2002: Decisión del Consejo General

Con las primeras Vísperas de la fiesta de nuestro Fundador, el 5 de junio, el Consejo General decidió la apertura de la causa del Hermano Basilio Rueda, nuestro Superior General de 1967 a 1985. Nació en México en 1924 y murió en el mismo país en 1996. Basilio fue toda su vida un hombre universal. Superior General durante un período turbulento de la iglesia , profeta y artesano de la vida religiosa del Vaticano II El unía el genio de la amistad, la atención a las personas, la mano generosa, la inteligencia penetrante e infatigable, el optimismo, el buen humor y fue uno de los más seguros maestros espirituales.

Con nosotros ha vivido los sufrimientos de nuestro mundo en una intimidad gozosa con Dios. El nos dice que amar a Cristo hoy , es posible y apasionante

Osservatore Romano – 04/08/2002
Hermano Basílio Rueda Guzmán, 1924-1996

El 5 de junio de 2002, el Consejo general de los Hermanos Maristas decidió abrir la causa del H. Basilio Rueda Guzmán, Superior general de la Congregación desde 1967 a 1985.
Hace poco, su Eminencia el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, Méjico, ha instituido el Tribunal diocesano para instruir la causa de canonización del H. Basilio. La ceremonia de apertura del Tribunal tendrá lugar el 19 de junio, en la Iglesia del Sagrario. El H. Basilio fue bautizado en esta iglesia, donde también hizo su primera comunión el 12 de diciembre de 1931, fecha del cuatro centésimo aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.

Solamente ocho años nos separan de la muerte del H. Basilio. Muchos de entre nosotros que le conocieron, se han sonreído al leer sus escritos, escucharon sus conferencias, participaron en alguno de los retiros que dio en nuestras provincias, acogieron por un momento su acompañamiento, se vieron confirmados en su entrega al Señor.

Basilio es un hombre de nuestro tiempo y amigo de los hombres de nuestro tiempo, como los cardenales Garrone, Pironio; los padres Arrupe, Urs von Baltasar, Lyonnet, Lombardi, Rotondi, Carlo Carretto, Roger Schutz, Kiko Argüello, Escrivà de Balaguer, don Alberione, Chiara Lubich, Marte Robin, René Voillaume, Mons. Alfred Ansel, Jean Vernier… Fue llamado a ser auditor del Sínodo de la familia en 1980, y allí se encontró frecuentemente con la Madre Teresa. Más tarde, en 1995, el Vaticano le nombró consultor para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada.

La santidad florece en nuestro entorno social y penetra en el corazón del mundo. Entre nuestros amigos algunos caminan por la avenida de las Beatitudes y nos dicen que la santidad es una realidad hoy en día. Juan Pablo II, en su libro: “¡Levantaos. Vamos”!, nos recuerda que la santidad está entre nosotros, no como “una clase de vida extraordinaria, posible solamente para algunos genios de la virtud, sino como el fruto del Espíritu Santo que está siempre trabajando en la variedad de nuestras vidas” (p.40).

Basilio es, al mismo tiempo, un hombre típicamente mejicano y un hombre universal. Nació en 1924 en Acatlan de Juárez, Jalisco, Méjico. Falleció en Guadalajara, Méjico, en 1996. Entre 1960 y 1985 corrió todos los caminos del mundo. Fue encargado del Movimiento para un Mundo Mejor en Ecuador desde 1960 y 1964. Su misión le condujo a Colombia, Venezuela, Chile, Perú y América Central. Siguieron dos años tranquilos en España como responsable del Segundo Noviciado de El Escorial. Elegido Superior general de los Hermanos Maristas en 1967, se reservó para sí la animación espiritual del Instituto. Esta preferencia le llevó a acercarse a los hermanos de Canadá, Australia, Japón, como también de Brasil, África, Europa, Estados Unidos, Argentina, Nueva Zelanda, Filipinas….las Islas del Pacífico y de Italia, donde muchas congregaciones religiosas solicitaban su presencia. Estaba de viaje constantemente para animar los retiros sobre el amor de Dios, la oración, las orientaciones del Concilio Vaticano II. Tenía el don de la amistad, la inteligencia para comprender los problemas. Durante la noche, sabía mantenerse ante Dios para radiar después la sabiduría que viene del Espíritu. La intimidad con Dios y la experiencia de los problemas humanos le permitían escribir circulares prácticas y místicas, llenas de luz y de entusiasmo, leídas y estudiadas por muchos institutos religiosos. Será Superior general durante 18 años. Fue un tiempo atormentado y exuberante que siguió al Concilio, período de demolición y de construcción, de muerte y de resurrección.
Al final de 1985 regresó a Méjico por un corto período de descanso. El H. Charles Howard, que le reemplazó como Superior general, le llama para que anime la sesión de formación de maestros de novicios, 1990-1991. Esta sesión se desarrolló en la casa del padre Rotondi, El Oasis, en las orillas del lago Albano, (Rocca di Papa), cerca de Roma. Cuando regresó a Méjico, fue para ser maestro de novicios. Fue desde este cargo que regresó al Padre el 21 de enero de 1996.

