y que a la vez elaboren y compartan materiales al servicio del Instituto. Crear en cada provincia un ?centro de espiritualidad marista?, propiciar una red de (casas… centros… equipos…) de espiritualidad a nivel de todo el Instituto. La creación de un equipo-comunidad de animación a nivel de la provincia. Fomentar los ejercicios espirituales maristas en la vida ordinaria. Proponer itinerarios de espiritualidad marista, etc.
Los dos Consejeros generales presentes en el simposium, Josep Maria Soteras y Eugène Kabanguka, al concluir los trabajos animaron a los asistentes a proseguir el camino emprendido en este simposium con tres desafíos: Nuestra espiritualidad es una espiritualidad con identidad propia, con horizontes y raíces que nos invita a la visión global y vinculada a la misión. Y tres líneas de acción: Bienvenida la espiritualidad, pues forma parte de lo que somos y hacemos; invertir tiempo, dinero y personas para constituir lugares de referencia y desarrollarla en RED, juntos.
La Eucaristía de clausura se celebró en la Iglesia del Monasterio de Avellanes, llena de historia y de vida, de sueños y desafíos, de hermanos y de laicos, de familias, de niños y jóvenes que lo llenan los fines de semana en nuestros días.
Informe del simposium
?Vengan a un lugar tranquilo…?
Invitados por la Provincia marista de L?Hermitage, con el apoyo del Superior general y su Consejo y la comunidad marista de la Casa de Espiritualidad de les Avellanes (España), con motivo de los 100 años de la presencia marista en esta casa, nos reunimos en el Monasterio de les Avellanes 40 hermanos y laicos de los cinco continentes y representando a 15 provincias del Instituto. El lugar, lleno de paz y tranquilidad, la presencia de muchos hermanos, que nos han precedido, de nuestros mártires y los caminos recorridos en la historia de nuestros días por todo un mundo marista ha sido la fuerza e inspiración de estos días.
Acogiendo la llamada que viene de los tres últimos Capítulos generales a crecer en espiritualidad y conversión quisimos buscar instrumentos y medios para llevar a término la animación de la Espiritualidad marista.
Nuestros objetivos
- Realizar un simposium a nivel del Instituto marista para: Tomar conciencia de la realidad existente en este campo. Reflexionar juntos, e intuir caminos de colaboración respecto a la animación de la espiritualidad marista.
- La espiritualidad también necesita un soporte estructural, como ya es obvio en la educación y la solidaridad, de ahí el título: Simposium sobre estructuras de animación de la espiritualidad marista. Por tanto no es un simposium focalizado en los contenidos de la espiritualidad marista, sino en los medios que las unidades administrativas pueden crear para alimentarla y hacerla crecer.
Método de trabajo
Con la metodología de ver-juzgar-actuar nos hemos adentrado en los entresijos de la animación de la espiritualidad.
MOMENTO DEL ?VER?
En el VER hemos compartido los rasgos de la espiritualidad que estamos transmitiendo en nuestros contextos culturales. Constatamos que algunas de las estructuras existentes hasta la actualidad (cuando las hay) no son válidas para la transmisión de la espiritualidad a los hombres y mujeres del siglo XXI.
La situación de crisis en nuestro tiempo en la familia, en la iglesia, en la sociedad, violencia, pérdida de sentido? implica la búsqueda de nuevas respuestas y lenguajes para estas necesidades.
Nuestra espiritualidad ha de mirar al hombre y a la mujer de hoy día; ha de ser laical, para el mundo, para la gente; encarnada, vivencial, desde la experiencia. Más horizontal (contrapuesta a la espiritualidad verticalista: Dios-yo) que haga referencia continua a la vida; apostólica, encarnada entre los jóvenes y los niños; evangélica (centrada en la Palabra de Dios); unificadora de la vida (contra la fragmentación y la dualidad)… La espiritualidad marista es la espiritualidad de la presencia.
Intuimos que nuestra espiritualidad pasa por el camino de la solidaridad, de la misión. Necesita de comunidades que sean auténticas escuelas de oración y de espiritualidad, de estructuras más fuertes para animar la espiritualidad. Una espiritualidad fomentada en todos los ámbitos provinciales.
En nuestras Provincias contamos con variadas estructuras de trasmisión de la espiritualidad marista, pero algunas estructuras ofrecen encuentros puntuales, ocasionales sin darles seguimiento posterior. Sin provocar procesos.
