14 de junio de 2010 CASA GENERAL

VII grupo ad gentes

El 15 de Junio empieza, en Davao, Filipinas, el curso de formación para el 7º grupo ad gentes. En esta ocasión el Coordinador del proyecto ad gentes, H. Teófilo Minga, escribió un mensaje para todo el grupo.

?Queridos hermanos Javier, José, Santiago, Gustavo, Ignace,
Queridos amigos laicos Abel, Christine, Neiva, Rosana, Agnes, Alice y Manuel

Un saludo muy cordial y marista, para todos ustedes, en este día de la fiesta del P. Champagnat. Aquí en Italia es también el día de la fiesta del Corpus Christi.

Hace algunos días, en mi meditación, tuve la idea de escribirles un pequeño mensaje para el comienzo del curso. Me ha sido imposible escribir un mensaje más largo, como lo hubiera deseado, a partir de mis últimas meditaciones, que de un modo u otro, estaban en relación con Ad Gentes. Estas meditaciones están inspiradas principalmente en la liturgia de la Palabra de cada día. Y quiero hacerles llegar este mensaje, porque ustedes están constantemente en mis oraciones y en mi amistad.

Es un mensaje en tres etapas.

1. Transformarse en pan para los otros

La fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo puede inspirar estas reflexiones. Por lo demás, si se acuerdan, el día del retiro en Manila, hemos tratado este tema, con el grupo que se encontraba allí en ese momento: « Transformarse en pan para los otros ». Además de las reflexiones hechas aquel día, yo quisiera dar hoy a esta reflexión, una nota bíblica.

Recordemos, sin embargo, antes de entrar en la reflexión bíblica, el nº 107 de nuestro libro de espiritualidad ?Agua de la Roca?. Este número resume admirablemente la dimensión de servicio a nuestros hermanos y hermanas, a partir de las ?comunidades de misión?. Una comunidad de misión es una comunidad que se alimenta del pan del cielo, para convertirse en pan de vida para los demás, aquí y ahora. Dice así:

?La vida en común nos apoya y nos desafía a ser una comunidad de misión. Escuchamos las llamadas de Dios que fluyen a través de nuestra vida compartida, y juntos discernimos nuestra respuesta. Fundados en una común confianza en Dios, ofrecemos nuestras vidas en servicio. En el apostolado, al igual que Jesús, nos partimos y nos damos a nuestros hermanos y hermanas. Verdaderamente somos pan de vida para los demás, como Jesús lo ha sido para nosotros?.

El pan eucarístico no se agota jamás. Lucas nos dice que Jesús, después de haber hablado a la multitud sobre el reino de Dios y de haber curado a los enfermos, no quiere despedir a la gente con hambre. Y multiplica los panes y los peces (Lc 9,11b-17). Este primer milagro de los panes, es para Juan un ?signo? claro de la Eucaristía (Jn 6).

En esta perspectiva eucarística, Jesús sacia a una multitud que estaba hambrienta y nos dice lo mismo que dijo entonces: ?Hagan esto en memoria mía?. Así, la preocupación respecto al hambre que aflige a una gran parte de la humanidad y la necesidad de luchar contra el hambre, son elementos constitutivos de toda celebración eucarística.

Ya las primeras comunidades cristianas – a petición de los apóstoles (cf. 1 Co 16,1-4; 2 Co 8-9; Rm 15, 25-28) – tenían la costumbre de recoger bienes y dinero para los pobres durante la celebración eucarística. Sin embargo, no debemos olvidar que ?el hambre de los hombres? no es solamente un hambre de pan. El pan es simplemente el símbolo que apunta hacia ?el hambre de Dios? en el mundo contemporáneo, en el mundo muy concreto de ?Ad Gentes?.

¿Cómo podré yo (nombre?) transformarme en pan para los otros en este momento en el que me ofrezco para la misión Ad Gentes?

