Carta del H. Spiridion Ndanga

Querido Hermano Provincial:

El Distrito marista de Ruanda vive todavía bajo los efectos de lo sucedido en Bugobe el día 31 de octubre de 1996. En efecto, querido H. Provincial, ¿cómo compren-der que ante una caridad sin límites y sin medida, se haya podido responder con el odio igualmente sin medida y sin fronteras?

Nuestros cuatro valientes Hermanos han dado testimonio de una caridad sin límites, entregándose sin regateos a la causa de los refugiados ruandeses, que no son ni españoles, ni blancos, ni europeos. Han sobrepasado todas esas barreras levantadas entre los hombres. Oyeron el clamor del pobre y decidieron estar junto a él. ¿No les bastaba sacrificarse por los jóvenes españoles?

Su corazón, grande como el mundo, voló en ayuda de los que corrían el riesgo de gritar sin ser oídos, esos aban-donados cuyo único valor es ser el lugar de encuentro en el que combaten ideologías de toda clase, estos pobres que no saben de política, pero que son las víctimas de los políticos que no piensan más que en sus propios intereses.

Han dado un verdadero ejemplo de acción humanitaria, que no retrocede ante ningún sacrificio, aunque sea el sacrificio de la vida.

Han dado muestras de haber comprendido el sentido de la misión marista: “En situaciones de persecución religiosa o de crisis social, permanecemos, a ser posible, en el país, por fidelidad a nuestra misión” (C 80). Han muerto como mártires, imitando a Jesucristo en el supremo acto de caridad.

Lo que han hecho nuestros Hermanos sobrepasa toda lógica. No eran ni ruandeses, ni “banyamulenges”, ni del bando contrario. No tenían motivación política ninguna, ¿Por qué matas a uno que no lucha contra ti? La violencia que les ha derribado es injusta y sin medida; sin fronteras, es un atentado a la vida. Que la sangre de nuestros Hermanos obtenga la conversión y el perdón de los verdugos; que obtenga la paz para el mundo entero y para la región de los Grandes Lagos en particular. Que su ejemplo nos estimule para amar hasta el don total de nuestras vidas…