Agios.Mar 19
El Papa Francisco ha determinado que la memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre Iglesia, se inscriba en el calendario romano y se celebre todos los años el lunes después de Pentecostés como “memoria obligatoria". En el caso de coincidencia con otra memoria de un santo o beato, la prevalencia es para María Madre de la Iglesia.
La advocación de María Madre de la Iglesia es fruto del Concilio Vaticano II y refleja la orientación de los Papas postconciliares. Fue Pablo VI, en la promulgación de la Lumen Gentium quien declaró a María Madre de la Iglesia. El mismo Papa Pablo VI difunde esta advocación en el documeto Marialis Cultus de 1974. Y en previsión del Año Santo de 1975, la Congregación para el culto divino propuso una misa votiva en honor de María Madre de la Iglesia, y de esta manera se introdujo en el Misal. Por su parte Juan Pablo II otorgó a las Conferencias episcopales autorización para agregar la invocación de Madre de la Iglesia en las Letanías lauretanas.
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H. Antonio Martínez Estaún, Postulador
Maristas – Al estilo de María
Acqua de la Roca 25
La relación de Marcelino con María estaba profundamente marcada por una afectiva y total confianza en Ella, a quien veía como “Buena Madre”*, porque suya era la obra que había emprendido. Él nos dejó escrito: Sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque María tiene siempre a su adorable Hijo en sus brazos o en su corazón. Esta convicción lo acompañó a lo largo de toda su vida. Jesús y María eran el tesoro donde Marcelino había aprendido a poner su corazón. Esta íntima relación ayudó a modelar la dimensión mariana de nuestra espiritualidad. En nuestra tradición, la expresión “Recurso Ordinario” resume nuestra constante confianza en María. El lema Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús, atribuido a Champagnat por su biógrafo, recoge la relación estrecha que hay entre el Hijo y la madre, así como la actitud de confianza en María que tenía el fundador y que nosotros estamos llamados a imitar.