2. Promover y dar la vida

Cuando yo estaba en Nairobi, tenía la costumbre de visitar cada cierto tiempo, una comunidad de hermanas de San Camilo brasileñas que tenían una clínica y una maternidad no lejos de nuestro centro, en la ciudad de Ongata Rongai (el hermano Antoine conoce seguramente esta ciudad). Casi todas las hermanas eran de Nova Prata, Porto Alegre o Nova Hamburgo ciudades del Estado de Rio Grande do Sul. Para mí, era una buena ocasión para hablar portugués, para tomar el ?chimarrão? (bebida brasileña), seguido de una comida más ?brasileña? y terminar con un buen momento de oración compartida. La hermana Pierina, maestra de novicias, me encantaba por su sonrisa y su profundidad espiritual. Todavía hoy, cuando paso por Nairobi, no dejo de hacerle una visita.

Un día, no la encontré con su sonrisa habitual. La vi muy conmovida, casi hasta con lágrimas. Sabiendo que esto no era normal, le pregunté: ?Pierina, ¿qué sucede?? Algunas lágrimas más, apenas contenidas, rodaban por las mejillas. Entonces, abrazándome, me da la respuesta entre el dolor y la emoción: ?Teófilo, hoy han abandonado a dos niños más, en el umbral de nuestra maternidad.? El hecho no era ni raro ni nuevo; en efecto, visitando la maternidad, vi que allí tenían unos veinte niños que habían sido abandonados.

Miro a los niños que están alrededor, después miro a Pierina en los ojos, y exclamo entre la curiosidad y la duda: « ¿Y entonces?? ». Por un momento, ella se quedó en silencio, después me miró fijamente con la profundidad de su mirada, y me dijo: « Entonces? somos nosotras (las hermanas) las verdaderas madres de estos niños. » Nunca olvidé esa respuesta de Pierina: las hermanas sin haber engendrado a nadie, eran verdaderas madres. Es verdad. De vuelta al Centro me quedé pensando en las palabras de Pierina. Ellas son las auténticas madres. Muchas mujeres engendran hijos; algunas (solteras o no), y también parejas, hombres y mujeres, a causa del amor de Dios que los habita, tienen la capacidad de regenerar la humanidad, para crear una humanidad nueva y tienen la capacidad de reconstruir completamente vidas heridas o incluso destruidas.

Ustedes, hermanos y laicos, en la misión Ad Gentes, están en este grupo que se toma en serio la regeneración de la humanidad: ustedes serán los promotores de la vida, a menudo maltratada, descuidada o simplemente abandonada en el umbral de una maternidad.

¿Cómo me veo yo a mí mismo (nombre?) promoviendo la vida ahora en Davao y en mi futura misión, a la que Dios me enviará próximamente?

3. Un corazón enamorado de Jesús para anunciar el Evangelio

Sin duda, se han dado cuenta que la Iglesia a lo largo de esta Pascua de « 50 días » que va desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés, nos propone la lectura de pasajes de los Hechos de los Apóstoles y del Evangelio de Juan.

En la meditación que hago habitualmente de los textos del día, a menudo ante el Santísimo, me descubrí a mí mismo pensando en ustedes. Los textos de los Hechos de los Apóstoles (primera lectura) nos relatan a menudo la crónica de las aventuras misioneras de san Pablo. ¿No es él nuestro protector, el maestro y apóstol indiscutible de la misión Ad Gentes? (Cf. Hch 22, 21).

Prácticamente todos los textos podrían ser puestos en relación con la situación de ustedes en Davao y en los futuros territorios de misión y de apostolado. Elijo dos:

3.1 La primera lectura del día 18 de mayo: Hch 20, 17-27

Es la despedida de Pablo de los ancianos de Éfeso. Es un texto de una gran ternura en el que Pablo afirma haber servido al Señor ?con toda humildad y lágrimas y en medio de sufrimientos? (v. 19). ¿No podría ser éste el camino por el que deberán servir al Señor? Si ha sido así para Pablo, así puede ser también para los apóstoles de hoy. En muchos aspectos, ustedes son pioneros en el camino Ad Gentes. Y el pionero, en particular, (pero también todo misionero, en general) deberá afrontar numerosas dificultades.