Hay que transmitir más experiencias que teorías o contenidos, por lo tanto el testimonio y los espacios son importantes.
Para animar la espiritualidad necesitamos equipos y lugares. Comunidades vivas, abiertas, acogedoras, que viven la espiritualidad en profundidad.
Nuestros destinatarios son: laicos, hermanos, colaboradores, familias… en función de la realidad de cada provincia.
Mediante una mesa redonda conocemos distintas experiencias de espiritualidad propias y externas:
Los ejercicios Espirituales en la vida corriente.
Proyecto NUDO de las Teresianas.
Los IDEM (Itinerarios de Espiritualidad Marista) de la Provincia Compostela.
La experiencia de la comunidad de las Avellanas.
Cerramos esta primera parte de nuestro simposium con la ponencia del P. Ramón Prat, ?¿Cuál es la realidad de hoy respecto a la espiritualidad?? Su ponencia ?Malestar y esperanzas de nuestro tiempo. La serenidad luminosa.? Partió del malestar general que es el miedo a la nada, al sin sentido. Se necesita una continua lectura creyente de la realidad. Para vivir con sentido el presente la clave está en Jesús muerto y resucitado. Hay pues que limpiar la mirada (de prejuicios, de ceguera espiritual, para dejar que entre lo que hay y no lo que yo quiero ver). En grupo, en comunidad, asociarse para ayudarse a ver.
El acompañamiento es una de las claves: acompañar sin moralizar y querer dar muchos conocimientos, más bien es compartir la vida. Acompañar es saber, es saber hacer, es saber estar para saber ser y saber decir. Este no es un camino de eficacia, sino de fidelidad. Hemos de aprender a mirar la realidad con los ojos de Dios: vivir el presente con esperanza.
Para hacer una lectura cristiana de la realidad se nos ofrecieron los pasos siguientes:
Ver los hechos, lo que pasa, los retos. Descubrir los signos de vida y esperanza que hay en los hechos. Confrontarlos con los criterios del evangelio en diálogo y escucha. Proponer pistas de acción y actuar en consecuencia.
MOMENTO DEL JUZGAR
Comenzamos esta parte de nuestro trabajo con la ponencia de Asunción Codes (Religiosa Teresiana en Ávila) ?Criterios pastorales que hay que tener presente para favorecer hoy la espiritualidad?. Partiendo de lo que no es y lo que es la espiritualidad nos muestra algunas características de la nueva espiritualidad: integradora, experiencial, en camino, encarnada, en circularidad, personal y comunitaria. Para ello debemos pasar, en la espiritualidad, de lo heredado a lo propuesto, o sea dar con la FUENTE o descubrir en cada uno lo eterno que llevamos dentro.
Hay que educar la interioridad humana, hacer el camino o itinerario personal, educar en los nuevos espacios o escenarios para la experiencia de Dios y mirar a Jesús. Hay que estar donde se ve y se oye a Jesús (entre los ?Amigos de Dios, heridos del mismo mal?).
En cuanto a los recursos pastorales: debemos tener una mirada atenta y creyente para detectar lo que está dando vida y lo que nos lo está quitando a nosotros y a nuestros destinatarios los jóvenes y niños pobres. Por lo tanto es necesario un continuo discernimiento de la novedad evangélica.
Nos invita finalmente a ofrecer diferentes experiencias y aprender a leerlas y evaluarlas.
Tras la reflexión personal en clave de oración y discernimiento y a partir de lo escuchado y compartido hasta ahora, de nuestros documentos maristas y de la Palabra de Dios llegamos a las siguientes intuiciones:
- La importancia de la búsqueda de un nuevo paradigma para la Iglesia y ver cómo empezar a vivirlo.
- Dar prioridad a Jesús a través de María y Champagnat.
- Vivir experiencias conjuntas jóvenes y adultos
- Crear una red de casas de espiritualidad que tengan una comunidad que acoge y acompaña experiencias significativas y que a la vez elaboren y compartan materiales al servicio de la congregación.
- El discernimiento en la creatividad.
- Incidir en las relaciones personales.
- Hacer procesos, al menos a medio plazo. No sirven simples eventos.
- Necesidad de una formación para las personas que acompañan estos procesos y mejor si es en comunidad o grupo.
- Cualquier proceso, que sea vivencial, con profundidad y que contemple la opción libre. Que los animadores estén formados y sean personas con convicciones profundas: Flexibles, que no ahoguen la espontaneidad y que trabajen desde la libertad y la participación, viviendo todo como suyo.
