Mártires de China

A veces se pregunta: ¿Qué sucede con nuestros hermanos que fueron asesinados en Pekín en el año 1900, durante la revolución de los Bóxers? ¿Por qué no son santos mientras que los franciscanos asesinados en las mismas circunstancias han sido ya canonizados?

Cuando hablamos de este grupo de hermanos, se trata precisamente de los siguientes hermanos:
H. Jules André Brun, Visitador, 37 años, asesinado el 12 de agosto de 1900;
H. Joseph Félicité Planche, director del orfelinato, 28 años, asesinado el 18 de julio de 1900;
H. Joseph Maria Odon, hermano chino, 26 años, asesinado en Chala, el 17 de junio de 1900,
Postulante Paul Jen, asesinado en Chala, el 17 de junio de 1900.

(Hay que distinguir este grupo de los hermanos que serán asesinados en 1906 en Nanchang en un contexto muy diferente: los hermanos Léon, Louis Maurice, Prosper Victor, Joseph Amphien y Marius.)

Estos hermanos de Pekín fueron asesinados por los Bóxers, al mismo tiempo que cuatro Padres Lazaristas y una gran multitud de cristianos chinos.

El proceso diocesano de este grupo de mártires comenzó en Pekín el 1º de enero de 1913 y terminó el 28 de mayo de 1935. Dos copias de los actos del proceso diocesano fueron enviadas a Roma. La primera copia se llama el Transumptum y habitualmente queda en el Vaticano; la segunda copia se llama Copia Pubblica y se devuelve a la congregación religiosa que es responsable de la causa: los Padres Lazaristas.

Esta Copia Pubblica se había perdido y aparentemente no había sido nunca devuelta a la Congregación de los Lazaristas. No disponiendo de documentos del Proceso diocesano (los Lazaristas y nosotros Maristas) hemos olvidado a estos mártires.

Pero últimamente, el nuevo Postulador de los Padres Lazaristas ha podido encontrar el Transumptum, la primera copia de los actos del proceso diocesano. Ésta se encontraba en los archivos del Vaticano. Los responsables de los archivos tuvieron a bien hacer un CD con todos los documentos: 1500 páginas, manuscritas y en latín. Habrá que digitalizar estas 1500 páginas, traducirlas en un idioma actual: francés o italiano y hacer reconocer el trabajo por la Congregación para las causas de los santos como la Copia Pubblica. Después de esto comienza la fase romana del proceso.

Este grupo de mártires va en el estilo de los santos que buscamos hoy: alrededor de los cuatro Padres Lazaristas y de los cuatro Hermanos Maristas, hay un gran número de cristianos de la joven Iglesia de China, cientos de hombres y mujeres de todas las categorías y de todas las edades. La diferencia de edades va desde los 77 años a los 2 años: fueron exterminadas familias enteras.

Sin duda, el movimiento de los Bóxers fue un movimiento patriótico, a favor de una China totalmente independiente. Hay una dimensión política en todo esto. Pero son raros los casos de mártires en los que no hay una dimensión política: la razón oficial de la condenación a muerte del Señor fue política: él se hizo Rey: “Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos”. Los cristianos chinos que apostataban, salvaban sus vidas, los otros que no renunciaban a Cristo eran masacrados.

El descubrimiento del Transumptum nos permite esperar la apertura de la fase romana en la que los testimonios, los documentos, los escritos, el contexto histórico y las razones del martirio van a ser estudiadas por los teólogos… Es una fase larga pero posible porque ahora tenemos los documentos. Los primeros responsables de esta causa son los Padres Lazaristas, pero nosotros vamos a colaborar con ellos.

Carta que pedía la apertura de la causa:

Entre los documentos de este grupo de mártires, tenemos una carta de 1912 de un hermano de China, el hermano Antonin, que pide al Reverendo Hermano Stratonique, abrir la causa. Es interesante conocer el contenido:

Shanghai, 17 de mayo de 1912

Muy Reverendo Hermano:

Cuando partí para la China, hace tres años, usted tuvo a bien darme una carta que debía servirme de presentación ante Monseñor Ferrant, en el caso de que fuera posible abrir la cause de los Hermanos de Nanchang (1906). Usted sabe cuál ha sido el resultado de mis trámites ante Monseñor; le he escrito acerca de ellos, el mes de octubre de 1909, si mi memoria es fiel.

Hoy, mi Reverendo Hermano, me dirijo a usted para hablarle no de nuestros hermanos mártires de Nanchang sino de los de Pekín, de 1900: los queridos hermanos Jules André, Joseph Félicité, Joseph Marie Odon y el postulante Paul Jen.

Es vuestra circular la que me ha motivado a dirigirme ahora a usted, Reverendo Hermano. La lectura del informe hecho sobre la causa del querido hermano François me ha animado en un pensamiento que me persigue desde hace mucho tiempo, y al cual, me parece que debo seguir: la introducción, si los Superiores son favorables a ello, de la causa de nuestros mártires de Pekín.

Dado que estoy poco informado sobre una cuestión tan nueva para mí, he consultado a un Reverendo Padre Jesuita que tiene una gran experiencia en esta materia, habiendo sido postulador de más de diez causas. El buen Padre no sólo me ha animado, sino que además me ha dado algunas informaciones sobre el procedimiento. Me ha dicho igualmente que la causa de los Padres Jesuitas, asesinados en Tcheli Sud Est, en 1900, había sido probablemente ya introducida, y que él no veía ninguna razón para que la de los Hermanos no fuera también introducida, al contrario. Finalmente me dijo que para él (y él tiene mucha experiencia en esta materia), no había ninguna duda sobre el martirio (quiero decir el martirio de nuestros hermanos de Pekín).

Si es así Mi Reverendo Hermano, me parece que la causa es buena.

Como información importante, el Padre Rossi (Príncipe Rossi) me ha dicho lo siguiente: es suficiente que vuestro Superior General presente ante la Congregación de Ritos la petición de un postulador de la causa. Este postulador, si se lo escoge dentro de Europa, designará en China a un vice-postulador que hará todos los trámites necesarios, y este vice-postulador puede ser un Hermano.

Esta es, mi Reverendo Hermano, el tema importante del que quería hablarle hoy.

Los hermanos que han conocido a los hermanos Jules André y Joseph Félicité tienen hacia ellos la más grande veneración y los estiman como santos. Monseñor Tiberguien, de paso por Pekín, ha querido arrodillarse ante la tumba de estos hermanos y nos ha recomendado comenzar su proceso sin más tardar; es mucho más fácil cuando todavía hay testigos.

Con toda simplicidad, mi Reverendo Hermano, someto a vuestro juicio el asunto expuesto anteriormente. Con la confianza de que todo tendrá un feliz resultado,
Lo saluda,
Mi Reverendo Hermano,
Vuestro muy humilde y obediente servidor
Hermano Antonin

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H. Giovanni Bigotto