
Una auténtica manifestación de fe
Por una feliz coincidencia pasé el Domingo de Ramos en Antsirabé, Madagascar. Me fui a esta ciudad con el H. Kalisa para animar un retiro-seminario durante la Semana Santa, sobre el tema ?liderazgo comunitario?.
Y por una feliz equivocación, también fui a la celebración de Ramos de la parroquia, pensando que todo se haría en francés. Fue todo en malgache. Después de algunas dudas, decidí quedarme. En el lenguaje de la fe comprendemos cualquier lengua. Siempre podemos cantar las alabanzas del Señor y darle gracias con el pueblo que nos acoge, en su lengua y en su cultura.
Creo que ya hace un par de años que no vivía una ceremonia tan rica y espontánea del Domingo de Ramos. Fue una auténtica manifestación de fe. La procesión empezó a unos tres Km. de nuestro Centro, hasta llegar a la iglesia parroquial. La multitud, que formaba un cordón de unos 500 m., cantaba siempre con gran entusiasmo. Los gestos con los ramos acompañaban el canto, con una alegría que se manifestaba en la alabanza al Señor. Acostumbrado a pequeñas procesiones que apenas dan la vuelta a la iglesia, pensé que ésta debía ser muy semejante a la que acogió al Señor en Jerusalén. Yo era el único ?occidental? en esta manifestación de fe, pero no me sentía extranjero. Es cierto que en la Iglesia no existen extranjeros, que la fe hermana en un mismo sentimiento y en una misma alabanza a los discípulos del Señor. La fe salva las distancias y fecunda todas las culturas.
La procesión terminó en la iglesia parroquial de los Trinitarios. Estaba completamente llena y resultó pequeña para acoger a tamaña multitud. Y el pueblo continuaba cantando. Al pueblo malgache le gusta mucho cantar. Me integré en medio de este pueblo y casi no me di cuenta del momento en que llegamos a la iglesia. Pensé que la misa sería más rápida. Duró casi dos horas -tres contando toda la celebración. A pesar de no encontrar la ceremonia larga, hacia el final de la misma no resistí a la tentación de mirar el reloj. Y cuando todo parecía acabado, empezaba otro canto? Durante todo este tiempo sólo comprendí tres palabras: ?Yesu, Kristy y Amén?. El lenguaje de la fe va más allá del conocimiento y no dejé de vivir una eucaristía que me llegó al corazón. La fe sencilla, pero verdadera, de esta gente fortaleció y consolido mi propia fe.
Después de esta celebración, sumergido en la alegría y la comunión que se realizó entre este pueblo que me acogía y yo, llegué a pensar incluso que las conferencias que había preparado ?sabiamente? para este retiro de Semana Santa no eran más que paja. Me gustaría animar un retiro donde se viera toda esta vida que había experimentado en la procesión de Ramos, en esta eucaristía que ya nos introdujo en los misterios de la Semana Santa. A las conferencias, por bien preparadas que estén, puede faltarles la vida y el entusiasmo de una celebración que viene de las profundidades del corazón. Incluso así, resistí a la tentación de destruirlas, porque el Espíritu Santo puede hacer de esta ?paja? un buen alimento que fortalezca y construya la comunión. Tal era mi oración cuando regresaba a casa, después de esas tres horas y media de oración, entre vibrantes hosannas y ramos de fiesta que acogían al Salvador. ¡Bienaventurado pueblo que sabe así evangelizar a sus visitantes!
________________
Teófilo Minga, fms
Antsirabé, 4 de abril de 2009