La decisión del Consejo general de abrir la causa del H. Basilio fue acompañada por un pequeño libro cuyo título sugestivo era: “Quiero despertar la Aurora”. Este título caracteriza el trabajo del H. Basilio: la voluntad de despertar la aurora con un nuevo estilo de vida consagrada y de hacer nacer religiosos para el mundo de hoy. Con otras personas, tuvo éxito al imprimir a la vida religiosa el giro que la centra sobre el Cristo Señor y la abre totalmente al hombre, al mundo y a la Iglesia de nuestro tiempo.

Dos ejes caracterizan su espiritualidad:
– La voluntad del Padre buscada con pasión, con la seguridad de que esta voluntad significa amor y vida. Durante los ejercicios espirituales de 1986, escribe: “en fin, continuar a hacer la voluntad de Dios el todo y el guía de mi vida, buscarla más activamente en vez de esperarla tranquilamente o de una manera indolente, esperando que ella se manifieste. Y ver en esta voluntad la ocasión de mostrar mi amor y mi don a Dios en vez de un escudo contra las decepciones o la temeridad”. Esta sumisión al Padre lo encontramos en el último mensaje que Basilio envía a sus amigos un mes antes de fallecer: “ Pongo todo en las manos de Cristo, entre las manos del Padre, y me encuentro en una paz profunda, en la acción de gracias y todo en la alabanza. Sé que no hay mejores manos que las de Dios: me he puesto en sus manos. Fue en esas manos que se puso el Jesús moribundo”.
La centralidad de Jesús: Basilio escribe en sus notas: Jesús es el amigo, el amado, mi Señor, el beso de Dios a la humanidad, lo que Dios puede llegar a ser para nosotros y nosotros para Dios… el gran misterio que vive en cada uno de nosotros”. En la oración tiene la intuición que toda la voluntad de Dios se expresa en Jesús: “Jesús es la voluntad de Dios “. Después de haber emprendido muchos esfuerzos para renovar la Congregación de los Hermanos Maristas y constatando que muchas iniciativas permanecían sin fruto, en la carta de 1978 confesaba a sus amigos: “Lentamente, Cristo, el buen Jesús, ha pasado al segundo plano y en ciertas ocasiones ha desaparecido, cuando en la realidad ÉL es la razón principal, la razón sublime por la cual vivimos y morimos. Es ÉL el origen de nuestra llamada, de nuestra fraternidad, de nuestra amistad … ÉL es nuestra salvación. Es tiempo de hacer todos nuestros esfuerzos para hacer de Jesús el centro de nuestra vida”. Ya en los primeros retiros a los Hermanos de Canadá, de España y de Brasil, en los años 1970, decía: “Cuando anuncias a Jesús resucitado te comprometes con Él, de manera que ante cualquier dilema entre Jesús y otra cosa te dejas desollar antes de renunciar a Él, todo se puede perder, incluso tu misma madre, pero nunca Jesús.” Copia con mayúsculas el consejo de su confesor: “No serán las encuestas, los congresos, las conferencias, los cursillos los que salvaran la Iglesia y el mundo de las crisis de hoy, sino los Santos, los hombres de Dios,… tu santidad personal, que Dios espera con ansia, esto es indispensable para tu Instituto”.

Como hombre de experiencia, puede afirmar: “Cuando el amor de Dios irrumpe en la vida, desencadena un tipo de amor que hace perder la medida de lo razonable y el amado se convierte en una disponibilidad total… Cuando uno se compromete una vez en el camino del amor, ya no hay posible vuelta atrás. La vida sólo vale la pena vivirla cuando se ama sin límites… Y después, hermanos, lo que profundamente nos da la paz, no consiste en que seamos buenos, sino más bien en el hecho de que somos amados con un amor eficaz e infalible… Dios nos ama, no hace más que amarnos y no puede menos que amarnos … Pero si hay alguna persona que tú excluyas de tu corazón, el amor en ti está muerto”.

La causa del H. Basilio Rueda concierne a la vida consagrada, clarifica y reconforta el corazón de la vida religiosa. Es preciosa también para todo el continente latinoAméricano. Los cristianos de ese continente encuentran en el H. Basilio el modelo de un hombre dinámico, inteligente, humano, apasionado de las últimas conquistas de la ciencia e íntegro cuando se dona a Dios, a la Iglesia y al hombre. Encontrarse con Basilio es encontrarse delante de un hombre que de un mismo impulso se apasiona por el conocimiento humano y se pone en adoración ante Dios.

Después de haber emitido sus primeros votos en 1944, hasta su último suspiro, el 21 de enero de 1996, su ideal ha sido siempre: “¡Quemar la vida por Cristo!”.

H. Giovanni Maria Bigotto
Postulador general