A continuación escribimos una carta a cada uno de nuestros Provinciales en la que expresamos nuestra intuición para el futuro en nuestra provincia.
MOMENTO DEL ?ACTUAR?
Desde los ecos de las cartas a los provinciales, toda la iluminación tenida en el ?juzgar? y teniendo de fondo la realidad expresada en el ?ver?, elaboramos una lista de propuestas concretas de estructuras de animación de la espiritualidad. Para, de ellas, escoger las más votadas y significativas y desarrollarlas en talleres.
Entre las 19 propuestas de estructuras de animación de la espiritualidad marista que salieron en un principio, se escogieron las 5 siguientes para trabajarlas en forma de taller:
- Casa-Centro de Espiritualidad con una comunidad mixta.
- Creación en cada provincia de un ?centro de espiritualidad marista? con una casa y comunidad mixta (dentro de lo posible) Casa de referencia. Utilización o dedicación de, al menos, una casa significativa en cada provincia, para la espiritualidad.
- Red de (casas… centros… equipos…) de Espiritualidad a nivel de Instituto.
- Creación por parte del Consejo general de un grupo de trabajo (teórico, práctico, experiencial), dirigido a todas las provincias. Creación de una RED de colaboración del Instituto, donde se puedan compartir materiales, experiencia, reflexiones.
- Equipo-Comunidad de animación a nivel de provincia.
- Creación por parte del CP de un equipo de hermanos y seglares liberados para la animación y acompañamiento de los procesos de espiritualidad en la provincia.
- Ejercicios Espirituales Maristas en la vida ordinaria.
- Elaborar a nivel del Instituto una propuesta de ejercicios espirituales maristas adaptados a la vida ordinaria.
- Itinerarios de Espiritualidad marista.
- Equipo provincial que colabore en el diseño de itinerarios de espiritualidad marista
Talleres con estas cinco propuestas de estructuras.
Nos distribuimos en grupos nuevos para los talleres y después cada uno presentó a la mesa el proyecto salido de su taller, para compartirlo y acoger sugerencias y así enriquecerlo. El resultado quedó para ser traducido y mandado a cada participante y Provincial.
Al final, a micro abierto, expresamos nuestras reacciones frente al trabajo de los talleres:
Estamos llamados a desarrollar una Iglesia marial, desde abajo, como María, entre la gente, sin poder, ni privilegios, con mucho carisma, mística y profecía.
Organizarnos en RED, sin esperar a veces que nos organicen desde arriba (Consejo general)
Comenzar organizando alguna casa de referencia o equipo de espiritualidad en cada provincia.
El desafío sigue siendo el profundizar, seguir la reflexión sobre: estructuras, caminos, personas? pues nuestro futuro se juega en estos caminos de espiritualidad.
Nos ha faltado tiempo para fijar la metodología de cada uno de los talleres.
Vemos necesaria una palabra del Consejo general hacia los provinciales para que este simposium tenga eco y acogida, con sus iniciativas y no se quede en un evento más. Pues sin duda ha abierto un camino para las provincias en el campo de la espiritualidad.
Muy agradecidos por lo vivido a Dios en primer lugar, y a los hermanos que nos han acogido.
Vamos concluyendo.
Al terminar el simposium nos preguntamos: ¿Qué sigue ahora? ¿Cómo continuarlo, de qué manera?
- Nos preguntamos cómo transmitir al Consejo general las conclusiones de los talleres realizados? La presencia de dos Consejeros generales (Josep Maria Soteras y Eugène Kabanguka) nos asegura de alguna manera esta transmisión.
- Que los equipos de espiritualidad sean mixtos
- Nuestra experiencia puede dar un color diferente a las comisiones ya existentes
- Seguir buscando maneras de compartir recursos y personas a nivel internacional, entre provincias
- Continuar celebrando y evaluando lo que hacemos en este campo de la espiritualidad.
- Abrir una página o ventana de espiritualidad a nivel de Instituto.
- Crear un secretariado de Espiritualidad a nivel institucional cuanto antes.
- Comunicar a los provinciales lo que hemos vivido y concluido en este simposium.
- Seguir profundizando la espiritualidad a partir de la solidaridad o conjuntamente.
- Realizar otro encuentro dentro de dos años para compartir proyectos y caminos nuevos realizados por las diferentes provincias del Instituto.
- La espiritualidad es el reto del siglo XXI para el mundo y evidentemente para nosotros maristas.
