Voluntariado y Misión

Voluntariado Marista

El último Capítulo General (2017) hizo esta declaración: «el futuro del carisma se basará en una comunión de maristas, hermanos y laicos plenamente comprometidos». Somos una «familia carismática global», creadores de hogares que son faros de esperanza, que son el rostro y las manos de la tierna misericordia de Dios, hermanos y hermanas para todos, constructores de puentes, que caminan con niños y jóvenes al margen de la vida, respondiendo audazmente a las necesidades emergentes. El H. Superior General, Ernesto Sánchez, tituló su mensaje final: «¡El nuevo comienzo ya ha comenzado!».

Siguiendo los pasos de María en la Visitación (Lc 1,39-56) estamos interpelados a movernos rápidamente hacia la región montañosa. En la montaña vive el pobre y es el lugar donde Dios se manifiesta. Y Dios se manifiesta en el pobre, en el que necesita nuestro servicio. Ir a la montaña como María para la persona voluntaria supone salir de su zona de confort, correr riesgos y aceptar la novedad por estar en un ambiente nuevo / diferente. La actitud del Voluntario/a, como María en las Bodas de Caná (Jn 2,1-12) exige sensibilidad y atención para percibir la necesidad de los demás, la capacidad de tomar iniciativas en la resolución de problemas o necesidades y tener la confianza de que Jesucristo se hace presente. Seguirle a Él da coraje y anima a no quedarse de brazos cruzados.

Desde los inicios del Instituto, Marcelino Champagnat deseó que los Hermanitos de María estuvieran dispuestos a ir a todas las diócesis del mundo. El desafío de la internacionalidad se remonta a los orígenes. Nuestra misión más allá de las fronteras, a veces, se dio por circunstancias históricas (en 1903 los maristas fueron expulsados de Francia, y así inició la diáspora marista) o por desafíos institucionales o eclesiales, que invitan a los maristas de Champagnat a mirar más allá de los muros personales e institucionales. Así nació el Proyecto Misión ad Gentes, hoy Distrito Marista de Asia, los Proyectos Fratelli, en el Libano, y Solidaridad con Sudán del Sur, la Iniciativa Lavalla200: Comunidades Internacionales para un nuevo comienzo. En fin, a lo largo de la historia, hemos tratado de responder al actual llamamiento del Papa Francisco de cultivar la Cultura del Encuentro.

Como maristas, se nos invita a abrir nuestras mentes y corazones para desarrollar la cultura de la solidaridad en todos los espacios de misión. El voluntariado es una manera concreta de colaborar en la misión marista en la construcción de esa cultura.

¿Qué es el voluntariado?

En cada país tenemos una legislación específica que regula la práctica del voluntariado. Por ejemplo, en Brasil “se considera servicio voluntario la actividad no remunerada prestada por una persona física a una entidad pública de cualquier naturaleza o a una institución privada sin fines de lucro que tenga objetivos cívicos, culturales, educativos, científicos, recreativos o de asistencia a la persona. El servicio voluntario no genera vínculo laboral, ni obligación de cotizar a la Seguridad social u otra obligación afín. (Ley 9.608).

Nosotros, los maristas, consideramos voluntarios a los Hermanos y laicos Maristas que libremente ofrecen su presencia y sus servicios en uno de los ochenta países del mundo donde el Instituto está presente, dedicando su tiempo y aportando sus capacidades. En ese sentido, el voluntariado es un instrumento eficaz para construir relaciones constructivas y conexiones entre naciones y entre culturas; es una herramienta poderosa para compartir conocimientos, habilidades y valores, contribuyendo significativamente a la disminución de la pobreza.

La colaboración y la subsidiariedad son fundamentales para que el voluntario pueda desarrollar su misión. Todas las partes involucradas (quien envía a la misión, quien recibe y el propio voluntario) deben estar conectadas y sintonizadas, con funciones y acuerdos bien definidos. Voluntariado no es para aventureros y no puede ser fruto de la improvisación.

El Voluntariado contribuye a la construcción de la Cultura del Encuentro mediante la colaboración y el establecimiento de interconexiones en todos los niveles: INTER-municipal, INTER-estatal, INTER-nacional, INTER-generacional, INTER-cultural, INTER-congregacional e INTER-institucional. El Bien Común, por encima de la individualidad, es la característica del voluntariado. El voluntario sale de su ambiente y va a otras tierras preocupado por la dignidad humana y los derechos individuales de cada persona y los colectivos (grupo o pueblo).

