Algunos textos del H. Henri Vergès
A petición del H. Basilio Rueda, Superior general, Henri escribió una autobiografía, fechada el primer domingo de Adviento de 1978. He aquí el final:
HISTORIA DE AMOR
Unos diez años más tarde, Henri aceptó describir su itinerario espiritual: “En la casa del Islam”. Termina así:
Al celebrar el centenario de la llegada de los primeros Hermanos Maristas a Argelia (marzo de 1891), Henri ya llevaba diez años en ese lugar. He aquí algunos extractos:
· Nueva etapa este año: Bab-el-Oued, la Casbah… perdidos discretamente en el corazón de la multitud, henos aquí, Maria, cerca de los pobres, cerca de los jóvenes, humilde presencia que quiere ser siempre disponible, proyección de tu Hijo…Y con encuentros de VISITACIÓN. Magníficat.
· La biblioteca, esos más de mil jóvenes que acogemos .. esas decenas de miles que nos rodean…multitud aún impregnada de la fe, pero que duda de su futuro… juventud del tercer mundo, a veces desamparada… ¡Oh Madre, que podamos encender la esperanza en esos corazones jóvenes!
· El RIBAT, lazo de paz, ese grupo que nos acoge, deseoso de un acercamiento más espiritual del Islam y de los musulmanes, en la vida de cada día. Tú viajas con nosotros, María, a veces en la exaltación de esas maravillas que se cumplen en la base, signos proféticos en el espíritu de la fraternidad de Asís, a la que se abre la Iglesia de tu Hijo”.
Algunas anotaciones de Henri que traicionan su camino espiritual en su última etapa.
1986: año de arabización intensa. Clarisses, Argel, 22.03.1986.
Cuaresma 1988.
“Con la gracia del Señor, acompañado de la Virgen María:
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Calma, paz en presencia de Dios (sobre todo en el momento de oración).
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Bondad con los alumnos.
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Ayuno: en particular, sin postre en la cena.
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Aligerar cada día un poco nuestros “pertrechos”.
“Mi presencia en ese lugar, en ese momento, es solamente necesaria en la medida que Dios lo ha querido para mí y para mis hermanos. Como Jesús, estar totalmente disponible a la voluntad del Padre. Ser la pequeño flor que se abre allí donde el Señor la ha plantado o trasplantado en la tierra de los hombres, pero siempre regado por el agua de vida del Espíritu Santo. En todo y siempre ser un sí en y dentro del SÍ de Jesús, como la Virgen María” ( Escrito en Sour-el-Ghozlane, entre 1986 y 1988).
“Ser transparencia del Evangelio, transparente en el Evangelio. Ser una semilla oculta en la tierra de los hombres donde podrá brillar el fermento del Evangelio. Dejarme transformar un poco cada día por la Palabra viva del Evangelio: No dejarme debilitar por la desvitalización de la rutina, de la distracción, de la instalación en la comodidad. Que pueda hacer brotar constantemente, en mí, el hombre nuevo. Ser siempre más Palabra de Evangelio” (Ibid.).
“Que sea más verdadera una palabra que yo viva, que una palabra que yo diga. Aspirar siempre a una irradiación del ser” (Ibid.).
“Paciencia, perseverancia calmada y tranquila. Como el sembrador que confía su grano a la tierra y deja que el tiempo de Dios haga su trabajo. Actitud esencial para un educador, dado que yo no conozco el ritmo de desarrollo de cada joven. Dios me ha enviado sencillamente a sembrar el grano en el campo escogido por él: siembra en paz y deja que él cuide el crecimiento. Sin asombrarse de la presencia de la cruz, como en la vida de Jesús” (Ibid.).
“La semana de oración, con Jean-Marie, ha sido para mí una ocasión de conversión personal. Deduzco algunas convicciones: si el corazón desea a Dios, entonces la oración ha sido buena… Tener ese deseo en lo más profundo de uno mismo y pujarlo siempre más lejos. Cristo debe irradiarse por medio de nosotros. El 5º evangelio que todo el mundo puede leer, es el de nuestra vida” (Encuentro nº. 12 de Ribat, 31 de octubre a 2 de noviembre de 1984).
En Sourd-el-Ghozlane, Henri se interroga:
-. Porque me ha enviado Dios.
-. Porque hay un designio misterioso de Dios sobre el pueblo del Islam, un templo de su presencia donde me invita a entrar, una apertura recíproca que favorecer, un diálogo entre creyentes que promover, que desarrollar. Nuestros caminos hacia Dios no pueden sino converger. …
-. Porque mi vocación marista está especialmente adaptada a esta presencia escondida de humilde servicio, con fundaciones bien ancladas sobre las que descansa el futuro; en este país joven – nosotros que existimos para los jóvenes –, con María, ella también presente en el corazón del Islam”.