Como clausura las palabras de los Consejeros generales presentes nos animaron a proseguir el camino emprendido en este simposium con tres desafíos y tres líneas de acción:
Tres desafíos:
- Nuestra espiritualidad es una espiritualidad con identidad propia.
- Con horizontes y raíces que nos invita a la visión global y evitar la fragmentación de la vivencia de nuestra espiritualidad y valores maristas.
- Vinculada a la misión. Íntimamente unidas las dos. Es aquí donde Champagnat está en estado puro. Nuestra espiritualidad está en el corazón de la misión y la misión en el centro de la espiritualidad.
Tres líneas de acción:
- Bienvenida la espiritualidad, por la puerta grande, que sea visible, pues forma parte de lo que somos y hacemos. No es algo para el tiempo libre o para fines de semana o tiempos de recolecciones? Para ello hay que invertir tiempo, dinero y personas. Constituir lugares de referencia (Topoi), no nos bastan comisiones o equipos sino comunidades vivas, lugares de referencia de nuestra espiritualidad. Desarrollarlo en RED juntos, para que pueda desarrollarse en todas las partes del Instituto, los que tienen recursos y los que no lo tienen desde la solidaridad.
La Eucaristía de clausura, en la Iglesia de las Avellanas, llena de historia y de vida, de sueños y desafíos, de hermanos y de laicos, de familias, de niños y jóvenes que lo llenan los fines de semana en nuestros días, la víspera propiamente de Pentecostés, ofreciéndonos un nuevo pentecostés para el Instituto, precisamente desde la Espiritualidad, fue el colofón con tintes de acción de gracias y envío gozoso de parte de quien nos reunió: Jesús y su Espíritu. Llevando en el corazón a Jesús y, llenos de su Espíritu, salimos con María hacia una nueva tierra.
H. Rodrigo Cuesta Guerra
Sonia Calvete
Les Avellanes, 21 de mayo 2010 (Recuerdo del bautismo de San Marcelino Champagnat
Concluyendo el Simposium de Las Avellanes?
Tres desafíos de fondo y tres líneas de acción
PRIMER DESAFÍO: una espiritualidad con identidad
Cuando ingresé al noviciado, los novicios nos sorprendíamos viendo a los hermanos dispersos en multitud de propuestas espirituales del momento: Taizé, Focolares, Movimiento Carismático, Acción Católica, Cursillos de cristiandad, Mundo mejor, Oasis, Escuela de oración de Troussures? etc. Los formadores nos invitaban y nos enviaban a estos lugares para suscitar en nosotros una experiencia espiritual? Aunque nos encantaba y se justificaba como apertura a la Iglesia, nos preguntábamos, los maristas, ¿no tienen nada propio?
También conocimos hermanos molestos con esta dinámica y no cesaban de repetir, ¿por qué vamos a buscar fuera lo que tenemos dentro? Pero cuando se intentaba mostrar eso que ?debíamos tener dentro?, nos encontrábamos con formas de espiritualidad del siglo XIX, profundamente alejadas de nuestra sensibilidad juvenil y de la cultura contemporánea. Al mismo tiempo, los investigadores nos mostraban con claridad que los rasgos atribuidos a Champagnat eran lugares comunes de la vida de piedad de su época. Empezamos a pensar que quizás no teníamos una espiritualidad ?sustantiva? como la franciscana, ignaciana, teresiana o benedictina? y que nuestro destino espiritual era el de sintonizar en cada época con los movimientos vigentes, tanto para la vida espiritual de los hermanos como para nuestra pastoral. En consecuencia, nuestra espiritualidad marista aparecía como ?vacía?, sin contenidos propios, o ?abierta?, es decir, disponible y receptiva, perfectamente adaptable a las propuestas espirituales de cada época. En psicología se diría que se trataría de una espiritualidad ?fusional? con las de la época.
Es una conclusión clara pero que no nos deja satisfechos. Seguimos intuyendo que algo de específico y propio hay en la experiencia espiritual que hemos heredado de Champagnat y sus primeros hermanos. En cierta medida nos sentimos nómadas espirituales, pero no anónimos y sin personalidad. Reconocemos un origen común y unas referencias compartidas que nos dan identidad. Evidentemente Champagnat no nos legó una codificación definida y original como serían los ejercicios ignacianos o la regla benedictina o los escritos de Sta. Teresa, de San Juan de la Cruz o de San Francisco?, pero sí que percibimos los rasgosintensos de un perfil espiritual original y, al mismo tiempo, extraordinariamente plástico, capaz de recrearse en cada nueva situación, dando lugar a codificaciones siempre nuevas y nunca definitivas. Esas codificaciones se fraguan en diálogo con las propuestas espirituales vigentes en cada época, y en consecuencia, la espiritualidad marista se caracteriza por esa apertura a las demás, a la cultura, a los nuevos movimientos? No se muestra autosuficiente, y en esto revela una actitud profundamente mariana.
