?Sembrando vida en comunidad?
Queridos laicos y hermanos maristas. Nos complace poder compartir con ustedes esta experiencia de vida, que ya inició tiempo atrás, después de mucho trabajo del equipo base, con la invitación personal a cada uno de nosotros. Esperamos en Dios Nuestro Señor que este documento pueda hacer sentir en cada uno de sus corazones algo de la riqueza que llegamos a experimentar los que nos atrevimos a decir ?sí, acepto darme esta oportunidad?. En este tiempo, afiliamos el corazón a través de la distancia ya que, entre otras cosas, tuvimos una mejor perspectiva de los seres que más queremos para acercarnos a ellos, viviendo la interioridad en nuestro ser y amando en comunidad. La reflexión profunda fue sin duda una excelente oportunidad para conocernos, evaluarnos y hacer crecer nuestra autoestima. En estas semanas hemos vívido diversos sentimientos y emociones que incluso en algunos de nosotros retumbaron en todo nuestro ser. Nos encontramos de frente, desnudos, sin caretas… hubo quien llegó a sentir temor de no reconocerse, tal vez porque se había olvidado de sí mismo o quizá nunca se había visto. Las experiencias vividas han motivado nuestra vida personal, profesional y espiritual, permitiendo empaparnos del mundo marista, pero sobre todo, nos han dado la oportunidad de conocer más nuestra esencia, reacciones, sentimientos y acciones.., como lo manifestó uno de nosotros ?Estoy tratando de ver el rostro de Dios en cada uno de mis compañeros?. Conforme pasaron los días nos sentimos en verdadera comunidad porque las sonrisas y abrazos ya no nos eran ajenos. Cuando asistíamos a las pláticas, las disfrutábamos sin saber cuándo se volverá a tener la oportunidad de conocer y escuchar el compartir de tantos hermanos maristas; tan es así, que llegamos a encontrar invaluable el tiempo en este lugar. La fe nos da la fuerza y fortaleza para unirnos en presencia de nuestro Padre Celestial. Algunos expresaron que han tenido un acercamiento muy intenso a Dios y a la Buena Madre dentro de sí mismos a través del canto, la oración, en las comidas y en los jardines; uno de nosotros nunca había sentido la presencia de Dios en su vida, pero al llegar a esta vivencia la pudo descubrir, sintiéndose cada vez mejor en los momentos de oración.FORMARME ha sido una oportunidad en nuestra vida para decirle a Dios te amo. Como María Santísima, modelo de esperanza, fe y humildad, compartimos la misión al estilo Champagnat de ver por los niños y jóvenes de nuestra comunidad, en especial por los menos favorecidos, evangelizando con nuestro ejemplo. Ha sido importante conocer que la obra de San Marcelino esté extendida en muchos corazones que comparten como nosotros la idea de una vida mejor, acompañados siempre por Jesús y La Buena Madre.Conocer a hermanos y laicos maristas que claramente viven la espiritualidad de nuestro fundador, nos ha convencido que la misión marista puede continuar. En algún momento alguien de nosotros dijo: ?Estamos aquí para dar vida y esperanza a nuestros niños, acompañarlos y guiarlos en su caminar?. Otro comentó: ?Quiero llevar este estilo de vida tan hermoso y lleno de ejemplos para aplicarlo a la vida cotidiana, en mi colegio, con mis compañeros, con mis alumnos, con mi familia, en mi otro trabajo y en donde me encuentre?. Como laicos maristas, FORMARME ha sido muy significativo, hemos descubierto la belleza e importancia de nuestra labor, misma que requiere de mayor compromiso por cada uno de quienes conformamos la comunidad y en general de la sociedad, para que se pueda mantener encendida la llama de la esperanza. Sabemos de antemano que es un trabajo arduo y que en ocasiones conlleva un gran sacrificio sin la obtención de una recompensa visible e inmediata, ya que estamos conscientes de la realidad en la que estamos inmersos… Cada uno tiene la opción de hacer su parte con humildad, sencillez y modestia. Hoy nos atrevemos a decir que esta oportunidad que Dios nos ha ofrecido es un parte aguas en nuestra vida, un antes y un después, un ahora que requiere de mayor preparación, ya que abrimos los ojos a una realidad que suena y se percibe alarmante. Finalmente, afirmamos que gracias a Dios Nuestro Señor, a la Santísima Virgen María, al padre Marcelino Champagnat y por supuesto al hermano Basilio, hoy adoptamos esta espiritualidad marista. _________________Por el Equipo base de FORMARMEH. Pablo G. Gómez PreciadoTlalpan, D. F., 5 de agosto de 2010