Maristas en comunión

El camino vocacional del laicado marista permite ahondar la comunión laicos-hermanos. Esta comunión supone compartir el mismo seguimiento a Jesús, la misma radicalidad del evangelio, la misma fe, el mismo bautismo, el mismo carisma. La comunión se convierte en complementariedad vocacional, en enriquecimiento mutuo y en búsqueda conjunta de una mayor vitalidad del carisma para el mundo de hoy. Por esta dimensión de comunión la Institución marista viene identificada con referentes más amplios que los hermanos y las obras (Ser Laico Marista, p. 16)

La vocación laical marista y la vocación del hermano

Laicos y hermanos tenemos mucho más en común que de específico en nuestra vocación: unos y otros compartimos la belleza y los límites de la condición humana en este momento histórico, vivimos una misma vocación cristiana por el bautismo, y hemos sentido la llamada de Dios que nos atrae hacia el carisma marista.

Tenemos la certeza de que nuestras vocaciones respectivas se iluminan mutuamente. Así como vamos descubriendo quiénes somos al relacionarnos con los demás, la identidad específica de hermano y laico marista se clarifica y enriquece al compartir vida: espiritualidad, misión, formación (En torno a la misma Mesa 16-17).

Los hermanos nos ofrecen su forma propia de cultivar la espiritualidad, que nos anima a crecer juntos en la fe. El estado de vida del hermano es un signo profético especial para el mundo y los demás cristianos, que nos recuerda nuestra propia llamada a la radicalidad y pasión por Cristo.

Los laicos aportamos nuestra forma específica de vivir el carisma marista. Nuestra identidad no se reduce a ser colaboradores de los hermanos (En torno a la misma mesa 20-21)