Este cambio de época nos ofrece un escenario excelente para poder identificar esos rasgos con mayor claridad, distinguiéndolos de las codificaciones que han perdido su vigencia a pesar del valor que llegaron a tener en el pasado. Ahí tenemos un primer desafío como Instituto: descubrir mejor esos rasgos que configuran nuestro perfil espiritual marista, y desarrollándolos, nos hacemos más capaces de elaborar las codificaciones que cada época necesita.
Durante estos días hemos repetido que necesitamos una VISIÓN global que encuadre la propuesta espiritual marista, que percibimos frecuentemente fragmentada: una espiritualidad a retazos, compuesta de piezas diversas, sin límites precisos en cuanto a cuáles y qué comprenden, y con dificultad para trascender el ámbito personal; la Iglesia aparece frecuentemente fuera de su alcance. En este sentido, la reciente recuperación de Champagnat como miembro de la Sociedad de María, nos ofrece nuevas oportunidades de enriquecer nuestra espiritualidad viéndola integrada en aquel movimiento más amplio del que los hermanos somos uno de sus frutos. Las propuestas del P. Collin y sus compañeros sobre la ?Iglesia mariana? o el ?rostro mariano de la Iglesia? releídas a la luz de la teología y sensibilidad postconciliar, resuenan hoy con fuerza inusitada y confieren un horizonte eclesial a una espiritualidad marista que parecía condenada a agotarse en los estrechos márgenes de la piedad individual o como máximo, de las comunidades de hermanos. Ese contexto histórico ?con su actualización? es, en rigor, mucho más adecuado y legítimo para enriquecer lo que parecía faltar a nuestra espiritualidad, que cualquiera de los complementos que periódicamente algunos tienen la tentación de añadir, fruto de su propia cosecha o sensibilidad personal. La presencia de los laicos y su interés por el carisma han confirmado que la espiritualidad marista no era tan estrecha como parecía.
Este nuevo horizonte ?eclesial?, de rostro mariano, nos ofrece una vía extraordinariamente potente para dar mayor relieve y trascendencia a los rasgos que tradicionalmente han configurado nuestra espiritualidad marista. Incorporar esa faceta no supone abandonar lo que teníamos, sino que nos permite redescubrir con nueva luz el aporte de Champagnat al conjunto de la visión que compartía con la Sociedad de María. En este sentido, parece claro que la experiencia espiritual transmitida por Champagnat no es genérica como las grandes espiritualidades antes citadas, sino vinculada intrínsecamente a la misión educativa que asume junto con sus hermanos. Es una espiritualidad que se nutre de la misión y a su vez, la alimenta. Por lo tanto, el interés por los niños y jóvenes, la preocupación por la transmisión de la fe a las nuevas generaciones y la inquietud por la educación, y especialmente por los que no disponen de posibilidades educativas, son constitutivos de esta experiencia espiritual, sea cual sea la profesión o actividad laboral que finalmente desempeñemos. Y todo ello es, a su vez, un modo concreto y bien determinado de construir desde la base esa iglesia de rostro mariano. Aquí tenemos a Champagnat en estado puro: no se contenta sólo con las grandes ideas; él les pone ruedas.
Ahí tenemos nuestro segundo desafío: una espiritualidad intrínsecamente vinculada a nuestra misión educativa (con raíces) y, al mismo tiempo, bien implicada en la construcción de una iglesia mariana (con horizonte). Nuestra propuesta espiritual no puede ser un desarrollo en paralelo, ajeno a lo que llevamos entre manos, ni una aportación sin más horizonte que el ámbito personal con su estrecho marco de relaciones.
