19 de noviembre de 2020 CAMERúN

Señales de esperanza para los jóvenes de la comunidad Tatum

Desde noviembre de 2016, el cielo se ha llenado de oraciones y súplicas de todo el mundo, dentro y fuera del país, para poner fin a la crisis sociopolítica en Camerún. Confiados en que el tiempo de Dios es siempre el mejor, los Hermanos de la Comunidad Tatum, la única comunidad sobreviviente en la región de habla inglesa de Camerún, ha asumido recientemente el desafío de hacer coincidir las oraciones con la acción. Cientos de jóvenes, sin medios para trasladarse a áreas más seguras para continuar su educación, que están varados en su aldea, han sido motivo de preocupación para todos los que miran hacia el futuro, que a menudo se dice que está en manos de los jóvenes. En este contexto, sin una intervención rápida, sigue siendo sombrío el futuro de los jóvenes y, de manera especial, el de las madres adolescentes y sus hijos.

Ante esta situación, los tres Hermanos de esta Comunidad asumieron el desafío de hacer algo ante estos casos desesperados, mientras se preparaba un nuevo año académico. En colaboración con los padres, se ha puesto en marcha una escuela informal con algunas aulas alrededor de la comunidad y el resto dentro de las instalaciones de la Misión. Se ha invitado asimismo a un equipo de profesores comprometidos a colaborar con los Hermanos y proporcionar educación holística de calidad a todos estos niños de primero a quinto año.

Con la ayuda de la oficina de FMSI en Roma, en un contexto de ayuda humanitaria de emergencia, los jóvenes de este programa han recibido hasta ahora algunos útiles escolares. Este es una gran ayuda sado que estos materiales se han vuelto muy escasos en Tatum debido a los bloqueos de las carreteras y el hecho de que los empresarios más destacados se han mudado. A medida que continúe el proceso de aprendizaje, se seguirá igualmente con la ayuda de alimentos y equipo sanitario.

Mientras invocamos la intercesión continua de María, seguimos buscando a los innumerables jóvenes desesperados y sus familias, víctimas de esta crisis sin sentido que ha paralizado todo. Este es nuestro orgullo como Maristas de Champagnat, no ceder a la desesperación, sino infundir esperanza en ellos para que crean que no todo está perdido.

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