
Segunda Asamblea Europea de la Misión Marista
El día fue dedicado a la MÍSTICA. He escuchado por todas partes exclamaciones muy sencillas. Pero en su brevedad lo decían todo: "¡Un día increíble!". "¡Cuánta creatividad y profundidad!" "¡Esto es un sueño!" "¡Que atrevimiento creativo!" "¡Nunca me imaginaba una cosa así!".
El 15 de abril fue un día claro de intenso calor en estas tierras. Parecía más un día de verano que de primavera. En el marco de nuestra Asamblea fue también un día de “intenso calor”. El día fue dedicado a la MÍSTICA. He escuchado por todas partes exclamaciones muy sencillas. Pero en su brevedad lo decían todo: "¡Un día increíble!". "¡Cuánta creatividad y profundidad!" "¡Esto es un sueño!" "¡Que atrevimiento creativo!" "¡Nunca me imaginaba una cosa así!". "¡Esto es fenomenal!" Estas afirmaciones y otras similares las he oído mientras bajábamos de La Valla (donde pasamos toda la tarde) hasta l’Hermitage. Parecen exageradas, pero no lo son: corresponden a la realidad. Yo diría lo mismo: "¡Qué hermoso día, simplemente extraordinario!".
El día, al ser el día de la mística, fue, desde la mañana, un llamamiento al amor, a dejarse enamorar por Dios y así enamorarse de las personas y de las cosas. Un texto del Padre Pedro Arrupe ha dado la salida en la oración de la mañana: "No hay nada más práctico que encontrar a Dios… enamórate, permanece en el amor y eso todo lo decidirá". Después, curiosamente el centro de la oración era un pedazo de arcilla para modelar. Dios mismo modeló la persona humana, hecha a partir de la arcilla. Al modelarnos así Dios expresa su amor por nosotros. Y nuestro acto de modelar debe ser también un reflejo de ese amor.
¿Qué han modelado los grupos?
Solo podrían ser símbolos que hablasen del amor y apuntasen a la comunión. De los siete grupos, tres presentan en su modelación un corazón, el conocido símbolo del amor. Modelos con variantes: uno es un corazón de corazones; otro, un corazón hecho con la imagen de personas; otro está diseñado como un rompecabezas donde las "piezas" encajan perfectamente. En todos los modelos nos encontramos en presencia de un amor que genera comunión. Un corazón abierto a las posibilidades infinitas del amor.
Los otros símbolos, de diferente forma no excluyen este simbolismo: la paloma, símbolo tradicional de la paz. Con tantas guerras en nuestro entorno comprendemos que la verdadera paz sólo puede ser fruto del amor entre los individuos y los pueblos. Un amor que busca y exige, evidentemente, justicia, libertad, respeto a los demás, como se podía oir de las explicaciones del grupo. Apareció en otro grupo, un ancla: es el tradicional símbolo de la esperanza. Pero era un ancla unida a una cadena hecha de eslabones circulares unidos entre sí: es en la comunión, en el amor, en la fuerza que nace de la comunidad donde estamos llamados a dar testimonio del amor de Dios en el mundo. De otro modo, pero para decir lo mismo, había la construcción de un "casteller", palabra catalana que expresa la unidad, formado con diferentes círculos superpuestos de personas. Era como reiterarnos que la búsqueda individual de Dios gana fuerza cuando se hace en comunión. La forma de círculo, que se veía en las figuras modeladas, mostraba la dimensión de la interioridad, de la intimidad con Dios a la que toda la mística nos llama.
Después y sin entrar en grandes reflexiones teóricas, surguieron de los diálogos y reflexiones algunas ideas y preguntas.
Hay sed de mística: ¿sentimos nosotros esa sed? El conocido pasaje de la samaritana a la que Jesús pide agua nos ayuda en esta reflexión.
La mística pide un encuentro profundo con Dios: ¿cómo encuentro yo a Dios? Y a partir de ese encuentro, ¿cómo llevo yo a Dios a los demás, a la humanidad, también sedienta de Dios y de espiritualidad, tal vez sin saberlo?
¿Cómo me reconocerán como hombre místico, como mujer mística? Los caminos de reconocimiento pueden ser varios. María es un ejemplo único que puede y debe inspirar a todo marista. ¿No debemos nosotros mostrar al mundo el rostro mariano de la Iglesia?
¿Algunas actitudes de persona mística? También aquí María sigue siendo un ejemplo. Y aparece una oración-reflexión a María, "mujer de la escucha", "mujer de la decisión", "mujer de la acción". Sin embargo, se podría hacer referencia a otras actitudes: "mujer que acoge el Espíritu"; "mujer que exalta y alaba a Dios"; "mujer que se sitúa en la Iglesia-comunión"; "mujer que en el silencio medita la Palabra"; "mujer para quién los caminos son los caminos de Dios"; "mujer atenta a Dios y atenta a la persona humana"; "mujer eucarística". Por todo esto, María es camino seguro de mística. Caminar con ella es entrar en el corazón de Dios. La mística no es otra cosa: entrar en el corazón de Dios y así "divinizados" equiparse para "divinizar" el mundo.
Todavía en la mañana, antes de nuestra "excursión" a La Valla, donde pasaríamos la tarde (tarde que será también motivo de otro artículo), los siete grupos, en una dinámica llamada "SED DE ESPIRITUALIDAD", compartían algunos elementos que podrían muy bien ser elementos de una "mística marista" si podemos expresarnos de este modo. Hay muchos elementos comunes en el compartir de los siete grupos, lo cual es absolutamente normal: ¿no partían todos los participantes de una base común que es la espiritualidad y la misión marista?
A modo de resumen dejo sólo palabras que los grupos escribieron en cintas de diferentes colores, dispuestas después junto a los dibujos de la oración de la mañana, completando así este cuadro y la pintura. Son aquellos elementos de la "mística marista" de que hablaba antes: la experiencia de Dios; vivir con emoción y profundidad; promover la "cultura del encuentro"; construir la comunión; amor maternal; dar a luz, es decir, "hacer nacer"; espiritualidad encarnada; crear espacios de oración; vivir con alegría, entusiasmo y coherencia; sentido de fraternidad y sonoridad; ponerse en camino; soñar el futuro de Dios.
Brigitte Riedmeier, de la Provincia Europa Centro Oeste, me confiaba cuando bajaba conmigo de La Valla: "Es la primera vez que vengo a La Valla; todas las oraciones me llevaron a descubrir más plenamente lo que soy delante de Dios; es un Dios que me da la bienvenida en el amor. He sentido aquí la presencia de tantas generaciones maristas que oraron en estos lugares. La Valla es un lugar de oración, es todo un ambiente que conduce a la mística vivida de una manera muy marista".
Así terminaba la primera parte de la jornada dedicada a la mística. La segunda, en La Valla, continuaría con la misma creatividad y la misma riqueza, ahora guiados por la experiencia y el saber de la valerosa comunidad de L'Hermitage.