En el año 1993, los directores de colegio de Catalunya hicimos un viaje pedagógico a Alemania. Una semana de encuentros y contactos con diversas personas y entidades del land Baden-Würtenberg. Tuvimos un encuentro muy sugerente con el responsable de la escuela católica de ese estado. Nos explicó que en Alemania la escuela católica no compite con las otras en ?calidad?, ¡todas son de altísima calidad educativa! No se trata de poner más laboratorios, ordenadores, deportes? hasta el infinito. Se trataba más bien de hacer evidente aquello que diferenciaba a la escuela católica (y no tenía por qué ser una cosa cara) y que debía ser un beneficio para todos (no sólo para los ?creyentes? que optaban por alguna catequesis). Si todos se beneficiaban, esa diferencia era reconocida como un ?valor añadido? que daba identidad a esa educación. ¿Cuál era esa diferencia? La escuela católica debía educar en la interioridad y la espiritualidad, dimensiones que no son patrimonio exclusivo de los creyentes sino propias de la condición humana e irrenunciables para desarrollar una vida humana de calidad. Y esto no quedaba en una mera ?declaración de intenciones? sino que se traducía en un programa muy concreto para educar el sentido del ?silencio?. En todos los niveles, la primera media hora de actividad escolar se desarrollaba en completo silencio: el profesor estaba a disposición de los alumnos y éstos se iban incorporando al aula por propia iniciativa, empleando ese tiempo para el cultivo de alguna afición. En infantil se adquiría el hábito con una serie de juegos y, progresivamente, se les enseñaba a disponer de ese momento, de vez en cuando, para releer su propia experiencia. Me pareció genial. Todos los profesores se sentían comprometidos en favorecer ese aprendizaje como un valor de largo y profundo alcance, independientemente de sus creencias religiosas o apriorismos ideológicos. Esa práctica se había convertido en un ?punto de encuentro? de todos los educadores y, además, les motivaba a desarrollar en sí mismos esa misma dimensión. Era algo que daba calidad al conjunto del sistema escolar y enriquecía la vida de todos los que en él participaban.
Es sabido que la escuela marista educa con calidad pero no ideologiza. De hecho, encontramos antiguos alumnos en todos los sectores del arco parlamentario ¡e incluso extraparlamentario! El común denominador de todos ellos no es una determinada orientación ideológica y ni siquiera una opción de fe (que la escuela ofrece pero no impone). Lo que sí comparten estos antiguos alumnos es la ?calidad? educativa que hemos sabido dar, fruto de la colaboración de todos los educadores, no sólo de los ?creyentes? y no sólo de los ?hermanos?. ¿Podemos ofrecer más? Creo que estamos en camino de concebir una propuesta espiritual marista abierta a todos, con vocación de trascender lo que suele dividir y de sintonizar con un amplio abanico de personas. La sencillez, el espíritu de familia o de trabajo, la fraternidad? son rasgos bien universales, que pueden trascender lo estrictamente confesional. Una espiritualidad marista para la vida convocará a muchos, enriquecerá la educación que ofrecemos y abrirá nuevas oportunidades a la propuesta explícita de la fe.
Sin embargo, este registro ?educativo? de nuestra espiritualidad no tiene porqué anular la clave de lectura que tradicionalmente la vinculaba a los hermanos en su condición de religiosos. Efectivamente podemos descubrir varios niveles de relectura de nuestra espiritualidad que se complementan y enriquecen mutuamente, y sólo si los oponemos o los ignoramos, todos salen perdiendo. Podemos reconocer hasta cuatro registros. El más básico sería el que inspiraría una especie de ?código deontológico? de nuestra praxis educativa, para identificarla con un ?sello? o ?marca de la casa? reconocible y, por lo tanto, bien presente en todos los agentes implicados en la misión marista. En el párrafo anterior se presentaba un segundo registro, el que propone asumir la labor educativa no sólo como ?profesión? sino como ?vocación?, generando una auténtica ?espiritualidad del educador? al implicar la persona entera con su proyecto vital y al desarrollar el ámbito educativo como una fuente interioridad, crecimiento personal y humanización. El tercer registro es el que propone el camino espiritual marista a cualquier persona que sintonice con esta ?espiritualidad mariana? de corte ?marista?, es decir, enraizada en una misión y comprometida en construir una iglesia de rostro mariano como horizonte. Y finalmente, el cuarto registro desarrolla la ?espiritualidad marista? como expresión explícita de evangelio y del compromiso vital por su causa, con consecuencias públicas en el estilo y opciones de vida al servicio de la misión marista. Este registro podrá adoptar nuevas modalidades en la medida que la vocación laical vaya siendo una nueva expresión de la vida marista. Este desarrollo poliédrico y armónico de la espiritualidad es el tercer desafío de fondo.