Pero lo que quiero subrayar aquí es el compromiso de san Pablo para proclamar el Evangelio más allá de las fronteras de la Palestina, es decir, más allá del mundo judío; y habla de su predicación a los griegos (v. 21). Pablo estaba entonces en plena misión Ad Gentes. Y se entrega totalmente al Evangelio ?obedeciendo al Espíritu? (v. 22). Es en el Espíritu de Dios en donde encuentra la fuerza, a pesar de su fragilidad. A menudo me conmuevo con la lectura y meditación de estos textos. Se trata de una fuerza espiritual extraordinaria (animada por el Espíritu) del apóstol. ¡Qué bueno sería si el grupo Ad Gentes ?Davao 2010? tuviese la misma pasión, tanto por el Evangelio como por Cristo! Esta página nos recuerda que sólo un corazón enamorado de Dios estará dispuesto a sufrir por él. Él nos dice también que todo apostolado Ad Gentes debe ser alimentado por una gran pasión por Dios y por un fuego interior (el celo apostólico) que nos conduce al encuentro de nuestros hermanos y hermanas.

3.2 La primera lectura del día 20 de mayo: Hch 22, 30; 23,6-11.

Esta lectura es el contexto en el cual san Pablo es enviado hacia las naciones paganas (Ad Gentes: ver Hechos 22,21). El versículo 23,11 (la última lectura) es claro y es lo que yo llamo un típico versículo Ad Gentes: El Señor dice a Pablo: ?¡Ánimo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma?.

La misión Ad Gentes es siempre una misión « más allá de las fronteras ». Y dentro de tres meses será también el Señor mismo, a través de las mediaciones apropiadas, quien les dirá a ustedes: « ¡Ánimo? (Nombre?), pues como has dado testimonio de mí en tu país, así quiero que lo hagas también en Tailandia, Camboya, Vietnam, India, Bangladesh …! ». Y Cristo puede aún decir a cada uno en particular, con una voz llena de afecto, lo que dice a menudo en el Evangelio: ?No temas? Yo estoy contigo?. Y ustedes oirán este nombre, porque Jesús los ama sobremanera, a cada uno en particular. Yo estoy verdaderamente convencido de que Él debe estar muy feliz por ustedes, gracias a su generosidad y a su respuesta a la llamada. Ustedes son la alegría de Dios.

Lo interesante en este texto es que la misión Ad Gentes de Pablo a Roma, es consecuencia de una situación bastante anormal. En la imposibilidad de ser procesado en Jerusalén, será llevado a Roma para ser juzgado allí. Luego, ya en la capital imperial, comenzará a predicar el Evangelio hasta los últimos días de su vida. ¡Qué grande es Pablo, que no teme ni la vida ni la muerte, ni la persecución ni el sufrimiento: ni nada ni nadie podrá hacerlo callar!¡El anuncio del Evangelio se hace a tiempo y a destiempo!

Ésta es la enseñanza que sacamos, y ella debe animarlos también en los momentos más difíciles: a partir de una persecución es cuando los apóstoles se dispersan; y como consecuencia, ellos anuncian el Evangelio, fuera del área del judaísmo. En el caso de Pablo, por su arresto y por su deportación a Roma, el Evangelio va a ?proyectarse? por todo el Imperio. Esto mismo ha sucedido también en otros momentos de la historia. Con otras palabras, si tenemos confianza en el Señor (y ciertamente la tenemos), aún de los acontecimiento más dramáticos y más negativos de la existencia, puede surgir la ocasión de predicar el evangelio, en lugares en los que no habíamos ni soñado. De un acontecimiento, a primera vista oscuro y doloroso, puede surgir la luz y el gozo.

¿Cuál es mi pasión por el Evangelio? Mi corazón ¿está enamorado de Dios, y de modo concreto, enamorado de este proyecto Ad Gentes en particular? ¿Siento cerca de mí, la presencia de Jesús que me alienta, que me da fuerza, aún en las situaciones más difíciles a las cuales podré verme confrontado?

Mis queridos amigos, en este día de la celebración de nuestro Fundador, les deseo que tengan el mismo celo de Pablo, el mismo celo de Champagnat. No dejen que se apague la llama del amor a Dios y del amor al prójimo, que los ha llevado a este proyecto de misión Ad Gentes. Al contrario, que esta llama esté siempre encendida para que otros, cada vez más, puedan beneficiarse de esta luz y de su calor.

Los saludo en la amistad y el afecto fraterno,
Su hermano,

Teófilo Minga
Roma, a 6 de junio de 2010 – Fiesta del Padre Champagnat

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