29 de diciembre de 2011 FRANCIA

Peregrinación a los lugares maristas

Nuestra peregrinación (31 de octubre – 12 de noviembre 2011) no fue para ver cosas nuevas. Si ese hubiera sido el caso, varios de los miembros del grupo hubieran sacado poco provecho de la experiencia, dado que la gran mayoría ya había visitado los lugares maristas de fundación. Fue más que todo conectarnos de nuevo con las vidas de los ancestros espirituales que han influenciado nuestras vidas, de revivir recuerdos olvidados y expresar, mediante la oración, nuestro agradecimiento a Dios y a María por los cimientos, tan fuertes como la roca, que dejó nuestro Fundador Marcelino con la ayuda de los primeros hermanos.

Con estos sentimientos en mente, en la tarde del 31 de octubre nosotros, hermanos de la tercera edad, viajamos de Roma a Lyon en la primera etapa de nuestra peregrinación de 12 días a la región de nuestros cimientos maristas. A nuestra llegada, nos encontramos con un fiel y jovial chofer de bus, Claude, y su esposa Denise, quienes nos condujeron a la ciudad de Belley, al este de Lyon. La mañana siguiente, salimos temprano y, a travesando una densa neblina, llegamos a Ginebra, Suiza, donde el hermano Jim Jolley nos explicó el trabajo que realiza la Fundación Marista para la Solidaridad Internacional (FMSI) y cómo, en nombre de los Hermanos Maristas, él está trabajando en las Naciones Unidas promoviendo los derechos de los niños de todo el mundo. En la tarde, disfrutamos de una visita a la sede de las Naciones Unidas en Ginebra.

La mañana siguiente, salimos de nuestro alojamiento en Belley, un antiguo seminario recientemente reformado que data de 1930, para dirigirnos a “Bon Repos”, el hogar de las Hermanas Maristas. Fuimos calurosamente acogidos por las Hnas. Teri O’Brien (Canadá) y Marie Challacombe (Inglaterra) quienes, con gran destreza, nos guiaron a través de la historia de las primeras fundaciones de las Hermanas Maristas y de las luchas de Jeanne-Marie Chavoin, cuando trataba de dar vida al proyecto que tenía para las hermanas. Un momento conmovedor fue nuestra Eucaristía juntos, seguida de un picnic, a la luz del sol, sentados fuera de la casa de las hermanas, admirando el hermoso panorama.

Después de almuerzo, visitamos la escuela que recibió el nombre del poeta Lamartine, donde los primeros Padres Maristas vivieron, enseñaron y desempeñaron un trabajo misionero en las agrestes montañas de Bugey, cuando el rector era el Padre Colin. Recorrimos el corredor de la planta superior donde los sacerdotes tenían sus habitaciones y luego, en La Capucinière, visitamos la antigua capilla -que hoy en día es un salón para trabajo catequético- donde los Maristas junto a Marcelino, hicieron sus primeros votos en la Sociedad de María. Recordando la ocasión, nosotros, Hermanos y Hermanas Maristas, renovamos nuestros votos juntos, al recordar este primer gesto de nuestros primeros Padres Maristas.

Esta era la “estación de la neblina y de la dulce plenitud” (John Keats-  “Otoño”). Casi todo el tiempo que estuvimos en Francia nos acompañó la neblina del otoño, pero también vivimos la sorprendente belleza de los paisajes, especialmente el día en que nos fuimos de Belley, siguiendo el valle del río Ródano.

Era ya otoño entrado y, en esta estación, es cuando el verde del valle y el color otoñal de los arboles que cubrían las colinas adyacentes lucen su más vivido color. Una breve parada nos permitió maravillarnos por las aguas cristalinas de la espectacular cascada de Glandieu. Pasamos de pueblito en pueblito, cuyas casas rectangulares y hechas de piedra reflejaban las transformaciones vividas a lo largo de los siglos, pueblecitos desparramados a lo largo de una estrecha carretera que serpenteaba, tan silenciosos que parecían desprovistos de vida. Pasando por Vienne, y otros lugares, notamos un cambio en el idioma inglés, evidente en avisos de tiendas que invitaban a entrar a la ¡jeanería, suetería, chocolatería, ensaladería, y a la sandwichería!