¿Por qué ser Voluntario?

Mucho podríamos hablar sobre este tema. Destaco algunos elementos o razones que considero importantes:

  1. La persona voluntaria tendrá una experiencia en el mundo real, diverso de su entorno, ya sea geográfico, económico, social, cultural, racial… Esta experiencia personal dejará huella en su vida y, con toda seguridad, en la vida de aquellos que se benefician su acción.
  2. El Voluntario está llamado a marcar la diferencia en el contexto en el que actúa. Se dará cuenta de que él mismo forma parte de algo más grande y tendrá la posibilidad de usar su responsabilidad cívica por un bien mayor: el otro, totalmente diferente, pero igual a sí. Al comprometerse con la causa del otro, incidirá en la vida y la realidad de esa persona o grupo generando más calidad de vida y fomento a la esperanza.
  3. Mediante el voluntariado, especialmente el voluntariado internacional, se construye la educación para la ciudadanía planetaria, se desarrolla el respeto a la vida en toda complejidad y diversidad y ofrece una contribución al desarrollo humano.
  4. El Voluntariado no es una teoría. Significa tener la posibilidad de establecer vínculos reales. La persona voluntaria conocerá a personas y situaciones reales, establecerá relaciones reales sintiendo el olor, el tacto, el pensamiento… diferentes de aquello a lo que está acostumbrado. Tocará realidades diferentes de la tuya. Al abrirse a esa nueva cultura, tendrá la posibilidad de elaborar síntesis personales que le ayudarán a descubrirse a sí mismo.
  5. Mediante el voluntariado, la persona podrá descubrir una nueva perspectiva de vida. El encuentro con el otro es transformador y puede cambiar el rumbo o la opción de vida del voluntario; puede cambiar la forma como ve el mundo, abrir su mente a lo verdaderamente importante, y le ayudará a darse cuenta de que a menudo las dificultades o los problemas personales son pequeños cuando se comparan con los de los demás. Abandonará los viejos estereotipos o paradigmas, heredados o construidos a lo largo de la historia, a partir del contacto con el otro, diferente de sí.
  6. La persona voluntaria crecerá en protagonismo y empoderamiento personal. La vida real del otro en situaciones reales y diferentes de la suya requerirá posicionamiento. Sus acciones tendrán un impacto en la vida de una persona o de un grupo. Esto requiere responsabilidad, apertura, disponibilidad y capacidad de servicio. Por la misión, el Voluntario despierta para que el otro, especialmente el más excluido, se convierta en promotor de ciudadanía. Descubre que juntos tienen más fuerza para enfrentarse a la injusticia.
  7. La misión marista necesita renovarse y se reconstruye en cada situación, realidad o época. El voluntario marista es invitado a traducir el carisma marista en la propia vida. Por su acción y testimonio vive el aspecto solidario del sueño de Champagnat: «todas las diócesis del mundo están en mis planes».
Para ser Voluntario (a) marista en misión

Basándome en el Programa de Voluntariado de la PMBSA (2016) enumero algunas ideas que pueden ayudar en la comprensión de nuestro entendimiento del ser y hacer del Voluntario:

