
Preparación para la Jornada Mundial de la Juventud
Exactamente una semana antes de la gran peregrinación de Fátima, celebrada el día 13 de mayo, estuve en ese santuario con algunos hermanos. Era el día 7 de mayo y participamos en una larga vigilia de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Madrid, en agosto de 2011. Estaban presentes 3.000 jóvenes. Se realizó una vigilia desde las 5 de la tarde hasta las 4 de la mañana, nada menos que 11 horas de presencia en diferentes actividades.
Cuando estoy así entre los jóvenes, siento realizada mi vocación de marista en plenitud. Esa vigilia me hizo recordar los Festivales de la Juventud que nuestro Centro organizaba en Nairobi. Allí participaban siempre entre 400 y 800 jóvenes de las más variadas escuelas y parroquias de Nairobi y alrededores.
Entre las diferentes actividades, subrayo algunas, en medio de las cuales todo marista, hermano y laico, debería sentirse a gusto:
1. Hubo un festival con el título: “Canción religiosa y evangélica”. Con una banda musical de una parroquia (que en general tiene muchos menos medios que nuestros colegios) allí estaban los jóvenes cantando esas canciones marianas y otras tomadas de relatos evangélicos. No eran sólo espectadores pasivos, participaban en el canto activamente. La evangelización a través de la música. ¿No podrían los maristas hacer más usando la música como medio de evangelización?
2. Hubo una hora de adoración, de oración personal, de oración de a dos o por pequeños grupos. Quedé impresionado viendo cómo 3.000 jóvenes se dividían fácilmente en pequeños grupos o se dirigían a los lugares de adoración, todo muy espontáneamente. Ciertamente eran jóvenes elegidos que se preparan para la jornada de Madrid. Pero todo se realizaba tan espontáneamente que yo casi no podía creer que los jóvenes fuesen capaces de una oración tan profunda y tan personal. Me puse a pensar en Taizé donde los jóvenes van a rezar sin que nadie los obligue. Me puse a pensar en nuestro Centro de Nairobi que un día soné (¡pero fue sólo un sueño!) convertir en un “pequeño Taizé”, partiendo de los festivales de jóvenes, donde teníamos que limitar el número de tantos que querían venir. Con estos ejemplos tuve la certeza de que los jóvenes aman la oración. ¿Y si el mundo marista, escolar u otro, supiera llevar así a los jóvenes a la oración?
3. Hubo una cena muy sobria que me hizo pensar a la multiplicación de los panes y de los peces. Esos 3.000 jóvenes compartían lo que llevaban. Yo fui uno de los que no llevó nada porque sólo a última hora me decidí a partir y participar de esa aventura de “perder una noche” con esos jóvenes. Pero no me morí de hambre, puedo asegurarlo. Hasta sobró mucha comida. Por otro lado: pasar allí una noche… A mis 64 años pensé que ya no era capaz. Pero fui. La noche, muchas veces, es el tiempo de la juventud. Como marista fui hasta allí para encontrarlos en este momento nocturno y en ese espacio mariano de Fátima, ya que las Constituciones nos dicen que encontramos a la juventud allí donde ella se encuentra.
4. Hubo participación en la recitación del Rosario y en la procesión de las candelas. Un tiempo también bastante largo porque el Rosario se anunciaba en 6 lenguas y cada decena era recitada en una lengua diferente. Pero lo que me llenó de admiración fue el recogimiento de esos jóvenes, en aquella oración de la noche. Y lo mismo se diga sobre su participación en la procesión de las candelas. A esas horas de la noche, Fátima se vuelve un mar de luz. La luz se vuelve oración. En el fondo se trata del uso de los símbolos como fuente de creatividad y de sentido en la oración. Los jóvenes están abiertos al valor y al significado de los símbolos. Recordé entonces lo que nuestro libro ‘Agua de la roca’ nos dice para que recemos con creatividad y generosidad (cf. N. 88). Todo marista, hermano o laico, debe sentir como imperativo esa invitación de Agua de la roca.
5. Y finalmente una representación teatral que iba de la danza al canto, de la narración evangélica a la palabra del Papa, del audiovisual a la poesía, pero todo en relación con las anteriores Jornadas Mundiales de la Juventud. Era una especie de reseña histórica de esas jornadas, hecha con creatividad e imaginación. Lo que me sorprendió fue el gran amor de los jóvenes por Juan Pablo II. Y me quedé pensando que si un Papa anciano y enfermo fue capaz de atraer así a la juventud, todo marista debería ser capaz de hacer lo mismo. He encontrado mucha gente amiga que me dice: “ustedes son especialistas en juventud; no tienen excusas”.
Con todo esto, esa peregrinación a Fátima, junto con 3.000 jóvenes, fue, para mi, un desafío. Y trato de responder siendo aun más marista.
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Teófilo Minga,
Coordinador del Proyecto ad gentes,
Fátima, mayo de 2011