Hermano Joche Albert Ly fusilado en Sichang

 

El 21 de abril de 1951 el hermano Joche Albert moría asesinado en Sichang (China). En este año en que se ha destacado la memoria de nuestros mártires y santos el aniversario de la muerte de Joche Albert nos vuelve a invitar a reavivar su recuerdo y lo mejor de sus vidas. Las circunstancias de la muerte del hermano Joche Albert coincidieron con años tormentosos de la historia de China en su larga marcha hacia los mejores días de que disfruta ahora. En cualquier caso, más allá de las circunstancias de su muerte, nos queda la seguridad de una vida entregada a Dios y al servicio de sus hermanos.

Hermano Joche-Albert, fusilado en Sichang, el 21 de abril de 1959.
Testimonio del Padre Carriquiry, Administrador de Sinchang, Párroco de la catedral de Singapur. – 29 de abril de 1959

El hermano Joche-Albert, hermano marista de origen chino, dirigía con mucho éxito el Colegio Católico de Sichang, cuando los comunistas ocuparon la ciudad el 26 de marzo de 1950, domingo de Pasión

Antes de la “Liberación”

A sus interlocutores, cristianos y paganos, el hermano Joche-Albert proclamaba la verdad sobre el comunismo, poniéndoles en guardia contra las mentiras y las tácticas que él había experimentado en Shantong. A los que le decían: “Atención, hermano Albert, cuando estén aquí, serás denunciado”, él respondía: “¡Poco me importa, es necesario que se sepa la verdad!” “Estoy dispuesto a hacer lo que decidan los superiores. Si debo quedarme y Dios lo quiere, estoy dispuesto a dar mi sangre por Él”

Después de la “Liberación”

Como director del colegio, redobló su celo para mantener el espíritu cristiano en la Institución, y tuvo éxito. 
Sometido a la reeducación con todo el grupo de profesores, él fue un modelo de regularidad y de renuncia, pero también contradictor terrible y hábil cuando tenía que defender a Dios y a la Iglesia. Sus amigos también le decían: “¡Atención…hermano Albert!…” Y su respuesta era la misma.

Al servicio de la diócesis

La administración diocesana se encontraba con nuevos y difíciles problemas. Se recurría a su experiencia, entusiasmo y habilidad; varias veces se dedicó a ser el representante del obispo ante las autoridades; nunca rechazó su cooperación; nunca dudó en comprometerse.

Resultado
Parece que muy pront

, los comunistas, bien informados, comprendieron el valor del hermano Joche-Albert y vieron en él un adversario temible: Era el hombre a ganar o a suprimir.

Las tres Autonomías

El 14 de diciembre (creo), de 1950, el hermano Joche-Albert fue convocado al Pretorio en compañía de otro hermano y de un seglar, el Presidente de la Acción Católica. Era para suscribir el manifiesto de las Tres Autonomías. El hermano Albert tomó la palabra. Fue un rechazo cortés, pero categórico y definitivo. 
Esta entrevista debió decidir su suerte. Era evidente que el hermano Albert sería difícil, mejor dicho, imposible de ganar. Fue encarcelado unas semanas después, el 6 de enero de 1951, por complot contra el estado.

En prisión

En general las prisiones comunistas eran herméticas, y se filtraban pocas noticias. Sin embargo, he aquí el precioso testimonio de un joven protestante detenido durante un tiempo en la misma prisión: “El hermano Albert era extremadamente caritativo. Compartía todo lo que tenía: ropa de repuesto y la comida. Se contentaba con casi nada”. Y, apoyando estas palabras, mostraba el hábito que llevaba…limosna del preso.

Última entrevista. Último mensaje

Con ocasión del nuevo año chino, el 12 de febrero (creo), se me permitió ir a verle y hablarle durante unos minutos delante de sus guardianes. Recibió la absolución y la Santa Comunión. Parecía embelesado. Sus últimas palabras fueron: “Dile al Sr. Obispo, a los Padres, a las Hermanas y a los Hermanos, que pienso en ellos.” Era una promesa de fidelidad, quizás de intercesión. Poco antes de su muerte se recibió un pedazo de cartón sobre el que había escrito: “No olvido a Dios…” Éste fue su último mensaje.