La espiritualidad dejará de ser un complemento, un apéndice o un anexo paralelo en la medida que sepamos vincularla a la misión, a nuestro quehacer diario, a la razón de ser de nuestro Instituto? Nuestro interés actual por la espiritualidad no es fruto de una moda pasajera, sino que pertenece al corazón mismo de lo que somos y hacemos.
Ahí encontramos una primera llamada a trabajar en las provincias y que resumiría en el siguiente lema ?la espiritualidad no es sólo para el tiempo libre?.
Aprendamos de nuestra historia reciente. La ?solidaridad? es algo que siempre estuvo en el corazón de la misión. Sin embargo, a medida que el Instituto se enfrentaba a nuevos desafíos para la misma, nuevos contextos, nuevas exigencias de calidad, nuevas leyes educativas? todas nuestras energías eran invertidas en procurar un futuro a nuestras escuelas, sacrificando paulatinamente la dimensión solidaria, entre otras. Llegó un momento que la ?solidaridad? quedó relegada en la práctica al tiempo libre, ?cuando usted termine con sus obligaciones de clase, puede comprometerse en alguna acción solidaria o asistencial?, en fines de semana, con los grupos apostólicos, en vacaciones, cuando se jubile? Poco a poco hemos ido redescubriendo que esta dimensión no es un añadido optativo o marginal a la misión marista sino que se encuentra en el corazón de la misma.
Esa toma de conciencia postconciliar ha ido desarrollando en las provincias el ámbito de la solidaridad, también desde la perspectiva estructural. Si la solidaridad era esencial a la misión marista, no podía quedar limitada al tiempo libre de los hermanos o a las limosnas provinciales; si nuestra misión educativa exigía tiempo, dinero y personas, también la acción solidaria necesitaba visualizarse a nivel estructural con la inversión de tiempo, dinero y personas. La configuración misma de las ?obras provinciales? debe poner en evidencia esa doble dimensión de la misión marista. Poco a poco vamos descubriendo que Educación y Solidaridad no están en concurrencia y cada día es más evidente que se enriquecen mutuamente.
Ahora bien, el futuro de la misión marista no se sostiene sólo con dos patas. El taburete se cae. No somos sólo una multinacional de la educación y de la solidaridad como tantas otras que hoy existen, sin referencia alguna a nada más. La Espiritualidad constituye la tercera columna que sostiene el conjunto, le da estabilidad y sentido: con ella, la misión marista alcanza su plenitud. Si es algo tan esencial, no puede quedar relegado al tiempo libre; va a exigir la inversión de recursos, es decir, tiempo, dinero y personas, también a nivel estructural y provincial. Las obras de una provincia deberán ir reflejando esta triple dimensión de nuestra misión, de nuestro modo de ser y de nuestra razón de ser. Hermanos y Laicos comprometidos con la misión marista necesitamos de recursos que sostengan el sentido de lo que hacemos y vivimos, del mismo modo que nos apoyamos en los recursos provinciales para el desempeño de nuestra acción educativa y solidaria. El futuro marista se sostiene sobre tres pilares, educación, solidaridad y espiritualidad, todos ellos irrenunciables. Ésa parece nuestra primera línea de acción.
Es bien sabido que la teología se nutre en unos ?topoi? o ?lugares comunes? que fundamentan su búsqueda: la palabra bíblica y la tradición. Junto a éstos, hoy lucha por abrirse paso un nuevo ?topos?, la realidad misma, como lugar por excelencia de la presencia divina y fuente de inspiración de la reflexión teológica. También nuestra tradición marista se nutre de unos ?topoi? con gran carga simbólica, emocional, inspiradora?, son nuestros lugares maristas de origen, Rosey, Lavalla, L?Hermitage.
De un modo análogo, en estos días hemos percibido la necesidad de establecer unos ?topoi? o ?lugares de referencia? para el desarrollo de la espiritualidad a nivel provincial. Esos ?lugares? superan el mecanismo clásico de una comisión o un equipo provincial aunque, por supuesto, no los suprimen. Un equipo suele primar el trabajo y la eficacia, su objetivo es estrictamente funcional. Y hoy intuimos que necesitamos algo más: dar un paso que nos permita subir de nivel en el desarrollo de nuestra espiritualidad marista. El común denominador para esos lugares de referencia es siempre el de constituir un ámbito en el que se comparta vida y misión. La realización práctica puede adoptar distintos rostros y configuraciones, de acuerdo con las características de cada provincia, pero reconocemos la importancia, tanto para Hermanos como para Laicos, de contar con esos puntos de referencia y de acogida, que acompañen el desarrollo de los cuatro registros de la espiritualidad marista, señalados más arriba. En algunos casos se habla de casas de espiritualidad, en otros, de centros, en otros, de comunidades o de fraternidades ampliadas, grupos de vida con diversos círculos de pertenencia y participación? Cualquiera que sea su configuración, lo importante es que sea un ?lugar? con vida, con propuesta? no sólo una casa o unos locales vacíos, anónimos, que acogen alguna actividad que siempre viene de fuera. Evidentemente no se está hablando sólo de una comunidad o grupo encargado de ?gestionar? o ?mantener? los espacios físicos.
