5 de diciembre de 2012 CASA GENERAL

Niños e niñas en un mundo urbano

La experiencia de la infancia ocurre en el medio urbano cada vez con mayor frecuencia. Más de la mitad de la población mundial –incluidos más de 1.000 millones de niños y niñas– vive actualmente en grandes y pequeñas ciudades.

Muchos niños disfrutan de las ventajas que ofrece la vida urbana, como la educación, los servicios médicos y las instalaciones recreativas. Sin embargo, son innumerables los que carecen de servicios esenciales como electricidad, agua salubre y atención de la salud, a pesar de tenerlos cerca. En lugar de asistir a la escuela, un inmenso número de niños y niñas se ven obligados a trabajar en condiciones de peligro y explotación. Y muchísimos afrontan constantemente la amenaza del desalojo, pese a vivir en condiciones verdaderamente deplorables: en viviendas destartaladas y en asentamientos superpoblados altamente vulnerables a los desastres.

Las penurias que sufren los niños en las comunidades pobres suelen quedar ocultas por los promedios estadísticos en los cuales se basan las decisiones sobre asignación de recursos, lo que perpetúa esta situación. Debido a que los promedios no hacen distinciones, la riqueza de algunas personas oculta la pobreza de otras, y esto lleva a que niños y niñas que ya padecen carencias graves sigan privados de acceso a servicios esenciales.

Hay cada vez más niños y niñas que crecen en las zonas urbanas. Es imprescindible proporcionarles los servicios y las oportunidades que necesitan para ejercer sus derechos y desarrollar sus capacidades. Se deben tomar medidas urgentes para:

• Comprender mejor la magnitud y la naturaleza de la pobreza y la exclusión que afectan a los niños y las niñas en las zonas urbanas.

• Definir y eliminar los obstáculos que atentan contra la inclusión de las personas menos favorecidas.

• Garantizar que la planificación urbana, el desarrollo de la infraestructura, la prestación de los servicios y las iniciativas de amplio alcance tendientes a reducir la pobreza y las desigualdades satisfagan las necesidades particulares y las prioridades de la niñez.

• Promover la creación de asociaciones entre todos los niveles del gobierno y los habitantes pobres de las zonas urbanas, especialmente los niños y los jóvenes.

• Aunar los recursos y las energías de los actores internacionales, nacionales, municipales y comunitarios en procura de que los niños pobres y marginados puedan disfrutar plenamente de sus derechos.

Estos no son objetivos, sino medios para llegar a un fin: hacer que las ciudades y las sociedades sean más justas y acogedoras para todos, empezando por los niños y las niñas.

Cuando pensamos en los niños más pobres del mundo, la imagen que viene a nuestras mentes suele ser la de un niño o una niña hambriento que vive en una remota comunidad rural de África subsahariana, como hay tantas hoy en día.

Sin embargo, como muestra claramente El Estado Mundial de la Infancia 2012, millones de niños y niñas también están en riesgo de quedar marginados en las grandes y pequeñas ciudades del mundo entero.

De hecho, cientos de millones de niños y niñas viven actualmente en barrios urbanos marginales, y muchos carecen de acceso a los servicios básicos. Esos niños son vulnerables a peligros que van desde la violencia y la explotación hasta las lesiones, las enfermedades y la muerte como consecuencia de vivir en condiciones de hacinamiento en asentamientos construidos sobre basureros o al lado de líneas ferroviarias. Y su situación, al igual que sus necesidades, está reflejada a menudo en cifras generales que indican que las condiciones de vida de los niños en las zonas urbanas son mejores que las de los niños en las zonas rurales, lo que encubre las diferencias existentes entre los niños que residen en las ciudades.

Este informe se suma a los análisis y las pruebas cada vez más abundantes, tanto de UNICEF como de nuestros asociados, de que la escasez y la desposesión afectan de una manera desproporcionada a los niños y las familias más pobres y marginados. Y demuestra que este problema es tan frecuente en los centros urbanos como en las zonas rurales aisladas que generalmente relacionamos con la pobreza y la vulnerabilidad.

Los datos son alarmantes. En 2050, el 70% de todos los seres humanos vivirán en las zonas urbanas. Hoy, uno de cada tres habitantes de las ciudades vive en un barrio de tugurios. En África, esta proporción es aterradora: 6 de cada 10 personas viven en estas condiciones. El impacto sobre los niños es inmenso. Desde Ghana y Kenya hasta Bangladesh y la India, los niños y las niñas que viven en tugurios son quienes menos probabilidades tienen de asistir a la escuela.

Y las desigualdades en materia de nutrición entre los niños ricos y los niños pobres de las ciudades y los pueblos de África subsahariana suelen ser más acusadas que entre los niños de las zonas urbanas y los de las zonas rurales.

Todos los niños desfavorecidos son el testimonio de una afrenta moral; a saber, la incapacidad de asegurar su derecho a sobrevivir, a prosperar y a tener un lugar en la sociedad. Y cada niño excluido representa una oportunidad perdida, pues cuando una sociedad no presta a los niños de las ciudades los servicios y la protección que les permitirían llegar a ser individuos productivos y creativos, deja de beneficiarse de los aportes sociales, culturales y económicos que habrían podido hacer.

Debemos trabajar con más ahínco para llegar a todos los niños y niñas necesitados, dondequiera que vivan y que sean víctimas de la exclusión y la marginación. Algunos se preguntarán si estamos en capacidad de hacerlo, especialmente en esta época de austeridad presupuestaria y reducción en la asignación de la asistencia. Pero si logramos superar los obstáculos que no han permitido a estos niños acceder a los servicios que requieren y a los cuales tienen derecho, millones más crecerán saludables, asistirán a la escuela y tendrán vidas más productivas.

¿Acaso podemos darnos el lujo de no hacerlo?

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Anthony Lake – Director Ejecutivo, UNICEF
Sitio web – El Estado Mundial de la Infancia 2012

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