17 de abril de 2009 CUBA

Primera profesión del H. Yoandi González

El día 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, celebramos en Cuba un acontecimiento que nos ha llenado de alegría y gratitud a Dios, los primeros votos de Yoandi González Gómez, nuestro primer hermano marista cubano posterior a la refundación del 2001.

La celebración se llevó a cabo en la Iglesia de San Pedro Apóstol; presidió la misma Mons Emilio Aranguren Echeverría, obispo de Holguín y afiliado al Instituto; estuvieron presentes por el Consejo General el hermano Antonio Ramalho y por la Provincia de América Central el H. Hipólito Pérez, Provincial.
La liturgia de la palabra nos recordó la disponibilidad de Cristo,: ?heme aquí que vengo a hacer tu voluntad? y la de María: ?hágase en mí según tu palabra?. También nos invitaba a regocijarnos y a superar miedos: ?Alégrate? fue la palabra del ángel Gabriel a María y ?no temas?. En la homilía el celebrante expresó: ?lo que esta tarde estamos viviendo es un pequeño brote de vida que surge en el marco de la Misión Nacional que Cuba ha lanzado para sumarse a la Misión Continental promovida por Aparecida?. Enseguida Yoandi hizo su consagración como hermano marista y se ciñó el cordón blanco con tres nudos: tres dardos que apuntan al deseo de seguir a Cristo, pobre, casto y obediente. El canto del ofertorio rezaba: ?Aquí hay un muchacho que solamente tiene cinco panes y dos peces, mas ¿qué es esto para tanta gente? Toma este corazón?. Toma cuanto tengo y cuanto soy??. Al finalizar los maristas presentes rodeamos la imagen de la Virgen de la Caridad y le cantamos confiados: ?Bajo tu amparo nos acogemos? Sub tuum praesidium?

Fue una celebración densa en que nuestra plegaria fue fundamentalmente de gratitud y esperanza. Gratitud a Dios, a María, a Marcelino, a la familia de Yoandi allí presente, a los Superiores Generales que acompañaron el proyecto desde su nacimiento: hermanos Charles Howard, Benito Arbués y Sean Sammon, al H. Antonio Ramalho que nos ha visitado y animado a lo largo de los últimos ocho años, a la Provincia de América Central que nos acogió oficialmente en su seno, a las Provincias de México que en la primera mitad del siglo pasado y recientemente han sido generosas para apoyar nuestro proyecto y que se hicieron presentes en la persona del H. José Sánchez, a las Provincias Norandina y de Rio Grande do Sul (y Amazonia), y a muchos hermanos, antiguos alumnos y amigos que desde el cielo seguramente se asomaron para participar desde allí de nuestra alegría e ilusiones.

Pedimos al Señor que Yoandi y quienes puedan seguirle pertenezcan a la raza de Luis, de Antonio, de Lorenzo, de Bartolomé, de Francisco, de Estanislao, de Juan Bautista, de Buenaventura y de los primeros hermanos que con Marcelino encarnaron el carisma marista en la Francia del siglo XIX. Imploramos su gracia para que prolonguen la presencia de Donateur, de Marcos, de Vicente, de Alfonso, de Balmey, de Eustasio, de Robustiano, de Braulio, de Ignacio y de quienes junto con ellos fueron buena noticia para los niños y jóvenes de la isla entre los años de 1903 y 1962.

Posterior a la celebración religiosa tuvimos dos brindis sencillos: uno con la comunidad parroquial de San Pedro Apóstol en el barrio del Cotorro y otro con la familia de Yoandi, con nuestros formandos y hermanos visitantes en la casa de las hijas de la Caridad frente al malecón habanero. Allí Yoandi nos dijo que una muletilla que él utiliza con frecuencia en la conversación por la que lo bromeamos es: ?no hay que exagerar?, pero que en el seguimiento de Crísto, él, ?sí quiere exagerar?.

Giovanni Papini tenía razón cuando afirmaba: ?los sueños forman parte de la vida, son elementos esenciales de la realidad, son la más alta, noble y digna expresión de la vida. Los sueños cuando son capaces de transformar y de crear son más verdaderos que cualquier otra verdad y la forma más excelsa de la realidad: el sueño, es la razón de ser de la vida?. Alguien más añadió, ?cuando se sueña en solitario, eso no pasa de ser una quimera, pero cuando se sueña en colectivo, los sueños corren el peligro de convertirse en realidad? y yo agrego: ?si es Dios quien inspira y bendice esos sueños?.

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H. Carlos Martínez Lavín

Palabras del H. Seán Sammon, Superior general
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