Finalmente llegamos a la que sería nuestra casa por los diez días siguientes, Nuestra Señora del Hermitage. Fuimos recibidos por una comunidad de múltiples nacionalidades, compuesta  por Hermanos Maristas y laicos, entre los cuales encontramos al Hno. Benito Arbués, ex Superior General, y al Hno. Neville Salomon, un ex profesor de historia y rector del Colegio Marista Ashgrove de Australia, quien ahora comparte su saber de la historia marista con visitantes, especialmente de habla inglesa. Actualmente hay una comunidad viviendo en el Hermitage cuya razón de seres estar al servicio de visitantes y peregrinos.

Gracias a las últimas renovaciones, la transformación del edificio de cinco pisos erigido por Marcelino ha sido sorprendente. Se cerró el área central que anteriormente estaba abierta y las habitaciones fueron dotadas de calefacción y teléfono. Hay dos ascensores disponibles y dos escaleras para los más ágiles. Una tiene 95 gradas y ha sido usada por un sinnúmero de hermanos en 190 años, y la otra tiene 86 peldaños. La habitación de Marcelino está abierta por un lado, para compartir momentos de devoción. También hay un museo de Marcelino y del Hno. Francisco, recientemente organizado, y varias salas de reunión (grandes y pequeñas), tres capillas, internet, una tienda de recuerdos, un área de recepción y una cómoda sala de televisión, donde se pueden realizar reuniones, satisfaciendo así cualquier tipo de necesidad. A menos que esté informado, un visitante puede ignorar que las paredes del edificio fueron construidas hace casi 200 años. El ala del escolasticado, construida a principios de 1900, también fue remodelada. El nuevo comedor, sobre el cual se encuentra la sala de conferencias y que está cerca de la entrada, comunica con el edificio principal por un camino cerrado sobre el río Gier. Una compañía prepara variados y sabrosos platos y el menú cambia cada semana.

Recuerdos maravillosos continuarán en Marhles, Le Rosey, La Valla, Maisonnettes, la Donnet, la granja del “Acordaos” en la nieve, Fourvière, St Genis Laval, la reliquia de la casaMontagne, Le Puy-en-Velay, La Louvesc y la Neylière, al igual que los lugares que fueron sagrados para Marcelino y para los primeros Padres y Hermanas Maristas. Episodios puntuales vinieron a la mente: el llamado para que nos sentáramos alrededor de la mesa en La Valla, la oración en la habitación de Marcelino, estar de pie frente a las tumbas de los Hnos. Luís, Lorenzo y Estanislao, nuestro compromiso en Fourvière, mirar desde Fourvière la ciudad de Lyon cubierta de nubes, sin edificios a la vista. Escalar la fina roca volcánica (82 m) hasta la capilla de San Miguel de l’Aiguilhe cerca del Puy en Velay. Mirar abajo hacia el valle donde Marcelino se perdió durante la tormenta de nieve, guardar un minuto de silencio el 11/11/11, mirar con ansiedad y esperanza cuando Claude ‘comprimía’ el bus para que pasara por el ojo de la aguja, mientras escuchaba a Denise cantando su aria ‘Sainte Claire, garde la pluie en l’air.’ Pero seguramente cada uno de nosotros tendrá más recuerdos.

Desde que nos preparamos para el viaje y antes de que dejáramos Manziana, la noción de “peregrinación” fue resaltada por nuestro animador, el Hno. Barry Burns. No éramos un grupo de turistas. A excepción de la visita al Puy, recorrimos pocas tiendas y prácticamente nada nos distrajo de nuestro objetivo. En la oración expresamos nuestros pensamientos y sentimientos según fuera el lugar o la ocasión. Escuchamos nuevamente la historia de nuestras primeras tradiciones que narran nuestros ideales y valores maristas, y nos dimos cuenta que nos ayudan a mantenernos unidos. Contadas en el contexto de sus orígenes, estas historias, aunque las hubiéramos escuchado antes, fueron recibidas con mayor sensibilidad y aprecio que cuando las escuchábamos en casa. La peregrinación a Francia ha sido una experiencia que nos ha permitido profundizar en nuestra propia espiritualidad, una experiencia inspiradora para todos, en los años de cosecha de nuestras vidas.

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Hnos. Jim Norton & Bill McCarthy

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