Es bien sabido que en muchas de nuestras provincias disponemos de recursos (casas, locales, estructuras?) que la historia ha jubilado y han quedado vacías. Por otra parte, reconocemos la sed y el hambre que nuestro mundo tiene de interioridad. ¿Cómo establecemos un diálogo entre nuestros recursos y estas necesidades con el fin de encontrar nuevas respuestas? Después de habilitar recursos (primera línea de acción), aquí apuntamos a sembrar vida en su interior. La vida puede estancarse si no dispone de los cauces para desarrollarse y no basta liberar recursos sin vida. Ésta es la segunda línea de acción.
Las tecnologías de la información nos han familiarizado con este término y lo han extendido a casi todos los ámbitos de la actividad humana. Aislados, difícilmente puede darse hoy algún progreso significativo.
Repetidamente estos días se ha suscitado la necesidad de establecer relaciones, de apoyarse mutuamente, de asociarse, en definitiva, de ir construyendo una red al servicio de la espiritualidad, capaz de acoger e integrar las distintas realidades de vida que se vayan suscitando en los distintos lugares. Ya tenemos experiencia de algunas realizaciones locales con esta vocación de servir a la espiritualidad, pero muy frecuentemente han estado ligadas a personas muy carismáticas que, una vez desaparecidas (por enfermedad, cambios, dificultades?), no se acertaba a darles continuidad. Una red podría suscitar el apoyo entre vecinos ante estas eventualidades. Las razones y beneficios de una red son obvios.
Sin embargo la duda está en el modo de implantarla. ¿Debe ser Roma, ejerciendo su autoridad, o es mejor que se suscite desde la base, buscando complicidades entre las provincias por propia iniciativa? Probablemente la respuesta adecuada deberá integrar los valores de ambos procedimientos y evitar también sus escollos. La realización de este Simposium es un buen ejemplo: a iniciativa de una Provincia se ha convocado libremente a los que han querido ofrecer su reflexión y buscar juntos mayor claridad en el camino que estamos realizado en las provincias y en el conjunto del Instituto. Ahí ha estado presente Roma también, como uno más, haciendo camino junto a todos e intentando escuchar lo que se desprende de nuestro trabajo para traducirlo después en su ámbito de acción, como cualquiera de nosotros. No creemos que Roma deba imponer nada, pero seguramente tampoco impedirá nada que vaya en esa dirección; en todo caso, más bien estimulará la constitución de relaciones precisamente porque esto favorece a los más pequeños o débiles, a las unidades administrativas sin recursos o con dificultades para entrar en contacto con los que casi pueden bastarse a sí mismos, sin depender de nadie. A éstos también les será muy enriquecedor establecer alianzas y complicidades con los demás, pequeños y no tan pequeños; la relación con otros, aun de quien es autosuficiente, suele ser siempre estimulante e iluminadora para evitar los riesgos del aislamiento autocomplaciente y acabar muriendo de éxito.
El primer día del Simposium leíamos la parábola del grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, de la que florece un árbol frondoso (Mc 4,31-32 y par). Lo vivido estos días es diminuto, pero los que nos fiamos del Evangelio sabemos que el tamaño no es lo que importa, es más, que las cosas valiosas suelen tener orígenes humildes. Tenemos en nuestras manos la semilla del futuro y ojalá seamos buena tierra para que pueda fructificar en nuestras provincias y dar frutos espléndidos para la Iglesia y para el mundo. Que el Señor y la Buena Madre nos acompañen.
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G. Josep M. Soteras
Les Avellanes, 21 de mayo de 2010
En la conclusión del Simposium sobre Estructuras de apoyo a la Espiritualidad marista
Celebrado en Les Avellanes, con motivo del centenario de la presencia marista en la casa