  1. Fidelidad al significado originario profético del voluntariado: superación de la óptica asistencialista o «hacer caridad». Con la acción se pretende luchar para erradicar las causas de los problemas sociales. Hacer con el otro un camino de superación de esos problemas. También pasar de la lógica capitalista: «¿qué gano yo con esto?» a la lógica de Jesús de Nazaret: «recibistéis gratuitamente, dad también gratuitamente» (Mt 10, 8). El protagonismo es de las comunidades / organizaciones / profesionales / líderes locales. El voluntario colabora en los procesos que se impulsan desde el lugar, que se iniciaron antes de su llegada y deben seguir después de su partida.
  2. Reconocer el valor de cada persona: tanto de cada voluntario, que lleva consigo un universo de sentidos, de experiencias, emociones, sueños… como de cada persona del lugar de misión: comprender su realidad, su historia, sus anhelos, escuchar lo dicho y ver lo no dicho, no juzgar y no actuar a partir de prejuicios.
  3. En la perspectiva de Jesús de Nazaret. La práctica de Jesús debe inspirar la acción del Voluntario: convivir con las personas, creer en ellas y en sus potencialidades. Como Jesús, comprender las urgencias de las periferias existenciales y geográficas. Esto, muchas veces, supone salir de la comodidad. Como Jesús, tener una mirada de fe: mirar el mundo desde los ojos de los niños empobrecidos y ayudar a construir un «otro mundo posible». Esto implica ver y descubrir el mundo a partir de otras miradas y perspectivas.
  4. En los pasos de la Espiritualidad marista. Creer que la Espiritualidad es una fuerza íntima y profunda, que da sentido a todo lo que se hace, que teje relaciones, que mueve a salir de sí para ir al encuentro del otro en lo más profundo de sí mismo. En el encuentro del otro y de sí mismo, la certeza de la acción de Dios.
  5. Fe, cultura y vida no son realidades opuestas, sino que están interrelacionadas. «La fe propone el mensaje de Dios e invita a una comunión con Él; por otra parte, la experiencia humana es cuestionada y estimulada a abrirse hacia ese horizonte más amplio”. La fe se vive en la vida cotidiana, en la cultura, y motiva a realizar obras, pues la fe sin obras está muerta (St 2,14-26), por la fe nos movemos hacia a otras personas, en la realidad y los contextos socio-político-económico-religioso.
  6. El voluntariado es un proceso, no algo que se da de repente, tanto para quien coordina como para quien hace de voluntario. Es preciso soñarlo y desearlo, planearlo, rezar y reflexionar sobre ello. El voluntario necesita ser acompañado en su proceso de discernimiento, de envío, en su tiempo de realización de la misión y en su regreso. La valoración del camino hecho es fundamental para hacer una síntesis y sistematizar las enseñanzas y vivencias adquiridas.
  7. Ser voluntario no significa «ir de turista», sino ponerse al servicio, donarse. Antes de realizar un voluntariado transfronterizo, es de suma importancia realizar un voluntariado local.
Finalizando

Ante las ideas arriba expuestas, dos preguntas:

¿Quién puede ser voluntario (a)?
Cualquier persona. En el contexto marista, todas las personas que tienen alguna relación con el Instituto: estudiantes (voluntariado de carácter educativo), padres y familiares, ex alumnos, profesores y colaboradores, PJM, participantes del MChFM, Hermanos…

¿Donde ser voluntario/a?
En el contexto Provincial, en obras propias (Colegios, Centros Sociales, Hospital…), o en otros espacios e instituciones con las que mantenemos contactos y que están presentes en nuestras realidades. Las posibilidades son muchas. En el contexto interprovincial, intermediados por el Coordinador Provincial de Voluntariado (CPV) y con apoyo del Cmi —Colaboración para la Misión Internacional— de Roma, tenemos la posibilidad de hacer voluntariado en uno de los 80 países en los que el Instituto está presente, y que ofrezcan condiciones para recibir el/la voluntario (a).

Concluyendo, como Maristas, voluntarios o potenciales voluntarios, estamos invitados a abrirnos, con sencillez, y a estar disponibles a nivel local o global, yendo más allá de las fronteras geográficas o provinciales; a conocer en profundidad nuestro mundo en continua transformación y afrontar los desafíos actuales, sin caer en la tentación de responder a preguntas que ya nadie hace (Papa Francisco, en Medellín, en septiembre de 2017), a abandonar la cultura de los egos y promover los ecos  disminuyendo el escándalo de la indiferencia y las desigualdades, a ser agentes de cambio, constructores de puentes, mensajeros de paz, comprometidos en la transformación de la vida, a convertir nuestros corazones y flexibilizar nuestras estructuras, sin miedo de asumir riesgos, para acercarnos a las periferias, en defensa de los más pobres y vulnerables.

Para reflexionar

  1. Destaque dos ideas que usted considera significativas y justifíquelas.
  2. ¿Conoce alguna persona que hizo voluntariado? ¿Cómo fue su experiencia?
  3. Desde su realidad, ¿qué puede hacer para impulsar el voluntariado?

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H. Valdícer Civa Fachi
Diretor Cmi