El martirio

No compareció en público como muchos otros, porque se temía mucho su dialéctica. Se multiplicaban reuniones sobre él, pero sin él. Éstas concluían siempre con estas palabras: “¡Traidor a su patria. Merece la muerte!”
Fue fusilado, con otros compañeros, el 21 de abril, cerca de la muralla de Sichang.

Odio a la fe

Es imposible encontrar otra razón para el martirio del hermano Albert. La historia del complot era inverosímil y nadie la creyó. El testimonio de un detenido con él, su amigo, (fusilado también con él), fue, como se sabe, conseguido por la tortura. En cuanto a los otros testimonios en el mismo sentido, he aquí un hecho que ilustra su verdadero valor. Al salir de una reunión durante la cual había acusado violentamente al hermano Albert, un pobre hombre de Sichang preguntaba a un amigo católico: “¿Pero….quién es el hermano Albert?”. El otro, sorprendido, le preguntó: “¿Acabas de testimoniar contra él y no le conoces?” El falso testigo dijo: “No, todo lo que he dicho contra él me ha sido dictado por los comunistas, a pesar mío”.

La verdadera razón

Para los comunistas, el hermano Albert era el más inteligente y el más ardiente de todos los católicos de Sichang. Encarnaba la fe y la resistencia católica. Eliminarle sería eliminar esa fe y esa resistencia. He aquí otra prueba. “Después de mi arresto, espías comunistas venían a verme, insinuando simpatía por la diócesis privada de un jefe tan importante”. Otro hecho: poco después de su arresto se comienza a hablar de las Tres Autonomías, y sobre todo después de su ejecución. 
Durante su cautiverio, ¿se le habló de las Tres Autonomías? ¿Le hicieron más proposiciones con promesas y amenazas? Es probable. Lo contrario sería sorprendente. En todo caso, lo que es evidente es que el hermano Albert permaneció fiel hasta la muerte.

Conclusión

Espero que esta corta relación haya demostrado que el hermano Albert, a pesar del conocimiento que tenía del peligro, permaneció fiel en su puesto al servicio de la Iglesia. Fue fiel a la Verdad, fiel a Dios. Había aceptado con anterioridad derramar su sangre por Dios.

Para terminar, el que suscribe, Philippe Carriquiry, de las Misiones Extrajeras de París, Misionero de Sichang, Vicario general en el momento de los sucesos, dice: declaro en conciencia y con convicción sincera y circunstanciada, establecida por los hechos narrados arriba, de los cuales fui testigo cercano, que el hermano Albert fue fusilado en Sichang, el 21 de abril de 1950. Y fue fusilado por odio a la fe.

Dado en Singapur, el 19 de abril de 1959.
Ph. Carriquiry, Administrador de Sichang,
Párroco de la catedral de Singapur.

El que suscribe, René Girard, de las Misiones Extrajeras de París, Canciller del Arzobispado de Malaca-Singapur, declaro y certifico que el presente escrito ha sido redactado en Singapur por el que lo firma, y cuyo nombre figura arriba.

René Girard, Canciller, 22 de abril de 1959.

El original de este escrito ha sido enviado al hermano Alessandro, procurador general ante la Santa Sede, el 23 de Abril de 1959, para servir a la causa de beatificación del hermano Joche-Albert.

Hermano André Gabriel, Provincial.


Sugerencias para una oración
Servirse, como texto de oración de la carta anterior, dejando tiempos de silencio y reflexión.
Comenzar con un canto de alabanza a Dios.
Después de la lectura del martirio del hermano Joche Albert elegir un canto que celebre el señorío de cristo o uno de los himnos del oficio de mártires.
Al final de la lectura del texto, si hay tiempo, hacer echo de lo leído y compartir una oración espontánea.
Concluir con el canto Salve regina o bien otro canto mariano apropiado.


El Padre Philippe Carriquiry, de las Misiones Extranjeras de París, era el Vicario general, después el administrador de la diócesis de Sinchang, cuando el H. Joche-Albert fue fusilado. Había un segundo Vicario general, el Padre Favier du Noyer, de quien hemos recibido también una carta de testimonio sobre el H. Joche-Albert. En aquel entonces el Obispo era Mon. Baudry, anciano y casi ciego.